“Toco madera”, dice el alcalde de Taxco, Mario Figueroa Mundo cuando se le pregunta si lo que impera en su ciudad no es una pax narca. La pregunta se le hizo porque en toda la entrevista dijo que todo está tranquilo. Que gobernar Taxco ha sido de lo más sencillo. Son las 2:00 de la tarde. La ciudad es un remanso de paz, en efecto. Sus callejones empedrados por donde visitantes y vecinos caminan sin prisa. Los aleros de las casas adornados con farolas y la arquitectura colonial de su iglesia. Un pueblo mágico.
Pero es sólo apariencia. De los 17 grupos del crimen que controlan el territorio estatal, la Familia Michoacana mantiene su hegemonía en Taxco desde que en 2015 peleó el territorio contra el desarticulado Guerreros Unidos, debilitado por la desaparición de los 43 normalistas en Iguala en 2014, y lograron sacarlos del municipio.
—¿Y cómo le ha hecho? —se le pregunta al alcalde.
—Ni me meto con ellos ni se meten conmigo.
—Pero ¿cómo logró eso?
—Les dije: no se metan ni con mis ciudadanos ni con mis turistas.
—¿A ellos, frente a frente?
—No, no. No como te lo estoy diciendo a ti. Bueno, creo que lo han entendido así —matiza.
‘Estoy sentenciado’
Tampoco es tan sencillo. Gregorio Portillo Mendoza, el exalcalde de Zirándaro, en la Tierra Caliente, estuvo a punto de morir en su intento, dice, de no vincularse de ningún modo. En entrevista cuenta que lo que siempre buscan los grupos criminales es control y sometimiento de las autoridades. “Los alcaldes no gobiernan. Quienes gobiernan son ellos. No hay lugar de Guerrero donde no suceda”. Gregorio fue alcalde de este municipio pegado a Michoacán en 2018 y logró terminar su periodo en 2021.
Lo logró porque cuando llegó a la alcaldía el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y la Familia Michoacana se enfrentaban por la zona. Él quiso mantenerse al margen, asegura. Con esa experiencia a cuestas dice que lo menos malo para un alcalde de Guerrero es que cuando llegue haya un grupo dominante. “Si no te quedas en medio de grupos rivales y te obligan a tomar partido. Y si te equivocas te carga la chingada”.
—¿Ocurrió en su gobierno?
—Sí, pero no lo permití. El CJNG me exigió que pidiera que el Ejército sacara a la Familia. Yo me negué.
A partir de allí lo persiguieron. Fue secuestrado y torturado. Eso lo obligó a salir del municipio y tratar de gobernar desde Chilpancingo.
—Lo estoy contando porque cuatro batallones del Ejército entraron a mi municipio a rescatarme. Así me liberaron. Si no...
—¿Y cuál es el otro escenario para un alcalde en Guerrero? —se le pregunta en un lugar de Chilpancingo.
—Que te toque un grupo hegemónico. En este caso ellos hacen todo lo posible por someterte. Y si no pueden someterte te aniquilan.
—¿En ese caso cómo sorteaste eso?
—Cuando queda el CJNG en Zirándaro me llamaban para darme instrucciones. Que mi policía les diera información sobre las acciones del Ejército, etcétera. Yo me negué. La línea de colaboración y sometimiento es muy delgada. Estoy sentenciado. Quise volver a ser candidato en 2021 pero me amenazaron. Ahora no puedo participar en política en mi municipio. Me aniquilaron políticamente. Y lo pueden hacer del otro modo. El nivel de impunidad es terrible.
Una sucesión de hechos desafortunados
Los arreglos entre las autoridades de Guerrero y el crimen se hicieron evidentes en 2012 cuando una célula de la Familia Michoacana sentó al alcalde electo de Teloloapan, Jesús Valladares Salgado, en una reunión en la que se acordó que el director de la policía municipal que nombrara no se metiera con ellos. El video fue subido a YouTube, donde aún puede verse, y fue de los primeros casos donde la Familia Michoacana fue mencionada como parte de la coacción a autoridades municipales.
Pudo haber sido el inicio. Para 2014, luego de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa se evidenció la implicación de autoridades municipales con el crimen. En noviembre de ese mismo año se conoció que el gobierno federal investigaba a 12 alcaldes de Guerrero por posibles vínculos con grupos del narco. Dos de ellos fueron detenidos: José Luis Abarca, de Iguala, y Feliciano Álvarez Mesino, de Cuetzala del Progreso.
