Tras casi 40 años en el poder, el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, presentó ayer su dimisión con efecto inmediato, lo que desató celebraciones en las calles de Harare, la capital del país.

Y lo hizo a través del presidente del Parlamento, Jacob Mudenda, quien leyó la renuncia en su nombre. De ese modo, el mandatario de 93 años evita un proceso de destitución en el Parlamento que se iba a iniciar ayer mismo, casi una semana después del golpe de Estado en el país africano.

Ahora, el Parlamento se encargará de “que se ponga el proceso legal correspondiente para que el país pueda seguir avanzando”, dijo Mudenda.

En Harare la gente se lanzó a la calle. Muchos bailaban, se abrazaban y mostraban su alegría. “Estoy tan contento”, dijo Kenneth Chimbuya, de 43 años. “Hoy es un día para la alegría: hemos pasado 37 años con Mugabe”, dijo. Muchos hacían ondear la colorida bandera de Zimbabue. “He esperado toda mi vida este día”, afirmó Gloria Teya. “Es un día de esperanza y alegría”, dijo la joven de 25 años.

La dimisión de Mugabe, según la declaración que se leyó, fue por voluntad propia y tiene efecto inmediato. Por el momento no está claro quién lo va a suceder, aunque la cuestión tendría que quedar definida hoy.

Emmerson Mnangagwa, que fue destituido de la vicepresidencia de Zimbabue a principios de noviembre y que huyó a Sudáfrica al temer entonces por su vida, dijo que regresará al país, tras felicitar “al pueblo de Zimbabue por lograr este momento histórico... Juntos aseguraremos una transición pacífica hacia la consolidación de nuestra democracia y daremos un nuevo comienzo para todos los zimbabuenses”.

Morgan Tsvangirai, líder de la oposición, pidió la celebración de elecciones justas y libres cuanto antes sea posible. De todos modos, en Zimbabue hay elecciones previstas para 2018, a las que el nonagenario mandatario tenía previsto presentarse.

El partido gubernamental, Zanu-PF, anunció que se celebrarán elecciones dentro de 48 horas.

El Zanu-PF y la cúpula de los golpistas liderados por Chiwenga prevén que el sucesor sea Mnangagwa, de 75 años. Conocido con el sobrenombre de Cocodrilo, Mnangagwa es desde hace décadas uno de los principales líderes en la cúpula de poder del país africano. Con Mugabe ha sido ministro de Justicia y ha estado al frente del servicio secreto, entre otros cargos.

Expertos señalan que el despido del vicepresidente Mnangagwa y los esfuerzos de Mugabe por encumbrar a su mujer Grace (de 52 años) como sucesora desencadenaron la asonada.

La renuncia de Mugabe es una “oportunidad histórica para el pueblo de Zimbabue” y para poner fin al “ais-lamiento” del país africano, indicó el gobierno de Estados Unidos, que llamó a celebrar elecciones “libres, justas e inclusivas”.

Amnistía Internacional (AI) exigió un nuevo comienzo democrático en Zimbabue. Decenas de miles de personas fueron torturadas con Mugabe, muchos opositores desaparecieron de forma misteriosa o fueron asesinados, recordó el secretario general de ese organismo, Salil Shetty. En el mismo sentido se pronunció Human Rights Watch (HRW).

En Europa, la primera ministra británica, Theresa May, dijo que este paso ofrece la “oportunidad de forjar un nuevo camino libre de la opresión que caracterizó su gestión”.

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