justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
C uando se inclinó para levantar el bote sintió un dolor intenso en su espalda baja y por más que intentó reincorporarse, no lo logró y se quedó en esa posición.
Adriana, quien desde hace tres meses trabaja con el personal de limpieza en las obras del aeropuerto que se construiría en Texcoco, se quejaba por el dolor cuando cargaba material de residuo de uno de los foniles.
“Creo que cargué mal el bote y que estaba muy lleno, además no traía mi faja”, menciona. Después de que la revisaron, dice, le dieron dos días de incapacidad.
Esta mujer de 35 años afirma que en la obra los trabajadores cuentan con material de protección; por ejemplo, tienen prohibido bajar sin casco, sin guantes o sin botas, a la zona donde se construye lo que está planeado que sea la terminal.
Como carga cosas pesadas, también tiene una faja para proteger su espalda y el estómago, e incluso sus jefes le han dicho que si es demasiado para ella le pida apoyo a algún compañero.
Hace unos días, Adriana, quien es delgada y de estatura media, olvidó llevar su faja cuando fue a los foniles, comenzó a recoger los residuos que dejaron los trabajos de soldadura, llenó el bote como siempre lo hacía, pero ese día su espalda, que ya estaba lastimada, ya no aguantó más.
Otro caso es el de Carlos, de 30 años, quien estaba trabajando como de costumbre en la zona de la terminal cuando tuvo un percance con la herramienta que manejaba y terminó con una herida en la mejilla izquierda.
Este hombre alto de tez morena lleva seis meses en la obra y recuerda que esa tarde estaba llevando a cabo labores de aplomado, que se hacen en las obras para comprobar la verticalidad de las estructuras.
Ese día, estaba haciendo maniobras y metió una de las herramientas porque quería provocar tensión; sin embargo, fue en ese instante en el que se reventó una de las piezas, la cual salió disparada y le golpeó el lado izquierdo del rostro, provocándole una herida en la mejilla.
Tras el accidente, Carlos menciona que los paramédicos acudieron rápidamente a brindarle atención: “Afortunadamente no fue tan grave”, dice aliviado, al asegurar que si hubiera estado más cerca la pieza lo podría haber golpeado en los ojos u otra parte del rostro.