Graciela ha sido trabajadora del hogar en las últimas dos décadas, pero el 2020 y 2021 han sido los años más complicados para ella. En este periodo su jornada laboral se extendió, sufrió discriminación de la familia para la cual trabaja, se expuso más tiempo a materiales corrosivos como el cloro y se arriesgó a ser contagiada de Covid-19 por sus jefes.
A pesar de todo esto, Graciela reflexiona y dice que le fue bien en comparación con algunas de sus compañeras, quienes fueron obligadas a permanecer en la casa de sus patrones durante meses, ante el riesgo de que se pudieran contagiar.
“El último año ha sido muy estresante, muy cansado y complicado porque con la pandemia se ampliaron los cuidados, hay mayor uso del cloro, guantes, todo el día con cubrebocas, antes la jornada era de 8 horas y ahora son hasta 11, no hay horario de salida.
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"Pero a mí no me ha ido tan mal porque he conocido compañeras que no han salido para nada de su trabajo en todo este tiempo de pandemia , ahí se la han vivido, no las dejan salir porque se pueden contagiar, ese es el pretexto, es un año sin salir de su trabajo y sin ver a su familia. También conocí a una chica que estuvo tres meses encerrada y cuando por fin salió, sus empleadores le dijeron que para volver debía hacerse una prueba de Covid", comenta Graciela a EL UNIVERSAL bajo anonimato, por temor a represalias de sus jefes.
El relato de Graciela es avalado por distintas organizaciones especializadas en el tema, las cuales alertan que la pandemia agravó las condiciones laborales de este sector.
El Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar ( SINACTRAHO ), por ejemplo, ha recibido 220 quejas por abusos cometidos contra las empleadas, entre los que se encuentran la retención en el área de trabajo, explotación laboral, despidos injustificados, recortes salariales y de horas laborales sin previo aviso.
“A la fecha seguimos recibiendo numerosas quejas de compañeras a través de redes sociales y con el trabajo de campo que hacemos, sin embargo, muchas veces no se levanta ningún tipo de denuncia porque ellas no conocen sus derechos, se sienten intimidadas por sus empleadores o las autoridades no saben cómo atender estos casos”, señaló María de la Luz Padua, secretaria general del SINACTRAHO.
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Las autoridades han estimado que en México hay más de 2 millones de personas trabajadoras del hogar y la gran mayoría no cuenta con contratos, prestaciones, vacaciones y sólo 27 mil están inscritas en el Instituto Mexicano del Seguro Social ( IMSS ).
A estas condiciones precarias ahora se debe sumar la obligación de permanecer en sus áreas de trabajo durante meses, con el mismo o menor salario, sin ver a su familia y sin insumos sanitarios para prevenir el Covid-19.
“Supimos muchos casos de este tipo, los empleadores les dicen a las trabajadoras que no pueden entrar y salir para evitar contagios, lo cual ha generado explotación laboral , un ambiente de violencia contra ellas, desatención de sus hijos y sus familias han quedado en desprotección porque no están presentes”, lamentó Padua Orihuela.
El Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar ( CACEH ), que actualmente tiene contacto con 2 mil trabajadoras, también ha identificado este problema y la directora de la organización, Marcelina Bautista, no duda en señalar que algunas de estas personas han laborado en condiciones de esclavitud durante la pandemia.
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“En una forma de esclavitud moderna, con el Covid-19 muchas trabajadoras fueron encerradas y todavía hay algunas que siguen en esta situación, sus empleadores no las dejan salir para que no se contagien, las han tenido así hasta por siete meses, les dicen que podrán salir hasta que todo vuelva a la normalidad y no les consultan si están agusto”, señaló la directora de CACEH.
Esta semana, el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México ( Copred ) presentó una encuesta realizada a 428 trabajadoras del hogar, de las cuales 14 dijeron sentir presión por parte de sus empleadores para que se queden en su lugar de trabajo durante su periodo de vacaciones o en sus días de descanso.
Además, el 8.2 por ciento de las encuestadas dijo que realizar horas extra después de que concluyó su jornada laboral.
“El gobierno debe crear un medio de información muy estricto, basado en la ley, para concientizar a los empleadores sobre los derechos de sus trabajadoras, a ellas les dicen groserías, las ningunean y ellas por necesidad permanecen ahí”, opinó Marcelina Bautista.
