El inminente regreso a clases presenciales el próximo 30 de agosto reactivó a tiendas de uniformes escolares en el Centro Histórico.
El trajín que ahora viven les permite tener un respiro ante la pandemia del Covid-19, pues sus ventas se incrementaron.
En la calle Santísima, entre los cientos de diableros y vendedores ambulantes que hay en el lugar, se logran ver exhibidos los uniformes de secundaria, primaria y escolta, todos llevan un nuevo accesorio: un cubrebocas diseñado con el color institucional de la escuela.
“Tuvimos que meter otros productos para poder subsistir, porque nosotros nos dedicamos exclusivamente a la venta de uniformes escolares, así que hicimos pijamas, mamelucos, ropa de enfermería, que era los que más se vendía por lo de los hospitales y así, cositas, batas de dormir o para baño”, explica.
En ese sentido, Jenny explica que hasta el momento los uniformes que más ha vendido son los de secundaria.
“Las ventas se han incrementado un poquito, ya que la gente está muy renuente. Los niños sí necesitan ir a la escuela, la gente de todos modos los trae aquí en la calle hasta sin cubrebocas o paseando en el cine o el súper, por eso es mejor que estén en la escuela”, comenta.
Ella, igual que otros comerciantes del mismo ramo, implementó un accesorio para esta nueva normalidad: el cubrebocas escolar, el cual tiene los colores institucionales de la escuela.
Jenny afirma que es para motivar más a los niños para asistir a clases presenciales.
“Nosotros tuvimos que cerrar la tienda y dedicarnos a vender otro tipo de mercancía debido a la pandemia por Covid-19.
En su tienda se encuentra Jenidet junto con su hijo Juan Carlos, quien ingresa este año a la secundaria. Ellos están adquiriendo un suéter para su ingreso y, aunque no están seguros de ello, la señora menciona que ya le están exigiendo en su escuela asistir presencialmente y adaptarse a esta nueva realidad.
“La verdad sí está muy riesgoso que regresen a clases, pero sinceramente el director de nuestra escuela nos dio una plática y nos hizo ver que los menores no pueden estar siempre encerrados y que tienen que vivir con esta enfermedad, de alguna forma ya no se va a quitar”, explica la mujer.
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