El presidente Andrés Manuel López Obrador sabe que está cerca su relevo, pero mientras llega su último día de gobierno parece que juega a “apapachar” a sus corcholatas como si su sucesor o sucesora fuera a salir de la sede del Gobierno de la Ciudad de México.
El Antiguo Palacio de Gobierno fue el escenario donde el Mandatario enumeró las virtudes de sus posibles aspirantes, pero también el lugar donde dejó claro quiénes han perdido la cercanía del hombre fuerte de Palacio Nacional. El Presidente no mencionó al senador Ricardo Monreal, quien figuraba en la lista inicial de corcholatas presidenciables y ya no se le ve entrar por la calle de Corregidora para compartir un café con el Ejecutivo.
Fue una mañana fresca, pero con la particularidad de que el primer cuadro del Centro Histórico de la capital amaneció “cerrado” con vallas metálicas y policías de seguridad capitalinos, quienes celosos vigilaban los accesos de las calles alrededor del Palacio del Ayuntamiento.
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En espera de arrancar por la carrera presidencial, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, vestía un traje sastre azul sin mangas y un reboso carmesí; el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, se acomodaba la corbata celeste previo al inicio de la conferencia mañanera, cuya sede fue el Gobierno de la Ciudad de México.
Sheinbaum Pardo sonrió cuando un reportero le preguntó al Ejecutivo que si la mandataria capitalina no fuera su “consentida”, decantaría sus preferencias por Adán Augusto López Hernández como un plan B.
La jefa de Gobierno volteó a ver al encargado de la política interna del país, a quien hizo un comentario, pero el tabasqueño no dejó de atender el pronunciamiento de su posible candidatura.
“Yo no sé dónde dije que ella no era [la consentida]”, lanzó el presidente López Obrador a su interlocutor, quien reviró: “Yo le pregunté en una conferencia de prensa, y [me] dijo: ‘No, no es mi consentida, pero… ¿o sí es?’”.
“Yo la quiero mucho, la quiero mucho a Claudia. Y Adán, imagínense, es mi paisano; Marcelo [Ebrard] está haciendo un trabajo de primera”, respondió el Presidente entre sonrisas.
Ayer, López Obrador dio una nueva pincelada de cómo será la sucesión presidencial, pues dijo que, llegado el momento, se pronunciará en favor de la candidata o candidato de Morena que sea elegido por una encuesta. Pero advirtió que no hará campaña ni asistirá a los mítines del aspirante que gane el proceso interno del partido para buscar la presidencia en 2024 “ni los fines de semana”, pues está prohibido.
Sin embargo, dejó libres a Sheinbaum y Ebrard para que los fines de semana hagan campaña en favor de candidatos de Morena a una de las seis gubernaturas que están en juego este año, si no tienen ocupación: “Si ya hicieron su tarea y no le cuesta al gobierno, pueden hacerlo, porque también son ciudadanos”.
El secretario de Relaciones Exteriores, quien participó por la mañana en la reunión del gabinete de seguridad, escuchó la mañanera desde el primer piso del histórico inmueble, que también fue su oficina cuando —al igual que López Obrador— fue jefe de Gobierno de la Ciudad.
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Sobre su ausencia, el presidente López Obrador se vio obligado a intervenir para cerrar espacios a malas interpretaciones: “Estuvo [Marcelo Ebrard] con nosotros y me está esperando porque tenemos que ver precisamente este asunto de la Cumbre [de las Américas], me está esperando y va a desayunar con nosotros”.
El canciller se asomó desde el primer piso y saludó desde las alturas a algunos representantes de los medios para dejar constancia de su presencia.
Mientras, el Presidente, como en un tablero de ajedrez, incorporó piezas, como al doctor Hugo López-Gatell y al director del IMSS, Zoé Robledo, como parte de las corcholatas presidenciables, pero dejó en claro que a todos los quiere por igual: “Me llevo muy bien con todos, no saben cuánto los quiero (...) a Claudia, a Adán, a Marcelo, al doctor, a Hugo, a Zoé, a todos, al doctor Alcocer, que es un gran maestro”.
Mientras —como ha sido el sello de la presente administración—, los titulares de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, y de Marina, José Rafael Ojeda Durán, desde la primera fila atestiguaron el apapacho presidencial.
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