México llega hoy al Día Internacional contra el con 3.3 millones de niñas, niños y adolescentes que laboran, siendo la pobreza el factor de mayor preponderancia para que los infantes y jóvenes trabajen.

Entre otros motivos, 26.6% lo hace por gusto o sólo por ayudar, 20.6% para pagar sus estudios y/o sus propios gastos, 15.3% porque el hogar necesita de su trabajo y 12.9% porque el hogar necesita de su aportación económica.

Miguel Ramírez, coordinador de Incidencia Política en Protección de la Niñez del organismo internacional Save the Children, explica a EL UNIVERSAL que la pobreza no es en sí el factor principal que empuja a trabajar a niñas, niños y adolescentes.

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“La pobreza sí es uno de los factores más importantes, pero no es el único. Se necesitan más, como por ejemplo, dificultad para acceder a la escuela, obstáculos para continuar con los estudios o que la familia se encuentre en el sector informal y que no tengan seguridad social. Es decir, no es sólo la pobreza, sino una serie de contextos alrededor de la pobreza que también empujan a las infancias y adolescencias a trabajar”, menciona Miguel Ramírez.

Asegura que México llega a este día con resultados “hasta cierto punto positivos, porque se han armado las instituciones, organismos como comisiones intersecretariales a nivel federal y estatal, que buscan atender el tema, y esto es un primer paso para poder avanzar realmente en la política pública que busca prevenir y erradicar el trabajo infantil”.

Aunque reconoce los esfuerzos que se realizan a nivel federal y en algunos estados, Ramírez comenta que “existe el gran reto de fortalecer las áreas de inspección laboral, que son las que detectan a niñas, niños y adolescentes en los centros laborales.

“También hace falta facultar a los inspectores laborales para poder vigilar el trabajo informal, que ese es un gran reto. Tenemos además a las y los trabajadores adolescentes que carecen de seguridad social, a pesar de que laboran en un centro de trabajo legalmente constituido”, refiere.

Considera que si no se diseñan más políticas públicas para erradicar el trabajo infantil en el país, las niñas, niños y adolescentes trabajadores están condenados a un futuro de pobreza.

“Niñas y niños que trabajan desde pequeños, difícilmente van a poder asistir a la escuela, o si lo hacen, enfrentan rezago educativo y no tienen los aprendizajes suficientes. ¿Y eso qué provoca? Que cuando lleguen a ser adultos no podrán aspirar a un buen empleo y tienen que buscar uno en condiciones precarias, que medio les permita obtener un ingreso”, expone.

De acuerdo con el Atlas de Trabajo Infantil, elaborado por esa organización no gubernamental con sede en Reino Unido, la mayoría de niñas, niños y adolescentes que laboran iniciaron entre los 6 y 8 años de edad, y 26% lo hace sin recibir ninguna percepción.

Destaca que apenas siete de cada 10 de quienes realizan trabajo doméstico en condiciones no adecuadas asisten a la escuela. “Los gastos de la escolarización representan un obstáculo a la educación; si la escuela se encuentra lejos de la vivienda y/o si los padres/madres perciben un nulo o escaso aprendizaje, optarán porque sus hijos e hijas trabajen como una forma más productiva del uso de su tiempo y de contribución con el sustento de su propia familia”, señala el documento de Save the Children.

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De acuerdo con la organización World Vision, Oaxaca presenta la mayor tasa de trabajo infantil en el país, con 21.5%, y el estado de Veracruz se encuentra en noveno lugar, con 13.1%.

Subraya que las principales ocupaciones no permitidas que realizan niñas, niños y adolescentes son actividades agrícolas, ganaderas, forestales, caza y pesca, seguidas de la minería, construcción e industria. El trabajo infantil atenta contra su desarrollo integral, violentando gravemente sus derechos y poniendo en riesgo su desarrollo físico, mental y social.

Óscar Castillo, director de Campos de Esperanza de World Vision México, asegura que aunque no se han actualizado los datos sobre trabajo infantil en México, se aprecia un mayor crecimiento de este problema.

En México es un hecho, dice, normalizar que un niño salga a trabajar, “y eso se ve como algo positivo porque se piensa que eso los ayudará a crecer y a prepararse más para enfrentar la vida, sin importar los riesgos a los que se exponen nuestras infancias y adolescencias”.

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