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Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador realiza una confrontación de hechos, noticias o información publicada, es un verdadero ejercicio a la libertad de expresión, pero cuando se confronta con los medios de comunicación, académicos o líderes de opinión, es un atentado.
Así lo afirmó en entrevista con EL UNIVERSAL el ministro en retiro José Ramón Cossío Díaz, quien advirtió que, actualmente, en México hay un ambiente de polarización que se enfatiza con los señalamientos que el Presidente hace contra determinadas personas o empresas de comunicación y puede poner en riesgo a los periodistas.
Lo que dice el Presidente sobre los medios de comunicación ¿son ataques a la libertad de expresión?
—En algunas ocasiones, el Presidente confronta a la noticia y, en otras, al periodista o al medio de comunicación. Cuando se confronta la noticia, la afirmación, el hecho, me parece un ejercicio legítimo. No tiene el Presidente ni nadie por qué estar de acuerdo con los datos, los reportes o la interpretación de la opinión de columnistas y articulistas.
Los que me parecen muy preocupantes son los ataques ad hominem al periodista fulano de tal o al articulista mengano de tal porque es conservador, fifí o pagado, porque ahí no me parece que se esté construyendo ningún tipo de ejercicio de libertad de expresión y aún más complicado me parece la denostación de los medios como si éstos, todos ellos, fueran un conjunto o una unidad, eso me parece que ya no forma parte de la libertad de expresión.
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Se presenta una situación muy desigual, porque el Presidente de la República tiene toda la administración pública federal a su servicio en tanto que es el jefe y tiene un enorme poder y un enorme equipo de comunicación social que puede respaldar cualquier cosa que él diga, ahí me parece que sí se produce un atentado a la libertad de expresión.
Se va a decir: “El Presidente puede opinar lo que quiera”, eso es verdad, nadie podría limitar en este sentido esas condiciones. Por supuesto, habrá quien se sienta ofendido y pueda demandar al Mandatario civilmente.
Afortunadamente, en México la libertad de expresión no se persigue penalmente, sino civilmente, y alguien podría demandar al Presidente porque no tiene ninguna inmunidad procesal distinta a la de nosotros, pero llegar a estas formas me parece que es ir desubicando, desordenando, sacando de quicio o de su lugar lo que es el ejercicio adecuado de la libertad de expresión.
Con esos ataques a medios de comunicación, ¿en qué nivel de riesgo quedan quienes trabajan como reporteros?
—Mucho. Si el Presidente está diciendo que hay un tipo de medios o periodistas contrarios a la Cuarta Transformación o que algunos reporteros lo son, me parece que sí los pone en una situación de riesgo, porque no podemos dejar de darnos cuenta de que el país está entrando en una polarización increíblemente grande.
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Y en un ambiente de polarización empiezan a surgir muchos fenómenos irracionales. No estoy hablando de México actualmente, hablo de todos los momentos que hemos podido conocer cuando se entra en situaciones irracionales y se van contra unos y otros, entonces sí creo que se expone muchísimo a los medios.
El Presidente dice que sólo unos periodistas son leales, no otros, y sólo ciertos medios son leales, entonces todos los demás no son leales y, en un ambiente de polarización, la gente puede entender estos mensajes de forma muy curiosa o tergiversada, porque tal vez ni siquiera el Mandatario está pensando en eso, pero las personas pueden tener iniciativas distorsionadas y comenzar a agredir a los periodistas.
El Presidente está perdiendo de vista que los medios de comunicación, para quien está en el gobierno, son faros, no en un sentido cursi, sino como estas marcas que se ponían en determinados puntos, como en los cabos de mar, para que no chocaran los barcos.
No resolver los problemas de los periodistas muertos o incentivar la incordia contra los reporteros es que tú mismo vayas apagando los faros con los que puedes tener una mejor navegación presidencial.
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Entonces, puedes tener ataques a los periodistas de parte de la delincuencia organizada y por parte de la población, el punto es ¿quién va a protegerlos?, ¿quién nos va a informar a nosotros, como ciudadanía, de lo que está aconteciendo y quién le va a marcar al Presidente los peligros para que su proyecto no zozobre?
¿Debemos dejar de cubrir al Presidente de la República?
—No, ahí creo que perdemos todos. Ellos van a llenar, porque no van a tener un salón lleno de huecos, van a ir unos señores que a lo mejor ni periodistas son. El Presidente va a tener preguntas más a modo en las mañaneras, ustedes van a estar ausentes.
Los medios tienen que seguir cumpliendo sus formas, tienen que ir, que cumplir todo el rito para no abandonar la plaza y que se vea que hay ese esfuerzo y una forma de transmisión de los datos.
Al Presidente le tocó Covid, muertos, lesionados, recesión mundial, un mandatario de Estados Unidos muy complicado, una relación bilateral difícil, violencia exacerbada en el país, le tocaron malas condiciones.
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Si las podría haber resuelto o no es un tema distinto, pero en un proceso creciente de frustración va a tensar todavía más las cosas con los medios porque éstos van a seguir diciendo lo que tienen que decir. Si no se está discutiendo de hechos, de reportajes, de noticias, de opiniones, se va a empezar a discutir más sobre personas y los ataques así ad hominem en un sentido genérico, no sólo en personas, sino empresas, cadenas, etcétera. Me parece que se van a recrudecer, entonces, abandonar ese campo me parece que ya es entrar en la soledad de cada cual y ese es un factor que exacerbará las condiciones de dificultad que está viviendo el país.
¿La libertad de expresión está garantizada en México?
—Sí. Hasta hoy, más allá de los epítetos, las chanzas y los apodos que hace el Presidente, no veo acciones directas. La más directa es la decisión de la Secretaría de la Función Pública (SFP) de sancionar a Nexos, pero es una sanción económica. No he visto el cierre o una amenaza directa al periodista, he visto su ridiculización o su intento de ridiculización social.
Lo que sí puede suceder, y esto sería muy peligroso, es que empecemos a observar la aceptación social generalizada de que el Presidente tiene razón, de forma tal que la sociedad asuma su punto de vista y se convierta en un instrumento para atacar a medios.
También, que los medios empiecen a autorestringirse, que entren en un proceso social muy peligroso que es la autocensura o que los órganos de protección, cualquiera que estos sean, de la libertad de expresión, entren en sintonía con estas prevenciones.
Como académico, ¿se ha sentido limitado o intimidado para escribir u opinar de cierto modo para no molestar al Presidente?
—No, pero sí he tomado la decisión de no meterme a disputas en las redes porque, como decía Darwin: “Entrar en polémicas le quita a uno mucho el tiempo y le amarga el corazón”.
He tratado de no ofender a nadie, decir que tengo una posición y puedo dialogar con otros en términos académicos, pero no me meto en problemas de redes y supongo que eso me ha generado un ámbito en el que me siento cómodo y no he entrado a esos dimes y diretes. No me he sentido restringido, colaboro para varios medios y nunca nadie me ha dicho ni un sí, ni un no, ni me han molestado ni nada.