El 24 de marzo de 1999, la Organización del Tratado del Atlántico Norte ( OTAN ) que entonces comandaba Javier Solana, inició un bombardeo -unilateral- sobre lo que entonces era Yugoslavia , ello, con la finalidad de evitar la “limpieza étnica” en contra de la población albanesa en Kosovo.
Fue en la primavera de 1999 que la situación en la región de los Balcanes , se complicó por la falta de acuerdos y terminó con un bombardeo que duró 78 días.
Se trató de la Operación Fuerza Aliada que la OTAN puso en marcha, ello bajo el argumento de que se trató de un bombardeo sobre Yugoslavia, por razones humanitarias, toda vez que se buscó detener los ataques en contra de la población albano.-kosovar.
Fue un ataque unilateral, toda vez que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas , no autorizó la intervención militar, ello por la oposición de China y Rusia.
En aquel entonces, también hubo que velar por la población mexicana que se encontraba en la zona de Serbia y Montenegro.
El embajador Carlos González Magallón, fue el diplomático mexicano al que le tocó hacer frente a ese ataque que se vivió.
En entrevista con EL UNIVERSAL , recordó lo que tuvo qué hacer para dar protección a la comunidad mexicana en el lugar e incluso, velar por intereses de otras naciones como España y Canadá, a petición de partes.
“Lo que yo viví tiene una enorme diferencia con lo que ocurrió en Ucrania , con el ataque de Rusia. A partir de que los serbios se rehusaron a firmar acuerdos, había una certeza de que iba a haber un ataque.
"En el caso de Ucrania, mis colegas diplomáticos no tenían certeza de ello, se sufrió una invasión de tropas , entonces para ellos (el personal de la embajada de México en Ucrania) fue peor”, mencionó.
En 1999 era Rosario Green quien encabezaba la Secretaría de Relaciones Exteriores, quien de inmediato dio la orden de dar la protección a la comunidad mexicana.
En Serbia, señaló el embajador González Magallón , había poco más de 50 mexicanos (algunos con sus familias mixtas), en tanto que en Montenegro no se registró presencia de connacionales.
Además del embajador González Magallón, estaban dos diplomáticos mexicanos más que conformaban el personal de la representación diplomática: el entonces consejero (hoy ministro) Enrique Maldonado y el técnico administrativo, Ramón Flores; además de los empleados locales (chofer, traductor, personal de servicio).
“Comenzamos a ubicar a las personas mexicanas y les ofrecimos el traslado de Belgrado hacia Budapest y de ahí a México, para quienes así lo quisieran. La mayoría de las personas aceptó, hubo quienes no quisieron el traslado, también.
"Yo recibí instrucciones precisas de apoyar en todo momento a la comunidad”, señaló el diplomático mexicano, ya en retiro.
Todo el traslado de connacionales se hizo con el total apoyo económico de la Secretaría de Relaciones Exteriores . Se les desplazó de Belgrado a Budapest, ello con el tiempo previo al inicio de los bombardeos.
Además del embajador González Magallón, estaban dos diplomáticos mexicanos más que conformaban el personal de la representación diplomática, además del personal local (chofer, traductor, personal de servicio).
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“A mí me dijeron: te dejamos a tu criterio, si lo deseas, puedes abandonar Yugoslavia antes de que empiecen los bombardeos. En la embajada habíamos tres: un consejero, el de administrativo y yo, todos diplomáticos de carrera”, indicó.
A pesar de que al embajador se le dio la opción de salir de la zona, se le sugirió también considerar quedarse, dicho no por la entonces canciller.
González Magallón se reunió, entonces, con las dos personas más que conformaban el personal diplomático en la embajada. Externó su decisión de quedarse en Belgrado, y les dijo que si su decisión era irse de la zona, tendrían todo el apoyo.
“El problema es que los tres éramos casados con mujeres no mexicanas y ninguna de las mujeres se quiso ir a México y tampoco a sus países de origen”, rememoró, “así que las esposas, con menores, decidieron desplazarse a Budapest , Hungría”.
