Dentro de los apegos emocionales inseguros se encuentra el apego ansioso, evitativo y desorganizado, y se caracterizan por una alta desesperación y frustración al miedo constante a perder a alguien.

Las personas con este tipo de apego crean suposiciones y fantasías ante una situación común, explicó la sicoterapeuta Erika Pavón.

“Los apegos son tipos de vínculos que generamos con las personas, con alguna cosa o situación. El apego no es malo, hay apegos seguros, que es lo ideal, que son cuando te hacen como una persona más autónoma, con mayor seguridad y confianza. Sabes que a pesar de no estar cerca de alguna cosa con la que tengas ese vínculo, o alguna persona, te sientes seguro”, dijo en entrevista con EL UNIVERSAL.

En cuanto a los apegos emocionales inseguros, explicó que las personas pueden estar en una relación de pareja, pero cualquier situación fuera de lo común puede generar miedo al abandono. El apego ansioso lleva a ataques de pánico, a crisis de ansiedad, depresión o a que se deriven diferentes enfermedades como problemas gastrointestinales y cardiovasculares.

“Si la pareja manda un mensaje, por ejemplo, y ahora ya no puso los stickers, ya no me escribió de la misma forma, entonces la otra persona comienza a imaginar y a creer que ya no le importa a esa persona. Hace muchas suposiciones y sugestiones en una situación de la cual todavía no está ocurriendo nada, se genera una alta dependencia y desesperación por la necesidad de la persona”, agregó la experta.

Si las emociones se quedan estancadas y frustradas, también se refleja de forma física. Normalmente, dijo, las personas que no tuvieron la figura paterna o materna o vivieron sobreprotección constante, tienen apego ansioso. Por otro lado, en el apego evitativo, que también entra entre los apegos inseguros, las personas intentan no confrontar, evitan constantemente y su forma de dar amor es con barreras.

“O sea, da un poco de amor y de repente se aleja porque así está mejor, porque tienen miedo a lastimar o a ser lastimado. Eso pasa mayormente con personas que de pequeños fungieron como la figura de ser casi los padres de sus hermanos porque los padres estaban ocupados o casi no estaban, o simplemente les enseñaron a amar evitando o con barreras”, dijo la también autora de ¿Y si lo pierdo, ¿qué hago?

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