París.— La segunda vuelta de las presidenciales en Francia se aproxima con el mandatario-candidato Emmanuel Macron aventajando en los sondeos a su rival de Agrupación Nacional, Marine Le Pen.
Pero aun cuando los barómetros favorecen al candidato de La República en Marcha, la victoria no está grabada en piedra. La salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) y el paso del populista Donald Trump por la Casa Blanca son dos claros testimonios de que siempre hay margen para la equivocación.
Además, nunca antes la candidata populista y heredera del xenófobo Frente Nacional, hoy Agrupación Nacional, había gozado de tanta popularidad entre el electorado francés.
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Las urnas abrirán el domingo dándole a la hija del ultra Jean- Marie Le Pen 46% de la intención del voto, de acuerdo con NspPolls, que recopila datos de las encuestas realizadas con motivo de las presidenciales.
Si bien, en comparación al Brexit y Trump, la diferencia en esta elección es mayor, ocho puntos en comparación a dos en dichas contiendas, el punto de partida le otorga a Le Pen la posibilidad de vencer al presidente Macron, quien se impuso en la contienda anterior, en 2017, con 66% de los votos. Esta situación inquieta particularmente en Europa, considerando que una presidenta Le Pen tendría implicaciones no solo para la membresía de Francia en la Unión Europea, sino para el proyecto comunitario, aun cuando en el debate de televisión del pasado miércoles, el único entre los aspirantes, aseguró que no quiere abandonar el bloque.
“Una presidencia Le Pen presagia cambios drásticos en términos del lugar de Francia dentro de la Unión Europea. Le Pen ya no aboga férreamente por la salida de Francia de la UE y del euro, Frexit, como lo hizo en 2017, pero su programa, si se implementa, plantea desafíos críticos para la permanencia de Francia”, señala a EL UNIVERSAL James Shields, profesor de Política Francesa de la Universidad de Warwick.
“Su principio clave es la ‘prioridad nacional’, prioridad para los ciudadanos franceses en empleos, vivienda social, prestaciones sociales y atención médica”, dice.
La aplicación de un programa de identidad nacionalista pondría a su gobierno en curso de colisión con la legislación de la UE, indica. “Sus llamados a defender la primacía de la ley francesa sobre la ley europea también son un desafío fundamental para la membresía de la UE, y su propuesta de recortar la contribución de Francia al presupuesto de la UE sería calamitosa en términos económicos, podría sentar un precedente para otros Estados miembros”, subraya.
Expone el catedrático, con Le Pen en la presidencia Francia estará combatiendo por conservar su membresía en la unión y “dejaría de ser la fuerza líder dentro de la UE que siempre ha sido”.
Francia, además de ser uno de los seis países fundadores de lo que hoy se conoce como Unión Europea, es el único socio de la comunidad con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, luego del abandono del Reino Unido.
Yves Sintomer, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de París 8, asegura que la victoria de Le Pen sería un “desastre” para el proyecto comunitario: “Significa que la pareja del motor de Europa, el francoalemán, se quedaría sólo con una parte y esto sería sinónimo de una Europa completamente fracasada, incapaz de tomar decisiones y de seguir adelante en un periodo muy complejo para el mundo”.
Con respecto a Francia, se traduciría en aislamiento debido a que muy probablemente sería incapaz de transformar a la Unión Europea en un proyecto de Estados soberanos, como pretende la candidata francesa. “Entraría en un periodo de aislamiento, no de ruptura, sería la parálisis de Europa durante cinco años”, precisa el también investigador de la Maison Française d’Oxford.
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Si el hipotético escenario que se presenta el domingo hubiera tenido lugar a principios del presente siglo, el “terror” se habría apoderado de las capitales europeas. En aquel entonces, el discurso de la extrema derecha era tabú, inconcebible en Bruselas.
La victoria en Austria del partido de ideología ultraconservadora FPÖ y que colocó en la antesala de la Cancillería a su líder, Jörg Haider, estremeció a toda la unión debido a que dicho gobierno no era compatible con los “valores europeos”.
En 2017, la agrupación de extrema derecha austriaca regresó al poder en coalición sin generar mayor controversia. Fue resultado del proceso de normalización del discurso nacionalista y las ideologías populistas en un amplio espectro de la sociedad europea. Le Pen estaría beneficiándose de la nueva normalidad. “Europa hoy es muy distinta. Por un lado es más fuerte, es más integrada a nivel de las finanzas, la salud, la política exterior.
“Por el otro, en Europa se han desarrollado mucho las corrientes de derecha autoritaria, están en el poder en Polonia y Hungría, y tienen fuerza en otras partes como Italia y España. Entonces, es más normal ahora que hace 20 años [el discurso y las corrientes autoritarias de extrema derecha]”, explica Sintomer.
Afirma que la tranquilidad que se percibe en la clase política de la Unión Europea frente a la segunda vuelta tiene que ver con la impresión de que la victoria de Le Pen no va a ocurrir.
“Lo ven como un peligro, pero no como inmediato. Si fuera un peligro inmediato y los sondeos pusieran a Le Pen igual que Macron o adelante, habría pánico”, asegura.