La inminente reelección de Alejandro Moreno al frente del PRI no es producto de la casualidad sino por el contrario, de un trabajo minucioso que encabezó el dirigente durante casi cinco años, dicen priistas. Desde su llegada en agosto de 2019, el actual líder tricolor comenzó a tejer una red que ahora parece irrompible, señalan.
Primero se echó a la bolsa a los consejeros políticos e, incluso, reclutó a sus aliados como consejeros estatales a través de una reforma que fue avalada en 2020.
El lunes 3 de agosto de 2020, cuando todos estaban en aislamiento por el Covid-19, Alito encabezó una sesión vía Zoom del Consejo Político Nacional, en la que se avalaron fast track una gran cantidad de reformas que centralizaron las decisiones en su persona: el registro de candidatos y convocatorias estatales y municipales deben llevar su firma, antes los comités directivos estatales autorizaban lo municipal y los consejos políticos estatales autorizaban y sancionaban las candidaturas estatales.
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Con esa reforma, la selección de métodos de postulación de candidatos y elección de dirigentes antes se hacían a nivel local y subió al nacional para ser él quien estuviera a cargo.
En las reformas de 2020 se incluyó que el periodo de la dirigencia en el CEN del tricolor podría “prorrogarse o concluirse anticipadamente” si el inicio del proceso electoral federal ordinario era dentro de los 3 meses (90 días) siguientes a la conclusión del periodo estatutario.
Después envió un alcance al INE borrando la posibilidad de la “conclusión anticipada”, para que exclusivamente quedara la prórroga.
Para diciembre de 2022, Alito Moreno Cárdenas reformó nuevamente los estatutos para seguir en el cargo bajo el argumento de “prórroga”, misma que fue impugnada por priistas destacados como: Dulce María Sauri Rincho, Pedro Joaquín Coldwell, Claudia Ruiz Massieu y Miguel Ángel Osorio Chong.
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El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) avaló la reforma del dirigente priista con tres votos a favor y se validó otra ampliación por un año, hasta que concluyera el proceso electoral ordinario 2023-2024.
Tras esa modificación, Moreno Cárdenas siguió entrelazando su red a través de su operador más cercano, Pablo Angulo, quien le ayudó a prometer la ampliación de cargos a dirigentes estatales, cosa que cumplieron porque con la nueva reforma podrán reelegirse al igual que Alito, hasta por tres periodos.
De acuerdo con fuentes priistas, de manera paralela Alito ofreció cargos, hizo favores y a inicios de 2024 comenzó a encabezar asambleas locales y estatales a las que los asistentes eran seleccionados con cautela, sólo gente “leal” a Moreno. Hoy, muchos de esos asistentes son quienes encabezan las listas plurinominales.
Además, quienes compitieron por el principio de mayoría relativa tenían la encomienda de apoyar al dirigente en su reelección a cambio del respaldo electoral.
Quienes resistieron la presión comenzaron a ser expulsados, sólo de priistas destacados se contabiliza más de una docena, entre ellos destaca el exgobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, vetado el 31 de marzo de 2022 tras haber aceptado la Embajada de México en España; la misma sanción tuvo Carlos Miguel Aysa González, a quien Alito había dejado como gobernador interino de Campeche, y que fue expulsado del partido el 21 de mayo de 2022 por haber aceptado ser embajador en República Dominicana.
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Un mes después el partido tricolor determinó la expulsión de la exgobernadora de Sonora Claudia Pavlovich, a quien el presidente López Obrador había designado cónsul en Barcelona, España.
El 17 de junio de 2023, el turno fue para el exgobernador de Hidalgo Omar Fayad Meneses, por ocupar la Embajada en Noruega.
Semanas después, Moreno Cárdenas ordenó el cese fulminante de Miguel Ángel Osorio como coordinador del PRI en el Senado; del exgobernador del Estado de México, Eruviel Ávila; de la exsecretaria de Turismo Claudia Ruiz Massieu; de la senadora Nuvia Mayorga, del senador Jorge Carlos Ramírez Marín, del exgobernador Alfredo del Mazo Maza, entre otros. Muchos de ellos ya habían renunciado al partido antes de ser expulsados.
La cuidada red de El Gladiador, como él mismo se nombra frente a sus cercanos, culminó con la asamblea nacional y la sesión del consejo, en la que el priista vio terminada su obra maestra.
En la sesión de la asamblea del pasado 7 de julio, Alito fue respaldado por 3 mil 200 consejeros, quienes a mano alzada aprobaron modificar los estatutos que le permitirán buscar la reelección al frente de la dirigencia nacional hasta por ocho años más y lo faculta para designar a los coordinadores de bancada en los congresos federal y estatales.
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En esa asamblea el dirigente llamó traidores, cínicos y lacayos a todos los priistas que se han manifestado en contra de su reelección y han sido expulsados. Adelantó que quien no sea leal, será vetado.
“Son una bola de cínicos, lacayos, y esquiroles al servicio del gobierno y sus intereses. Ellos fueron el peor lastre para nuestro partido. Se acabaron las vacas sagradas y los hampones en el PRI. No más traiciones y no más deslealtades, jamás permitiremos que vuelvan a dañar al PRI”, sentenció, al tiempo que los integrantes del consejo corearon: “¡Duro, duro, duro!”.
Días después, en el Consejo Político Nacional del PRI se formalizó la modificación estatutaria que permite la reelección, con un total de 474 votos a favor, cinco en contra y siete abstenciones.
En el acto, Alito les pidió a todos cerrar filas y les recordó que quienes estaban ahí, son su ejército de Gladiadores y dijo: “Pido a cada uno de ustedes su apoyo, su respaldo, y un cierre de filas absoluto ante el paso que estamos por dar. El PRI necesita en cada militante a un guerrero, a un gladiador que esté dispuesto a liberar esta gran batalla por el PRI y por nuestro país”.
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Priistas destacados también aseguraron a este medio que, pese a la ola de apoyos, casi nadie está de acuerdo con la reelección de Alito y es lo que todos comentan en oficinas y pasillos, pero como el campechano fue quien los hizo diputados, senadores o líderes locales, “no les queda de otra”.
Entre los muros del PRI también cuentan que se escucha a Rubén Moreira quejarse amargamente y decir que no le cumplieron, pues Alito se había comprometido a dejarle la dirigencia en 2024.
Hace un par de meses, en una reunión privada, el líder tricolor aseguró que en 2030, “cuando Morena y Claudia Sheinbaum no puedan controlar los índices de inseguridad, los mexicanos dirán: ‘Necesitamos a un hombre con huevos que nos salve del crimen organizado’, y ¡pum!, ahí estaré yo”, dijo mientras golpeó la mesa con sus palmas.
Alito Moreno Cárdenas demostró que para bien o para mal, es un buen estratega, y desde ya adelantó que en 2030 quiere la Presidencia de la República.