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Cuarentena forzada
Ante los abusos de los patrones, las trabajadoras del hogar han permanecido unidas para defenderse. Graciela, quien se ha dedicado a esto desde los 15 años, compartió que si bien sus patrones no le han exigido quedarse en su lugar de trabajo, sí se lo han sugerido.
“A veces los señores se nos acercan y nos dicen: ‘Ahora no se vayan’, dicen que nos necesitan y que la situación está complicada, pero junto con mis otras dos compañeras nos hemos puesto al quite y nos apoyamos para no quedarnos”, relata Graciela.
Originaria de Oaxaca , esta empleada con 35 años viajó a la Ciudad de México desde joven para encontrar una mejor vida. El día de hoy gana 350 pesos diarios y debe mantener a dos hijos, uno de ellos en nivel preparatoria, por lo que no tiene oportunidades de ahorrar.
De igual forma, con la pandemia Graciela se dio cuenta de que, aunque lleva 20 años laborando con la misma familia, sus jefes no han garantizado sus derechos e incluso la han discriminado por la creencia de que se puede contagiar al entrar y salir de su empleo.
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Marcela Azuela, presidenta de Hogar Justo Hogar, consideró que la pandemia ha generado graves retrocesos en los derechos de este sector, sobre todo después de los logros del 2019, cuando se creó un programa piloto para inscribir a las empleadas al IMSS y México ratificó el Convenio 189 sobre las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos, con el cual el Estado está obligado a ofrecer protección a este sector de la población.
“Con la pandemia dimos muchos pasos atrás, en lugar de garantizar derechos se le dejó de pagar, no se les cuidó y se les dejó en la miseria. No será fácil salir adelante, con las trabajadoras tendremos que redoblar esfuerzos, mientras las instancias gubernamentales deberán lanzar campañas de sensibilización para que los empleadores hagamos nuestra parte”, señaló Marcela Azuela.
Desde Hogar Justo Hogar no han pasado desapercibidas las “cuarentenas” forzadas a las que se somete a las trabajadoras domésticas, una situación que les podría dejar afectaciones emocionales y mentales a corto y largo plazo.
“Algunas trabajadoras están viviendo una sobre explotación, abusos y casi esclavitud. Hay quienes prefirieron quedarse en casa de sus empleadores por la pandemia y está bien si es de común acuerdo, pero aun así ellas deberían tener horarios de trabajo porque si las tienen trabajando las 24 horas hay una sobre explotación”, comentó Marcela Azuela.
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La pandemia evidenció la crisis
Por su parte, Valeria Uribe, directora de la Fundación Panamericana para el Desarrollo ( PADF ) en México, dijo “con la pandemia se ha evidenciado más estos problemas de discriminación y precariedad laboral que enfrentan las trabajadoras del hogar”.
La especialista acusó que en el último año este sector ha sufrido una carga de trabajo excesiva, un aumento de las tareas y los horarios laborales sin que esto se vea reflejado en beneficios económicos o un mejor trato.
“Algo que hemos visto, y que es una violación a los derechos laborales , es que a muchas de ellas se les ha forzado a que se queden a dormir en sus lugares de trabajo, muchas se han quedado días, semanas o inclusive se alejan de sus familias por meses por el miedo de perder su trabajo”, señaló la directora de la PADF, una fundación de la Organización de los Estados Americanos ( OEA ).
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Uribe Robles agregó que además de que las trabajadoras se quedan en las casas de sus patrones, también corren otros riesgos, por ejemplo, una mayor exposición al cloro u otros productos corrosivos de limpieza, las envían a los supermercados para realizar las compras o no tiene insumos para evitar que sus propios patrones las contagien de coronavirus, pues ellos sí salen a la calle y no utilizan cubrebocas en sus propias casas.
Todas las ONG consultadas para este trabajo hicieron un llamado a las autoridades y la población para que juntos se garanticen los derechos de este sector de la población, mientras el SINACTRAHO tiene disponibles sus redes sociales para que ahí se puedan contactar las empleadas vulneradas.
A decir de las asociaciones, en los últimos dos años ha habido importantes en materia de políticas públicas, pero aún hace falta concientizar a los empleadores sobre los derechos que tienen las trabajadoras.
“Necesitamos que la gente nos ayude para que de una u otra forma se respeten nuestros derechos y se nos dé el lugar que nos merecemos en la sociedad”, concluyó Graciela, quien tiene como meta abandonar el trabajo doméstico para dedicarse a otra cosa y luchar por las garantías individuales de sus compañeras.