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Kiev.— El presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, desmintió ayer que Bakhmut, en el este del país, haya sido capturado por Rusia, tal y como reivindicó Moscú la víspera.
El grupo paramilitar ruso Wagner, cuyos efectivos estaban en primera línea en los combates, y el Ministerio ruso de Defensa, aseguraron el sábado que Bakhmut había sido “totalmente liberada”. Durante los últimos meses, esa localidad se convirtió en el epicentro de los combates en la guerra lanzada por Rusia en febrero de 2022.
Las tropas rusas están en Bakhmut, pero “la ciudad no está ocupada”, declaró Zelensky, al margen de la cumbre del G7 en Hiroshima, Japón, a la que asistió para recabar apoyos diplomáticos y ayuda militar.
“Hoy están en Bakhmut. Bakhmut no está ocupada por Rusia hoy”, dijo Zelensky en una conferencia de prensa.
Compara urbe con Hiroshima
“Deben entender que no queda nada ahí”, dijo el dirigente, que comparó la situación de Bakhmut con la de Hiroshima tras la explosión de la bomba atómica: “No hay absolutamente nada vivo, todos los edificios están destruidos (...) Una destrucción absoluta”, dijo.
El comandante de las fuerzas terrestres ucranianas, Oleksander Syrsky, informó que sus tropas sólo controlan una parte “insignificante” de Bakhmut, pero que continúan “avanzando” en los flancos al norte y al sur de la ciudad. La viceministra ucraniana de Defensa, Ganna Maliar, afirmó que las fuerzas de Kiev habían “rodeado parcialmente” Bakhmut gracias a sus avances al norte y al sur de la ciudad, lo cual “hace muy difícil la presencia del enemigo” en la localidad.
Indicó que las fuerzas ucranianas siguen controlando “algunas instalaciones industriales e infraestructuras” en la localidad. La toma de Bakhmut, que en los últimos meses había sido conquistada en 90% por los rusos, fue reivindicada el sábado por el jefe de Wagner, Yevgueni Prigozhin, quien aseguró que traspasaría el control de la ciudad al ejército ruso el 25 de mayo. Ayer domingo, Prigozhin insistió en que Bakhmut fue tomada “hasta el último centímetro” dentro de sus “fronteras legales”. “No hay ni un solo soldado ucraniano en Bakhmut”, recalcó Prigozhin.
El presidente ruso, Vladimir Putin, felicitó a los combatientes de Wagner y al ejército por “la consecución de la operación para liberar” Bakhmut y prometió condecorar a los militares que se distinguieron en la batalla, que empezó el pasado verano boreal. Si se confirmara la caída de Bakhmut le permitiría a Rusia anotarse una victoria clave tras una serie de humillantes derrotas, justo cuando Ucrania dice estar preparando una gran contraofensiva con las armas suministradas por Occidente.
Obtiene más apoyo militar y diplomático
Al margen de la cumbre del G7, Volodimir Zelensky se entrevistó con varios mandatarios, incluido el presidente estadounidense, Joe Biden, quien destacó que Putin “no romperá” la “determinación” de los occidentales de apoyar a Ucrania. En ese encuentro, Zelensky obtuvo la promesa de que Estados Unidos suministrará a Ucrania más munición, artillería y vehículos blindados, después de que Washington accediera a entregar los aviones de combate F-16 que Kiev llevaba tiempo reclamando. Según indicó Biden, el presidente ucraniano le “aseguró firmemente” que Kiev no atacará territorio ruso con esos aviones.
Se cree que Moscú y Kiev han registrado importantes pérdidas en Bakhmut, una ciudad que antes de la guerra tenía unos 70 mil habitantes y que actualmente está en gran parte destruida por los combates.
Rusia denuncia xenofobia
Mientras, el Ministerio de Exteriores de Rusia repudió ayer la cumbre del G7 celebrada en Hiroshima, Japón, como un ejercicio de xenofobia resumido en “conjunto de declaraciones llenas de odiosos pasajes antirrusos y antichinos”.
Tal y como denunciara el sábado pasado el titular de la cartera, Sergei Lavrov, el Ministerio ruso ha condenado las críticas vertidas por los líderes del grupo tanto a la invasión rusa de Ucrania como a la política “expansionista” de China. “El resultado del evento del G7 son decisiones politizadas destinadas a trazar líneas divisorias en las relaciones internacionales”, según ha hecho saber el Ministerio de Exteriores en un comunicado.
Moscú acusó a la organización, el antiguo G8 hasta que Rusia fue expulsada por la anexión de Crimea en 2014, de haberse convertido en una “incubadora”, donde “bajo el liderazgo de los anglosajones, maduran iniciativas destructivas que socavan la estabilidad global (...) El pánico que está generando un mundo multipolar, alejado de la hegemonía estadounidense-céntrica que se ha apropiado de este mundo, ha obligado a los miembros de esta organización a volcar sus esfuerzos para avivar la histeria rusófoba y sinófoba”.