.— La detención de El Mayo revivió la historia que une al municipio hidalguense de Acaxochitlán con los Zambada García desde hace unas décadas, y que la mayoría del pueblo de origen nahua conoce.

La noticia cayó como un balde de agua fría entre la población que no ha dejado de manifestar su tristeza e indignación porque les viene a la mente la huella que dejó Jesús Reynaldo Zambada García, y su finca en los ranchos Los Alpes y Quinta Paloma, enclavados en la sierra.

La señora María Felipa tiene muy presente el apellido Zambada. Mientras pastoreaba borregos en las ruinas de lo que fue la hacienda del hermano de El Mayo, localizada en la comunidad de Los Reyes en el Barrio 12, cuenta a EL UNIVERSAL que se enteró de la detención de Ismael Zambada y que compareció ante la justicia estadounidense.

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El rancho Los Alpes y Quinta Las Palomas, escondites de Jesús Reynaldo Zambada, El Rey, en Acaxochitlán, Hidalgo está abandonado; los pobladores pastorean en la zona. Foto: Hugo Salvador | El Universal
El rancho Los Alpes y Quinta Las Palomas, escondites de Jesús Reynaldo Zambada, El Rey, en Acaxochitlán, Hidalgo está abandonado; los pobladores pastorean en la zona. Foto: Hugo Salvador | El Universal

De inmediato, recordó a El Rey Zambada, al que inmortalizaron como el gran benefactor de la comunidad porque en el tiempo que vivió en sus fincas dio trabajo a cientos de personas en dos principales actividades: la crianza de puercos y vigilancia del inmueble de aproximadamente 60 hectáreas.

“Yo lo conocí, tenía peones, hartos peones, le decían El Rico, por eso. Aquí estaba la porquera, tenía puercos, a veces nos regalaba en la Navidad o para alguna fiesta; también tenía unos pavos grandotes y venados. Mis hijos, hermano y suegro trabajaban para él, pagaba bien”, cuenta mientras observa lo que queda de aquella prosperidad.

María Felipa, de unos 70 años, describe a la esposa de El Rey, como delgadita y a él como bueno y alto. Detalla que llegaba a la comunidad para supervisar a los peones. Tras su detención, en 2008, comenta que la policía fue a las propiedades “y aventaron las ventanas” y no respetaron a los animales.

“Cuando lo detuvieron mi hermano ya no vivía, pero trabajó mucho tiempo con ellos. También mi suegro trabajaba con él, recortaba sus plantas porque por su edad ya no podía trabajar en otro lado, a veces lo iba a visitar y le daba dinero”.

—Y cuando lo capturaron, ¿qué sintieron ustedes?

—Pues yo me sentí mal, porque ahí trabajaban mis hijos. Trabajaban con ellos y era bueno. Ahora dicen que está en el otro lado, Estados Unidos, no sé si ya salió, o sí ahí está todavía, unos dicen que ya no vive, unos dicen que sí… una vez lo pasaron por televisión, cuando lo vemos nos sentimos mal—, agrega.

Ataviada con un sombrero y un rebozo, la pastora comenta que los hermanos organizaban fiestas durante septiembre en sus propiedades. A pesar de que ella vivía a distancia considerable, hasta allá se escuchaba cómo quemaban castillos los anfitriones Zambada.

Para el señor José, el dueño de Los Alpes era “muy buena gente”, pues asegura que una vez organizó un evento en la escuela de su barrio y El Rey les regaló un puerco. Las buenas acciones de Zambada y los empleos que daba lo motivaron a acercarse al sinaloense.

“La gente de aquí [Los Reyes] lo quería mucho, querían mucho al señor. Les digo que era muy buena gente. No sabía que así de malo era, nada. Le decían El Rico, yo lo medio conocí, mi compadre era el encargado y vine a pedir trabajo”, dice a EL UNIVERSAL.

Fue en varias ocasiones para pedir empleo como peón, pero siempre estaban completos. A pesar de eso, notaba que El Rey trataba bien a todos y agregó que tal vez fueron los mismos trabajadores quienes lo delataron.