Llegó entonces el 24 de marzo de 1999 y el ataque de la OTAN comenzó.
“Fue algo muy sui géneris . La OTAN tenía reglas y las cumplió: dijo que los ataques serían únicamente por la noche y así fue, en el día no pasó nada, pero no nos confiamos. Era más fácil resguardarnos de los ataques en la noche, aunque era todo un espectáculo.
"La artillería antiaérea en la noche iluminaba el cielo, era toda una tentación salir a ver las luces, pero yo les dije a mis colegas que lo evitáramos”, expuso.
El diplomático mexicano señaló que se resguardó en el sótano de la residencia de México en Yugoslavia , hecho que describió incluso como una cosa hasta surrealista.
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“Me sentaba en las tardes a ver la televisión italiana y veía cómo despegaban los aviones de la base aérea, para aventarnos bombas. Todas las noches que duró el ataque permanecí resguardado”, relató.
Este embajador formado en las filas del Servicio Exterior Mexicano mencionó que en aquel momento ocurrieron dos incidentes que puso al personal mexicano muy nervioso. Y es que el secretario de la OTAN, Javier Solana , había declarado que un serbio, que había participado en crímenes de guerra, era un blanco para ser eliminado.
“Y esa persona vivía al lado de la residencia. En ese momento tomé la decisión de abandonar la residencia y me fui al hotel en donde principalmente se alojaban los periodistas”, mencionó.
A diario realizó informes que fueron enviados a la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Otro de los obstáculos que comenzaron a enfrentar fue la escasez de suministros, comenzando por la gasolina, la cual era racionada.
“Nos daban opciones y autorización para que las personas con vehículos pudiesen hacer el abasto de alimentos y medicamentos. Pero para cargar gasolina eran filas de hasta 12 horas.
“Los tres que conformábamos la embajada nos turnamos para visitar a las familias en Budapest y hacer el abasto. Con la camioneta, que era propiedad de la embajada, se hacía el desplazamiento, pero no puedo describir la sensación que era el manejar por las carreteras desiertas en donde solamente había pipas de gas y vehículos militares”, detalló.
Todos los desplazamientos que hicieron los mexicanos, fue en coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores . Aseveró que México era muy querido en la región y reconocido principalmente en lo cultural.
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“Nuestro mayor temor es que pudiese haber un ataque terrestre. Nosotros exigimos que nos dieran garantías de no tener problemas al desplazarnos, y nos recomendaron poner banderas de México en el auto y letreros”, añadió.
Un incidente que acrecentó el temor, fue un bombardeo a la embajada de China.
Otro asunto que le tocó enfrentar al embajador Carlos González Magallón , es que personal de las embajadas de Canadá y España, por separado, pidieron a México que representara sus intereses ante el gobierno de Yugoslavia.
“El representante de España nos dio en custodia archivos, invocando un convenio de asistencia recíproca de protección, además nos pidieron que veláramos por los ciudadanos españoles.
"El entonces canciller de España, Abel Matutes , me llamó para pedir protección de tres periodistas españoles que habían entrado a Kosovo. Hablamos con el Ministerio de Relaciones Exteriores en Yugoslavia, pudimos sacar a los periodistas y darles protección”, mencionó.
El gobierno de Canadá lo que pidió a México fue velar por la embajada.
Algo que también tuvo que resistir el embajador, es que ese 24 de marzo de 1999, su esposa tuvo una intervención quirúrgica en el Hospital Militar .
“Fue una operación de emergencia, y ante el conocimiento de que caerían bombas, se tomó la decisión de que todos los enfermos fueron desplazados a los sótanos del hospital. El Hospital Militar fue respetado y todo salió bien”, celebró.
En esos 78 días en que la OTAN bombardeó Yugoslavia, aparentemente se tuvo una cifra de dos mil 500 fallecidos y 12 mil 500 heridos, sin embargo, las cifras no son claras.
Se destruyeron edificios oficiales, refinerías y unas 25 mil casas que fueron destruidas, además de que la mayor parte de la red de comunicación quedó inoperativa.
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