Durante muchos años, el Sindicato de Maestros y particularmente su sector disidente, la CNTE , se habían mostrado como una organización capaz de paralizar al país en defensa de sus intereses laborales.
Sin embargo, el músculo de esta agrupación no se ha visto en lo que va del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, pese a que los dirigentes de la Coordinadora no han parado de amagar con marchar en contra del actual gobierno y su política educativa.
Lo que en el fondo ha ocurrido, nos dicen, es que ya no fluyen las carretadas de recursos que durante las pasadas administraciones federales habían llenado las arcas del gremio magisterial después de cada plantón frente a la Secretaría de Gobernación , cuyos más recientes titulares, Olga Sánchez Cordero y Adán Augusto López , no les han dado, nos comentan, ni un quinto.
Está a punto de concluir el año y la última convocatoria de la CNTE para inundar la calles de la CDMX como forma de presión al gobierno no ha ocurrido, pese a que públicamente planeaban esas marchas desde el 13 de diciembre pasado.
La fórmula para lidiar con los dirigentes de organizaciones supuestamente masivas, nos dicen, parece clara.
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