Y en junio pasado se difundió un video en el que la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, se reunía con un presunto cabecilla de un grupo criminal. La reunión se supo luego de que la madrugada del sábado 24 dejaron un mensaje para la alcaldesa junto con cinco cabezas cercenadas sobre el cofre de una camioneta. Había dos más en la cajuela. Siete en total. Al respecto la alcaldesa se ha negado a dar detalles. En una entrevista en agosto pasado con este reportero dijo que se puso a disposición de la Fiscalía General de la República y que por recomendaciones de la dependencia no debía hablar del caso.
Se le preguntó si no estaba amenazada. Si no estaba condicionada. Si podía gobernar el municipio de Chilpancingo en pugna entre dos grupos criminales: Los Tlacos y los Ardillos. Se le preguntó cómo lo hacía. Dijo que sí que tenía miedo pero que no saldría huyendo. Que correría el mismo destino que sus ciudadanos. A la alcaldesa se le ha visto en actos públicos y abiertos después de estos hechos. La Fiscalía General del Estado (FGE) inició una investigación del caso pero la instancia se negó a dar mayor información a este reportero.
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Antes ocurrieron dos episodios más. El viernes 28 de abril todos los presidentes municipales de Tierra Caliente (excepto la de Zirándaro), la región donde operan el CJNG, Familia Michoacana y Tequileros, participaron en un bloqueo de las carreteras que dan acceso a la región (incluso por el lado de Michoacán) como respuesta a un decomiso de 25 vehículos último modelo que la FGE hizo en Pungarabato, controlado por la Familia Michoacana. El bloqueo de las vías duró tres días y no se destrabó hasta que los alcaldes se sentaron con la gobernadora Evelyn Salgado Pineda.
Es la primera vez que presidentes municipales —y tres diputados locales— participan en un bloqueo carretero que además está tipificado como delito por “bloqueo a las vías federales de comunicación”. Y es, sobre todo, la primera vez que ocurre luego de que son tocados intereses de particulares. Tampoco se pudo consultar en la Fiscalía del estado quién era el propietario del lote de automóviles. Sólo se supo que nadie, previo edicto, se presentó a reclamarlos. Lo que sí hizo la Fiscalía local fue iniciar una averiguación contra los presidentes municipales que participaron en esta protesta.
El segundo hecho ocurrió en octubre de 2022. Una célula de los Tequileros entró a la cabecera de San Miguel Totolapan, en la Tierra Caliente, y mató a todos los que estaban en una reunión en el que se discutiría refundar una autodefensa llamada Movimiento por la paz. En la asamblea estaba el presidente municipal Conrado Mendoza Almeda y algunos miembros de su gobierno. Fueron 17 los asesinados en la junta, mas tres alcanzados por balas perdidas. Veinte en total. Por los hechos no ha habido detenidos.
Buenos vecinos
El presidente municipal de Tixtla, en el Centro del estado, a 30 minutos de la capital, Moisés González Cabañas dice que ha aprendido a coexistir con la delincuencia. Su voz es calmada. Cuida cada palabra que dice. Por ejemplo, nunca menciona a ningún grupo por su nombre. Sólo dice “poderes fácticos” o “el tema”. Ningún alcalde menciona al diablo por su nombre, como si por no nombrarlo dejara de existir.
—Ha sido un tema complicado —dice cuando se alude a los Ardillos, el grupo dominante en su municipio—. Le hemos apostado a una coexistencia pacífica.
—¿Puede ser más explícito?
—Estamos tratando de construir la paz entre todos. Ha sido un tema complejo. Estamos apostando a un escenario menos violento.
—¿No confrontándose?
—Así es. El tema nos rebasa a los municipios. Y no es nada nuevo. Lo que hacemos aquí es no meternos en asuntos que no son nuestros. En el pasado se vivió un ciclo complicado. No queremos que se repita.
—Pero han tenido algunos hechos violentos. Como el asesinato a transportistas y la quema de sus vehículos —se le recuerda.
—La cercanía con Chilpancingo nos pega. Todo lo que pasa allá nos repercute. Colaboramos todo lo que podemos con las instancias federales y estatales. Los choferes eran de allá.
—¿Pax narca, entonces?
—No, respeto.
Gobernanza criminal
—Hay, en algunos puntos de Guerrero, una gobernanza criminal —dice desde Acapulco el doctor en Ciencias Políticas, Gabino Solano Ramírez, coordinador del observatorio de violencias Pievi de la Universidad de Guerrero.
