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El presidente Andrés Manuel López Obrador ha hablado en más de una ocasión sobre la no intervención en asuntos de otras naciones, refiriéndose expresamente a no pronunciarse sobre hechos en Venezuela, por ejemplo, o lo acontecido en el Capitolio de Estados Unidos, en enero de 2021, entre otros.
Hace unos días, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, estuvo en Perú, al lado de la subsecretaria de Bienestar, Ariadna Montiel, y la directora ejecutiva de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Laura Carrillo, para asesorar al gobierno de Pedro Castillo en la implementación de programas sociales mexicanos en ese país.
A decir del gobierno mexicano, la asesoría se dio a petición de la propia administración de Castillo, quien recién enfrentó un proceso de destitución que no prosperó.
“Tenemos que ayudar a los pueblos hermanos, no es sólo al presidente, dirigente que nació en la zona serrana y viene de las comunidades pobres”, declaró López Obrador.
No es la primera vez que la administración actual lleva su mano a Sudamérica. En noviembre de 2019, ante la revuelta social que se desató en Bolivia luego de un proceso electoral fallido, México entró al quite para sacar a Evo Morales de su país.
Con el canciller Marcelo Ebrard al frente del operativo, se dispuso de una aeronave de la Fuerza Aérea Mexicana, que tuvo que pasar todo un periplo para rescatar a Morales de un aparente intento de agresión en su contra.
No fue sencillo, relató la autoridad mexicana, pues no se contó de inmediato con los permisos de sobrevuelo sobre algunas naciones. Las embajadas de México en Brasil, Perú y Paraguay, y con el apoyo del gobierno de Argentina, trabajaron de manera intensa para lograr sacar a Morales de Bolivia, donde se afirmó que su integridad corría peligro.
En su más reciente libro, A mitad del Camino, López Obrador reveló que cuando la aeronave mexicana despegó del aeropuerto de Cochabamba, Bolivia, ya con Morales a bordo, elementos militares bolivianos lanzaron un cohete en contra del aeroplano.
Morales estuvo apenas unas semanas en México, con protección humanitaria. Para diciembre de 2019, bajo el argumento de revisión médica, partió con rumbo a Cuba y no volvió a tierra azteca.
Para el caso de Venezuela y la situación política que vive esa nación, México, bajo el argumento de tradición de mediador de conflictos, buscó mecanismos para tratar de facilitar un camino para el entendimiento entre las fuerzas políticas venezolanas. Primero se organizó un encuentro entre naciones interesadas, en Uruguay; luego, el gobierno mexicano ofreció su territorio para que las partes se sentaran a dialogar. Hoy en día el conflicto aún no termina.
Durante la última reunión del Grupo de Puebla, organización con ideología de izquierda en Iberoamérica, se planteó la necesidad de instaurar un modelo de desarrollo contrario al neoliberalismo en América Latina y el Caribe. Se llevó a cabo en México, organizado por Morena y con la presencia de expresidentes de cinco países.