Desde el primer día que llegó a la oficina de la Secretaría de Seguridad Pública, nos recuerdan, Omar García Harfuch decía en entrevistas públicas y en conversaciones privadas que iniciaría una persecución en contra de las organizaciones criminales que crecieron y fortalecieron en la Ciudad de México.

Y a diferencia de la anterior administración que aseguraba que en la capital del país no operaban los cárteles de las drogas, el nuevo secretario afirmaba que tienen presencia y que había que pararlos.

Hoy, quedó claro que estas organizaciones están aquí y quisieron, sin éxito, cazar a quien los persigue para cazarlos.

Los primeros datos e imágenes sobre el atentando que se perpetró esta mañana contra don Omar dan pistas, por el tipo de armas y la logística utilizada, y dejan una firma clara de que hay detrás de él una organización criminal con un relevante poder de fuego, para ejecutar un ataque inédito en la capital y muy común en los estados en los que los principales cárteles operan.

García Harfuch

también emprendió una dura persecución contra las bandas del narcotráfico de la capital, varios de sus líderes han sido capturados, y esas bandas mantienen nexos con los cárteles de las drogas, por lo que los golpes a los grupos capitalinos impactan también en las organizaciones criminales de operación nacional.

La buena noticia es que al jefe de la policía capitalina, nos comentan, lo salvó su equipo de seguridad, que tuvo bajas fatales; el blindaje de su camioneta; el respeto a los protocolos protección y su experiencia.

Pero la mala es que este intento fallido de cazarlo inaugura una etapa no vista en la Ciudad de México, en la que los criminales pueden conocer los horarios y la logística del secretario de Seguridad Pública han optado por los balazos y no los abrazos, que han declarado la guerra al gobierno de la capital del país.

fml

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