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La función de la banca es adelantar liquidez para financiar la actividad económica y las operaciones financieras, vía el otorgamiento de créditos y la negociación con títulos financieros. En las últimas dos décadas, llama la atención que el crecimiento del beneficio de estas instituciones fue más rápido que el resto de las actividades económicas, sin cumplir con la función de financiar la actividad económica.
Una revisión de la composición de los activos bancarios muestra la alta participación de las inversiones de valores y de las operaciones con derivados que, entre 2000-22, en promedio representaron el 38% de los activos totales, contra 45% de la cartera de créditos, la cual, sin embargo, tuvo una muy baja participación promedio respecto al producto (16%) a lo largo del periodo, con bajos niveles de créditos vencidos.
En términos de rendimiento, entre 2000-2022, el ingreso neto de operación de la banca respecto al producto creció en promedio anualmente 1.9% contra 1% por gastos de administración y promoción. Ello implicó que cada año el diferencial entre ingreso neto y gasto en promedio creció alrededor de 8%, ampliándose la brecha, incluso en los años de las dos grandes crisis. El rendimiento sobre activos (ROA) y sobre capital (ROE) ratifica esta tendencia, con un aumento constante de dichos indicadores con una media de 1.5 y 14.4, respectivamente.
Las razones que explican el crecimiento de los ingresos netos de la banca son el aumento de las tasas de interés, especialmente en el periodo de normalización monetaria estadounidense, a lo cual se añade la creciente operación de la banca comercial con títulos gubernamentales libres de riesgo, originada por la política del Banco de México para retirar liquidez de la economía, provocada por la gran entrada de inversión extranjera. Específicamente, esta política fue operada vía bonos de regulación monetaria y depósitos de regulación monetaria, los cuales, a partir de 2006 se hicieron crecientemente vía valores gubernamentales. Los títulos gubernamentales en depósitos de regulación monetaria incrementaron su participación en la circulación total de bonos de 1% en 2006, a 9.5% en 2008 y por encima del 20% entre 2012 y 2015, reduciéndose a un promedio de 15% entre 2016-2021. Este mecanismo favoreció a la banca comercial porque no sólo obtuvieron intereses por retener bonos gubernamentales, libres de riesgo, sino que fueron también utilizados como base (subyacente) para realizar operaciones adicionales a partir de las cuales incrementan aún más sus rendimientos.
Con base en lo anterior una propuesta relativamente sencilla, sin cambiar sustancialmente el objetivo y la operación de la política monetaria mexicana, es que la banca comercial sea obligada a realizar depósitos de regulación monetaria en efectivo. Esta medida reduciría el piso de sus rendimientos y ello obligaría a dichas instituciones bancarias a emitir créditos a los demandantes nacionales (pequeña y mediana industria) y, de esa manera, se fortalecería el crecimiento económico. Esta política podría reforzarse con políticas públicas destinadas a avalar los créditos de las Pymes.
Es urgente que el Banco de México cese su política de garantizar pisos tan altos de rendimientos al sector bancario para que este se ponga al servicio del crecimiento económico.