El crimen de , secretario general con licencia del PAN estatal, recibió la condena de un sector de la población que conoce a los Lezama por su trabajo político y social en la zona oriente del estado.

Los Lezama, del municipio de Cuautla, son reconocidos también por su lealtad al PAN. Es posiblemente el apellido con mayor arraigo del panismo morelense, y desde la década de los 90 son considerados como los aliados indispensables para contender por la dirigencia estatal de Acción Nacional. Son también el fiel de la balanza para ganar una elección.

En el seno de esa familia, formada por Juan Barrera y Gustavo Lezama creció Giovanni y desde adolescente acompañaba a su mamá, entonces regidora en el Ayuntamiento de Cuautla, a las sesiones de cabildo.

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Era un muchacho inquieto y pronto se convirtió en parte del equipo del PAN municipal que pegaba propaganda, colgaba y descolgaba lonas de los candidatos.

“Fueron tiempo difíciles”, contó un día a sus amigos, al evocar esos episodios del PAN Morelos que rindieron frutos en el 2000 con el triunfo de su candidato a la gubernatura Sergio Estrada Cajigal, pero su familia ascendió en la escala política con el siguiente gobernador del PAN, Marco Adame Castillo (2006-2012).

Su padre fue diputado y posteriormente lo fue su mamá, mientras que él combinaba su trabajo de partido con el estudio y así logró terminar la licenciatura en Derecho en la Universidad Privada del Estado de Morelos, cuya carrera le permitió colaborar como auxiliar jurídico del grupo parlamentario del PAN, asesor jurídico del diputado Rufo Villegas Higareda y director jurídico de Acción Juvenil Estatal Morelos, entre otros cargos.

En los últimos encuentros con sus amigos, Giovanni Lezama retomó el discurso que plasmó en su presentación como regidor en la página del Ayuntamiento de Cuautla.

“Coincido en que se debe de construir una verdadera alternativa democrática con rumbo claro y con un proyecto que contribuya verdaderamente en un desarrollo de bienestar, seguridad así como económico y social”, escribió entonces.

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Era un joven con aspiraciones para modificar y mejorar el entorno de las familias, tenía facilidad para cabildear y significó una pieza importante en la decisión del PAN para admitir la candidatura de la senadora Lucía Meza como abanderada del panismo a la gubernatura.

A sus 36 años, cuenta Andrés Salas, uno de sus amigos más cercanos, Giovanni tenía las tablas para cabildear y era buen negociador político, conciliador y noble.

El joven político aspiraba a una curul en el Congreso de Morelos y había alcanzado los acuerdos para que la alianza Va por Morelos le concediera contender por el séptimo distrito local por Cuautla, su terreno.

El crimen del regidor deja sola a una esposa y en la orfandad a una niña de siete años de edad.

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ag/rcr

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