Luego de meses de espera, y en medio de un dispositivo sanitario, 46 mil estudiantes realizaron el examen de admisión a nivel bachillerato, el cual se había pospuesto desde junio por la emergencia sanitaria del Covid-19.
Con cubrebocas y careta, desde las 7:00 horas de ayer los jóvenes llegaron a las 142 sedes en las que se aplicó la prueba de la Comisión Metropolitana de Instituciones de Educación Media Superior (Comipems).
El ambiente en el que se desarrolló esta primera jornada de exámenes fue ambivalente, pues mientras las autoridades procuraron medidas de sana distancia entre los aspirantes, afuera las familias se amontonaban.
Los puestos de comida y ropa se convirtieron en el punto de reunión de padres y madres, quienes por momentos también se olvidaban de usar el cubrebocas para platicar o consumir algún alimento.
Aunque las autoridades educativas y de seguridad pública establecieron perímetros de 500 metros para que los familiares no se acercaran a los inmuebles, la gente superó esa barrera y atiborró calles, banquetas, restaurantes, camellones y parques.
Frente a esta situación, algunos policías pidieron que se dispersara la zona. El llamado fue atendido parcialmente durante las tres horas de la prueba.
Quienes salieron ganando fueron los vendedores ambulantes, pues a pesar de que la cantidad de gente era mucho menor a la de años pasados, presumieron haber tenido ventas similares a las de anteriores ocasiones.
Alrededor de las 11:00 horas, los primeros estudiantes comenzaron a salir de la ESIQIE entre ovaciones y aplausos.
Aplausos que no sólo sirvieron para animar a los jóvenes, sino que también escondían el anhelo de quienes esperan tener una buena noticia: que sus hijos sigan adelante con sus estudios.
“Estamos preocupados porque queremos un lugar para ellos, que tengan una escuela que ya se abra (...) porque no es lo mismo tomar las clases en línea”, compartió Adriana, madre de uno de los aspirantes.
Medidas sanitarias
Mientras el tumulto de padres de familia se hacía cada vez más grande en las sedes de la Comipems, los estudiantes se formaban con nerviosismo para poder ingresar a su examen.
Para realizar la prueba algunos llegaron hasta con guantes, pero otros batallaban porque olvidaron la careta obligatoria. Para los olvidadizos había dos opciones: podían comprar una careta hasta en 70 pesos o esperaban a que las autoridades les dieran una.
Este año, la Comipems definió aplicar su examen durante este fin de semana y el próximo para que hubiera menos alumnos en los salones. También se aplicaron otras medidas, por ejemplo, se tomó la temperatura, se repartió gel antibacterial y en los salones sólo podía haber 25 personas.
El entusiasmo de los aspirantes por realizar su examen los llevó a viajar grandes distancias, a pesar de los riesgos que eso implica en tiempos de Covid-19.
Erick Gael tuvo que levantarse a las 4:00 horas y hacer un trayecto de dos horas para llegar al Colegio St. John’s, en el sur de la capital. “El cubrebocas era obligatorio dentro de la escuela, nos regalaron mascarillas y la debes de portar todo el tiempo hasta que termines y salgas de la institución”, relató.
Otra joven que viajó desde lejos para hacer su prueba fue Telma, quien hizo cuatro horas desde Huauchinango, Puebla.
“Nosotros viajamos desde ayer [viernes 14 de agosto]. Hicimos cuatro horas y nos quedamos en el centro con unos vecinos. Queremos que nuestra hija se quede en una escuela de la UNAM.
“Venir hasta acá sí es un gasto, sobre todo en estos días, estamos todos en crisis, ni modo, es un esfuerzo, pero si ella tiene el sueño de estudiar Derecho, hay que apoyarla”, comentó su papá.
Fue así como se desarrolló la primera jornada de aplicación del examen Comipems. Se espera que hoy sean más de 60 mil estudiantes los que se presenten en distintos puntos de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México para realizar la prueba.