Por unas horas, miles de personas convirtieron Las Islas de Ciudad Universitaria en el mayor observatorio del eclipse anular de sol en la Ciudad de México; “¡Bravo! Ya la luna tapó el sol”, “¡Esto es una maravilla!”, celebraron los capitalinos entre aplausos y chillidos.
Familias y jóvenes tendieron mantas y cobijas, instalaron casas de campaña y transformaron por un momento en un enorme comedor el área verde de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para disfrutar del “Picnic Bajo la Sombra” que la magna casa de estudios organizó.
El evento tuvo como objetivo educar y orientar de una forma entretenida a quienes eligieron Ciudad Universitaria para ver el fenómeno astronómico que inició a las 9 de la mañana con 36 minutos.
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Dos horas antes de que empezara, podían verse desde Rectoría largas filas de personas que esperaban recibir de forma gratuita lentes con filtro especial de protección para ver el eclipse; junto con ellas, cargaban bolsas con desayunos, cafés, sombrillas, sillas y estaban acompañadas por sus lomitos.
“En 1991 el cielo se oscureció totalmente. Los pajaritos empezaron a cantar, los perros ladraban muy fuerte. (…) La naturaleza es impresionante y quiero enseñarle a mis nietos estos eventos porque la alineación de la luna con el sol y la tierra es maravillosa, es inexplicable. Estamos muy contentos de andar por acá”, dijo en una plática con EL UNIVERSAL, Jaime Sánchez, de 60 años, quien en su juventud presenció el eclipse total desde el centro de la CDMX y hoy trajo a su familia y nietos a ver el espectáculo por segunda vez en su vida.
Antes del eclipse solar anular, los doctores Jesús González y José Franco, proporcionaron una introducción sobre el mismo y con el apoyo de voluntarios, se orientó al público sobre cómo observarlo de forma segura mediante métodos indirectos.
Luego, Julieta Fierro Gossman, investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM, ofreció una conferencia sobre la ciencia del eclipse.
“Aprovechamos que vivimos cerca para venir a volar papalotes y caminar con los perros un rato porque no sabíamos como ver el eclipse sin que nos lastime la vista, entonces dijimos: 'allá nos van a regalar lentes, mejor vámonos' y aquí estamos. Ya aprendimos un poco con los niños lo que es el eclipse, ellos de grandes quieren ser científicos”, contó a este medio Liliana Robles, quien acudió acompañada de su esposo, sus dos hijos y sus tres perritos chihuahua.
Además de la entrega gratuita de gafas solares especiales para ver de forma segura el eclipse, la UNAM instaló telescopios y varias pantallas desde donde se transmitieron las diferentes fases del evento solar.
Para las once de la mañana con diez minutos, cuando el eclipse alcanzó su máximo punto de cobertura solar con un 70 por ciento, miles de aplausos resonaron en las instalaciones de la que es considerada como la mejor universidad de la República mexicana.
“¡Bravo!, ¡bravo!”, festejaron las abuelas, los padres, niños y jóvenes, mientras el cielo del casi medio día de este sábado se tornaba de colores azules a grises.
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