El confinamiento por la pandemia y un ambiente de descomposición social provocaron un aumento en la violencia física contra menores en el país, alertaron organizaciones a favor de los derechos de niñas, niños y adolescentes, que señalaron que existe una cifra negra, así como una gran impunidad.
Tan solo, explicaron, la violencia infantil en México tuvo un aumento el año pasado, en plena pandemia, con respecto a 2020, ya que de 5 mil 671 casos de personas de entre uno y 17 años que fueron atendidas en hospitales del país durante 2020, se alcanzó un total de 12 mil 918 en 2021.
Mientras que de enero a mayo de 2022 se atendieron 2 mil 736 menores, víctimas de violencia física, de acuerdo datos de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).
“Desafortunadamente en México vivimos una cultura patriarcal y de machismo. Por ello, las niñas, niños y adolescentes viven procesos que no deberían de vivir, porque no hemos entendido que la violencia se empieza a gestar en los hogares. Y aún hay dichos como ‘la letra con sangre entra’, ‘una nalgada bien puesta, corrige tal cosa’”, explica Jesús Villalobos, integrante del Consejo Directivo de Redim.
Consultado por EL UNIVERSAL, destaca que en el país siete de cada 10 niñas y niños son criados con maltratos o golpes.
“Lo más sencillo para muchos es gritar, insultar, regañar y golpear. Pero esto también es reflejo de lo que tenemos como sociedad. En la escuela como en los hogares, lamentablemente, estos temas no se han discutido y analizado con la importancia que requiere. Parecería que es más sencillo educar de esa manera, que educar en derechos”, señala.
Para el integrante del Consejo Directivo de Redim, educar a un infante con golpes “es insertarle en su ADN que la solución a los problemas, a las dificultades que se presentan día a día, es a través de la violencia”.
Villalobos comenta que existe una gran impunidad en la violencia física infantil porque “las niñas, niños y adolescentes siempre dependen de la visión de los adultos. Entonces, si los adultos consideran que sólo fue un golpe y no pasó a más (...) pues no va a pasar nada.
“Hay mucha impunidad emanada por la mala ejecución de lo que está plasmado en la ley”.
De acuerdo con Save the Children, de los 33 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México ocupa el primer lugar en violencia o maltrato físico infantil que está relacionado con el entorno familiar.
“No se ve a los menores de edad como sujetos de derechos, sino como una propiedad de los propios padres y de los cuidadores”, señala José Lugo Rodríguez, coordinador de Incidencia Política para la Protección de la Niñez de Save the Children.
Dice a EL UNIVERSAL que la niñez está atravesando la peor etapa de la vida, pues la violencia física ha ido aumentando año con año “y vemos que hay una descomposición social muy fuerte que tenemos que revertir de manera inmediata para que estos hechos no sigan siendo el pan nuestro de cada día”.
Agrega que en los casos de violencia que ocurren en el seno familiar “es poca la posibilidad de que las niñas, niños y adolescentes puedan acceder a alguna herramienta de denuncia”.
Menciona que cuando los menores de edad que son víctimas de este tipo de violencia llegan a ser atendidos en un hospital es común que los padres argumenten que se provocaron las heridas al caerse o al tener un accidente en el hogar.
Sostiene que la violencia física contra los menores de edad es, en muchas ocasiones, provocada por los juegos de los infantes, por el llanto o por sus gritos, que son conductas propias de la niñez.
“Pero esto para muchos padres resulta molesto. Cosas que son propias de la edad, se vuelven para los padres en algo que no saben gestionar o que no tienen las herramientas para poder manejar o entender las emociones de las niñas, niños y adolescentes”, explica.
Asimismo, José Lugo Rodríguez precisa que existen “una serie de elementos que permiten que la violencia física infantil no solamente se dé, sino que se normalice y que se reconozca como una situación de disciplina.
“Las acciones que no haríamos con un adulto, como gritarle si hace ruido u obligarlo a comer, se permiten con un menor de edad. Perdemos de visión que una niña, un niño o un adolescente también es una persona que tiene derechos y sus propios procesos de desarrollo”, refiere.
A su vez, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) destaca que en México son pocos los datos nacionales que permiten abordar con amplitud las manifestaciones de la violencia en el hogar.
“La carencia de datos o de un registro estadístico sobre este fenómeno aumenta las posibilidades de que niñas, niños y adolescentes sufran actos violentos de forma recurrente y reduce las probabilidades de que sus derechos sean garantizados, protegidos o restituidos”, destaca.
Además, expone que cuatro de cada 10 madres, y dos de cada 10 padres, sin importar el ámbito de residencia, reportan pegarle o haberles pegado a sus hijas o hijos cuando sintieron enojo o desesperación.