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De las fincas ya sólo quedan estructuras de concreto deterioradas por el paso del tiempo; llegan a ser visitadas por algunos curiosos, quienes encuentran las siglas MZ en una estancia. Foto: Hugo Salvador | El Universal
De las fincas ya sólo quedan estructuras de concreto deterioradas por el paso del tiempo; llegan a ser visitadas por algunos curiosos, quienes encuentran las siglas MZ en una estancia. Foto: Hugo Salvador | El Universal

“Vine dos veces a ver a mi compadre, él me decía que ya estaban completos. Otra vez vine y me dijo lo mismo. Pero, no sé, eran los mismos trabajadores, que le hicieron trampas, quién sabe, no se sabe. Los peones llegaban unos de noche y unos de día, aquí era nada más de criadero, el señor se quedaba en el otro rancho”, afirma.

A unos meses de que las autoridades retiraran los bienes de los hermanos Zambada, las personas comenzaron a saquear lo poco que quedaba. Actualmente ambos terrenos son utilizados para el pastoreo de borregos y vacas, pero el sueño de revivir el criadero continúa.

¿Le gustaría que él volviera a levantar esto?

—Ah, sí, me gustaría, pero quién sabe si él regrese.

¿Ha escuchado que detuvieron a su hermano Ismael Zambada? — No, se me hace que vino para acá pero yo conocí al señor, el de aquí, el patrón que era de aquí.

El padre del señor José trabajaba para los Zambada, cuidaba las plantas de la Quinta Paloma. Ahora, se dedican al pastoreo de borregos y afirma que cualquier persona puede pasear por ambas fincas sin problema. “Aquí lo recuerdan muchos, lo tienen muy presente. Yo medio lo conocí, porque nomás lo encontraba yo por ahí con su tigre o león. Pero es que empezó a comerse a los caballos”, dice entre risas.

En aquel octubre de 2008 cuando El Rey fue capturado en la Ciudad de México, hubo repercusiones directas en Los Reyes, como en la vida de Amelia, cuando catearon los ranchos y su cuñado enfermó de diabetes. “Uno de mis cuñados trabajaba para el señor y él se espantó, porque lo rodearon policías, rodearon el rancho, pero a él no lo agarraron allí. A mi cuñado le dio diabetes y ahorita se está muriendo”, cuenta Amelia.

A pesar de eso, recuerda con cariño la fuente de trabajo que Zambada dio al pueblo mágico de Acaxochitlán, pues siempre fue bondadoso con sus empleados y a menudo les regalaba animales para sus festividades. “La verdad que para nosotros El Rey era bueno. Allí nunca se supo que hubo droga, ahí hubo trabajo y pagaba bien. Primero tenía ganado y luego puso puercos. Yo nunca escuché a los peones decir que les haya pedido hacer algo [ilegal], solo trabajo. Y todavía fue a otra comunidad y vio que la gente es pobre y metió más ganado”, explica.

“Trataba bien a los trabajadores y les regalaba cosas, en el rancho de don Jesús, Jesús Zambada, sí ayudaba a la gente que trabajaba con ellos. Creo que ya no está el señor de aquí… sí supe que detuvieron al hermano, yo oigo las noticias”, dice una vendedora.

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Entre los pobladores se cuenta que El Rey Zambada llegaba cada viernes a su rancho, entre los límites de Hidalgo y Puebla. Foto: Hugo Salvador| El Universal
Entre los pobladores se cuenta que El Rey Zambada llegaba cada viernes a su rancho, entre los límites de Hidalgo y Puebla. Foto: Hugo Salvador| El Universal

Sin embargo, de aquellas fincas ya sólo quedan estructuras de concreto abandonadas y deterioradas por el paso del tiempo, visitadas por algunos curiosos que en algunas pintas las bautizaron como “la herencia de Zambada al pueblo”.

En un recorrido realizado por este diario se observó que las fincas estaban compuestas por caballerizas, criaderos de puercos, borregos y venados, así como la residencia principal de los hermanos Zambada, formada por cinco habitaciones, dos chimeneas y un amplio mirador hacía pinos y árboles frondosos.

Algunas de las habitaciones están marcadas con las iniciales MZ, como una señal de que se está en territorio de los Zambada García, hoy en desgracia por la caída de su máximo líder, El Mayo.

Entre los pobladores se cuenta que El Rey Zambada llegaba cada viernes a su rancho, aledaño a la laguna Omilteme, enclavada en el bosque entre los límites de Hidalgo y Puebla, un lugar perfecto para pasar desapercibido.

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