—¿Y sin el eufemismo?
—Los alcaldes de Guerrero están en una situación complicada. Cercados por grupos de la criminalidad muchas de las veces creen que no haciendo nada, no metiéndose en esos asuntos, pueden mantener la gobernabilidad en sus municipios. O lo otro: teniendo que buscar acuerdos. Lo cierto es que con este término quiero decir que terminan, de facto, haciendo una alianza con ellos.
—No molestándolos.
—Así es. Pero deben tener cuidado porque la omisión también puede ser responsabilidad.
—¿Connivencia?
—Tampoco. Los ayuntamientos no tienen herramientas jurídicas para actuar contra este tipo de delitos que son sobre todo de carácter federal. Buscan acuerdos en aras de gobernabilidad territorial municipal. Para que no les violenten sus municipios, para que no cobren piso, para que controlen ellos mismos las extorsiones, etcétera.
—¿Desde cuándo tienen el registro de esta situación?
—Desde 2008, en particular. Pero se agudizó entre 2011 y 2012. Antes de 2000, en los 90, la gobernabilidad en los municipios se sostenía en los cacicazgos. Ahora está sujeta por los grupos criminales que dominan gran parte de Guerrero. De modo que cuando se pelean entre ellos desestabilizan regiones enteras.
Geografía del crimen
Los alcaldes de Guerrero están cercados por el crimen organizado.
En el Centro: Tlacos, Ardillos, Cárteles Unidos (más hacia la Montaña), y los Emes de reciente aparición. En Acapulco: los Rusos y el CIDA. En Costa Chica: Ardillos (en sus colindancias con Centro y Montaña), Rusos-Caborca (hacia Acapulco), Añorve y Carrillo (hacia Oaxaca). En la Montaña: Ardillos y Tlacos (con reminiscencias de Rojos).
En Tierra Caliente operan la Familia Michoacana, el Cártel Jalisco Nueva Generación y una célula local llamada los Tequileros.
En la región Norte operan Tlacos, Bandera y Familia Michoacana. En la Costa Grande: CJNG, Viagras, Familia Michoacana y tres células locales llamadas Granados, Arreola y Maldonado.
Y desde abril pasado hubo una reconfiguración. Cuatro de estos grupos se aliaron en algo que llamaron Federación Guerrerense, para enfrentar a la Familia Michoacana. Tlacos-Jaleacos, Arreola, Maldonado y Granados. Lo hicieron público en mantas que colgaron en cuatro regiones del estado (Costa Grande, Norte, Centro y Montaña). La Familia a su vez también hizo alianzas. Otro grupo de bandas se le sumó. Bandera, Ardillos, Rusos-Caborca y el CIDA de Acapulco se le han adherido. El CJNG, que domina amplias extensiones de la Costa Grande hasta Michoacán y algunas áreas de Tierra Caliente, opera sin alianzas aparentes. De este modo tres grandes grupos, con sus filiales, operan en Guerrero: Federación Guerrerense, Familia Michoacana y CJNG.
Panteones llenos
El alcalde de Taxco está sentado en un sillón de madera colonial cuando toca el descansabrazo y dice con aspaviento: “¡Toco madera!”. Tres de sus asistentes que están en su despacho lo ven y ríen. Uno de ellos graba en video la entrevista.
—Yo no me voy a pelear con esos cabrones. Ni tengo la capacidad de armamento ni tengo la capacidad de reacción —dice y recuerda que cuando fue candidato en 2021 sufrió dos atentados en los que estuvieron a punto de asesinarlo.
—¿Y a pesar de eso quiso seguir en la contienda electoral?
—Este mundo es de los valientes. Aunque de valientes estén llenos los panteones —dice. Ahora no ríen sus colaboradores.
Nueva tipología
—Tres tipos de alcaldes en Guerrero, dicen algunos actores políticos —se le pregunta a Gabino Solano del observatorio de violencia—. Los que son abiertos barones del narco, los que fueron impuestos por estos y los que son obligados o se ven orillados a buscar acuerdos con ellos. ¿Comparte esta tipología?
—Hay un cuarto. Los que creo que están limpios. Porque los hay. Sobre todo en aquellos municipios que no tienen ningún interés para la delincuencia. La otra tipología creo que tiene tamices. Muchos grises. No la había escuchado.
—¿Le resulta muy conveniente?
—Tal vez. En los tres casos me parece que estaría metida la criminalidad y entonces se estaría socavando la vigencia de la política.
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