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La autonomía universitaria se ha malentendido y es utilizada por funcionarios de la institución para no rendir cuentas a la sociedad, consideró Daniel Velázquez Vázquez, profesor de carrera titular y aspirante a la Rectoría.
Por eso, consideró el docente, debe reformarse la ley orgánica de la institución, que data de 1945 y ya es “obsoleta”.
“Aunque las leyes federales exigen transparencia, algunos funcionarios universitarios han utilizado la autonomía para no rendir cuentas claras a la sociedad, cuando el espíritu de la autonomía es contrario a eso”, dijo.
El académico imparte clases en la licenciatura en Ingeniería Civil en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón. Se dio a conocer en enero pasado, cuando inició una huelga de hambre (que duró cuatro horas) frente a la Torre de Rectoría. Hoy es el aspirante inesperado en el proceso interno para designar al próximo rector de la Universidad Nacional.
Es consciente de que sus posibilidades de alcanzar la designación son menores que las del rector Enrique Graue, pero participa, dice en entrevista con EL UNIVERSAL, porque piensa que es importante dar a conocer las diferentes voces que existen en la Universidad, y que éstas se incorporen al plan de trabajo de la próxima administración.
El 7 de enero hizo una huelga de hambre, ¿qué respuesta tuvo?
—El objetivo era plantearle al rector denuncias de acoso de algunas alumnas; que muchos servicios que se llevan a cabo en la facultad no se facturan; que hay hostigamiento laboral, amenazas; que hay funcionarios que además de cobrar su sueldo y bonos estaban recibiendo becas Conacyt. Dos días después nos recibió y le entregamos documentos probatorios. Se instalaron mesas de diálogo coordinadas por las oficinas jurídicas de la UNAM; nos reunimos en varias ocasiones, pero de manera unilateral dejaron de convocarnos a esas reuniones. En este momento no sabemos en qué proceso va o si se ha hecho algo.
¿Por qué quiere ser rector?
—Porque conozco y quiero a la Universidad. Ingresé al CCH en 1980, lo que significa que ya casi voy para 40 años de estar yendo día con día a la UNAM; la conozco. Puedo aportarle mi experiencia para mejorar sus procesos y eliminar muchas cuestiones que hoy duelen, como la inseguridad, la discriminación y la violencia en contra de nuestras universitarias.
¿El proceso ya estará ganado por el rector Graue?
—La Junta de Gobierno analizará todos los aspectos que tenemos los cuatro candidatos. Desde el punto de vista de los directivos y funcionarios, que son trabajadores de confianza que dependen de él, el señor rector tiene su respaldo, pero creo que la junta también debe y va a escuchar a los estudiantes.
¿Usted cree que Graue no tenga el respaldo de los estudiantes?
—En las redes sociales se puede saber la conversación de los estudiantes e inferir la opinión respecto a la administración actual y de lo que se requiere para los siguientes cuatro años. Creo que el rector tiene más amplias posibilidades de reelegirse que nosotros tres.
¿Entonces por qué decidió participar? ¿No es casi una misión imposible?
—¿Por qué? ¡Todo lo contrario! Yo no estoy de acuerdo con el proceso, pero lo más rescatable es que la Junta de Gobierno escucha todas las voces que intentan colaborar para que la Universidad mejore. Todo esto se le entrega a la persona que es designada, las voces que opinaron son tomadas en cuenta, son visibles y marcan pauta al rectorado.
¿Cuál es el principal problema en la forma de gobierno de la Universidad Nacional?
—Nuestra ley orgánica fue aprobada por el Congreso de la Unión en 1945 y desde ahí ya pasaron muchas cosas, la sociedad y las leyes evolucionaron. De acuerdo con esta ley es la Junta de Gobierno, con sólo 15 personas, quienes deciden quién será el próximo rector y luego la junta se va renovando a propuesta del rector.
En los países desarrollados, el esquema es por medio de elecciones donde participan trabajadores, funcionarios, alumnos y académicos... los votos no valen lo mismo pero toda la comunidad participa.
¿Es obsoleta la ley orgánica?
—Sí. Esta ley ha promovido que sea muy mal entendido el significado de la autonomía. Yo soy el primero en defenderla, pero al momento de aplicarla, no se entiende.
Por ejemplo, aunque las leyes federales exigen transparencia, algunos funcionarios universitarios han utilizado la autonomía para no rendir cuentas claras a la sociedad, cuando el espíritu de la autonomía es contrario a eso.
¿Hay corrupción en la UNAM?
—Por parte de muy pocos funcionarios, sí. La gran mayoría se conduce con espíritu universitario y ética. Son muy pocos casos, pero pueden causar mucho daño.
¿Cuál es el mayor reto que plantea el gobierno de la Cuarta Transformación?
—La austeridad, que es un reto, pero no es imposible. Cuando se optimizan los recursos y se destinan para lo que realmente se necesita, alcanza para más. La forma de organización de la propia Universidad, la democracia y la pluralidad de este nuevo gobierno nos impone nuevos retos para amoldarnos.
¿En qué podría ser más austera la UNAM?
—Se pueden hacer ahorros en los sueldos de los altos funcionarios, evitar el turismo académico, se consume mucho dinero en artículos de uso diario, muchos de ellos innecesarios, y las obras deben ser mejor auditadas.
Nada más el rector se bajó el salario, yo estoy hablando de todos los directivos, funcionarios y académicos. De lo que públicamente se conoce que gana el rector, hay académicos que ganan más.
¿Qué le gustaría que el siguiente rector retomara de su idea de lo que debe ser la Universidad?
—La no discriminación y la aplicación por igual de la norma universitaria, que retomara el trabajo del claustro académico para la reforma al estatuto del personal académico de la UNAM, que no permita la corrupción ni que las universitarias sean violentadas, y que vaya formando el camino hacia la democratización de la UNAM.