Los toques militares de una banda de guerra animaron la defensa del Campo Militar 1-A, la instalación más importante del Ejército Mexicano, del primer ataque de jóvenes encapuchados afines a la causa de los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.

La orden a los policías militares, elementos capitalinos y guardias nacionales que resguardaban la instalación, fue no responder sino contener los ataques con piedras, petardos, cohetones y bombas molotov de los jóvenes, que después que los padres de los normalistas se manifestaron por primera vez en el Campo Militar 1-A, para exigir a la cúpula militar que rinda cuentas, comenzaron la agresión de la que se defendieron como pudieron.

Fue la primera vez que los familiares de los estudiantes, encabezados por su abogado Vidulfo Rosales Sierra, realizaron un mitin en el Campo Militar 1-A, donde están presos el general José Rodríguez Pérez y tres soldados más acusados de desaparición forzada y delincuencia organizada en el caso Iguala.

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Bajo la mirada de agentes de la policía capitalina, Guardia Nacional y de la Policía Militar, quienes formaron un cinturón de seguridad al interior del campo, los jóvenes comenzaron con pintas con aerosoles y la colocación de carteles en la fachada de la puerta número 1 que decían: “Fue el Ejército”, “Asesinos” y “Nos faltan 43”.

Tras concluir el mitin, cuando las madres y los padres de los normalistas se retiraron del lugar, un grupo de jóvenes comenzó a lanzar piedras, petardos, cohetones y bombas molotov contra policías, guardias nacionales y militares, que no respondieron ninguna agresión, únicamente realizaron labores de contención.

Los agresores desprendieron las rejas de la barda perimetral y la puerta principal de la puerta 1 del Campo Militar 1-A, donde se concentra el primer cuerpo del Ejército, así como señalamientos viales de la avenida Conscripto.

Ante la cantidad de objetos lanzados, la Guardia Nacional y la Policía Militar sustituyeron a los agentes capitalinos que pasaron a la segunda línea de defensa de las instalaciones.

Entre el sonido de una banda de guerra, el personal militar, con equipo antimotines y tolete, resguardó las instalaciones ubicadas entre la puerta 1 y la 10 del Campo Militar; sin embargo, se vio obligado a utilizar una tanqueta de agua de la Guardia Nacional para dispersar a los atacantes.

El saldo del enfrentamiento entre jóvenes encapuchados y elementos de las Fuerzas Armadas y de la policía capitalina fue de 39 lesionados, de los cuales tres requirieron hospitalización, reportó la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC).

Del total de lesionados, 21 pertenecen a la policía local, 13 a la Secretaría de la Defensa Nacional y cinco a la Guardia Nacional.

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Disposición para indagar

Durante la protesta, Vidulfo Rosales Sierra, abogado de los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, exigió al presidente Andrés Manuel López Obrador plena disposición para realizar una investigación exhaustiva que deslinde la responsabilidad del Ejército mexicano en la desaparición de los 43 normalistas de la escuela Raúl Isidro Burgos.

“¿Por qué se niegan a comparecer? ¿Por qué se niegan a entregar el material probatorio?”, cuestionó. Y añadió: “Exigimos que el Ejército Mexicano cumpla con su deber de no obstruir una investigación”.