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Niñas maquilladas que utilizan tacones, que dicen que tienen novio y se comportan como pequeñas adultas buscando resaltar sus atributos físicos para algunos podría parecer alarmante, pero se ha convertido en un fenómeno muy común: se llama hipersexualización de la infancia y se promueve desde la publicidad, además de que afecta a niños y niñas en edades cada vez más tempranas, alertan especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Si a usted le parece común preguntarle a una niña o a un niño pequeño si ya tiene novio o novia; si cree que es gracioso que los menores escuchen reguetón o que incluso lo bailen; si los incentiva a utilizar ropa de mayores o incluso les dice que lucen “sexys” cuando lo hacen, cuidado: puede estar promoviendo un fenómeno que sicólogos de la UNAM han dado a conocer como “hipersexualización de la infancia”.
“La tendencia sexualizadora provoca que las pequeñas busquen la aceptación de los demás en función de su físico, lo que disminuye sus habilidades cognitivas, empuja a adoptar un rol pasivo y genera infantes frágiles”, explicó Gabriela Orozco, académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
“Crecerán sin el espíritu crítico necesario para salirse de ese esquema y pasarán gran parte de su vida tratando de encajar en un modelo físico que quizá es inalcanzable. Es un guión unilateral, no decidido ni negociado por ellas, porque procede del mercado”.
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Según especialistas, un factor preocupante de esta tendencia es que está de moda. Lo vemos todos los días en las portadas de revistas e incluso en la atención que se presta a actores o actrices infantiles, como es el caso de la estadounidense Millie Bobby Brown, protagonista de la serie Stranger things, quien en redes sociales y por distintos medios de comunicación ha sido calificada como “sexy” o “crecida” desde los 13 años.
La tendencia consiste en exaltar la sexualidad de los niños y presentarlos como adultos pequeños o “miniadultos”, en un proceso que no es natural y que además podría afectar su desarrollo, su salud mental y sicológica, lo que podría propiciar que comiencen a experimentar enfermedades como ansiedad, depresión, insatisfacción corporal, además de trastornos alimenticios, como anorexia y bulimia, así como un erotismo prematuro.
Por otro lado, en el caso de los varones, se puede llegar a promover un concepto de masculinidad desde el que se diga que la única forma de relacionarse afectivamente es a través de la sexualidad.
“Se promueve el erotismo prematuro de las niñas, que constantemente son bombardeadas con modelos de éxito social debido a sus atributos físicos. Esto las expone a comportamientos sexuales patológicos: visten ropa inadecuada, se maquillan y usan tacones”, explicó.
El problema es que son los mismos adultos, e incluso los propios familiares, quienes promueven estas conductas: se les regalan a las niñas muñecas que exaltan un ideal estético para las mujeres; se les permite a los niños jugar y navegar por internet libremente y sin supervisión con los dispositivos electrónicos de sus padres, además de que a muchos se les permite escuchar y bailar música con letras y videos que tienen alto contenido sexual y de violencia, como el reguetón.
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Esta sobreexposición los afecta mucho, porque los niños no tienen la madurez física y sicológica para procesar la información que reciben, que, en vez de ayudarlos a tener una infancia más plena y feliz, acelera su transición hacia la adolescencia.
A este proceso contribuyen los medios de comunicación y la publicidad, que transmiten campañas o mensajes dirigidos a resaltar los atributos físicos de los niños o las mujeres. Por ejemplo, en 2007, la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) denunció la tendencia a sexualizar a los niños mediante programación y publicaciones que resaltaban el éxito de las mujeres por sus atributos físicos, influyendo de manera particular en las niñas.
Otros estudios revelaron que las que niñas francesas menores de nueve años, influenciadas por los medios para cumplir los estándares de belleza, se perciben muy gordas o manifiestan un intenso temor a ganar peso.
En ese sentido, el papel de los padres, escuela y familia es muy importante, explicó la científica universitaria especializada en sicobiología y neurociencias de la conducta, puesto que desde estos ámbitos se debe prevenir la hipersexualización de la infancia a través de la enseñanza de valores y principios; se debe ayudarlos a desarrollar su autoestima a pesar de los patrones que dictan los medios de comunicación.
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“Es necesario dosificar y supervisar la información que les llega sobre música, juguetes, videojuegos, caricaturas y películas, y comprobar que los contenidos a los que acceden sean apropiados para su edad”, explicó.
“A los niños se les debe ayudar a desarrollar un sentido crítico, y la comunicación es importante, explicarles, inculcarles valores como la colaboración, el amor, el respeto; mostrarles que las personas valen por lo que son y no por el atractivo físico”.