Cortes, quemaduras, abrasiones en la piel hasta sangrar, golpes o mordidas, entre otros, son algunas de las autolesiones no suicidas, que muestran una prevalencia creciente, especialmente entre los jóvenes.

Ana Daniela Galán, profesora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM, aclaró que, a diferencia de la percepción común, estas prácticas no buscan llamar la atención, sino que representan el modo en que los jóvenes manifiestan su dolor, angustia y depresión.

Explicó que entre las décadas de 1960 y 1980 se pensaba que las autolesiones no suicidas eran comunes en personas con trastornos mentales, historial de violencia familiar o abuso sexual.

“Hoy en día, las autolesiones no suicidas son vistas como una elección por parte de los jóvenes para enfrentar sentimientos desagradables, siendo una conducta habitual, ya que no buscan el suicidio y existe la creencia errónea de que ofrecen bienestar”, explicó Galán Navarro.

Dijo que es crucial prestarles atención debido al alto riesgo de que puedan llegar al suicidio.

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