Washington.— La madrugada del 17 de junio de 1972, cinco hombres eran arrestados en la sede del en el complejo de edificios Watergate, en Washington.

Los sospechosos fueron sorprendidos hurtando documentos de la sede del Partido Demócrata, un escándalo que terminó costándole la cabeza al presidente Richard Nixon cuando quedó claro, dos años después, que el republicano había intentado torpedear la candidatura de sus rivales y obtener documentos que le habrían beneficiado en su campaña por la reelección, que finalmente ganó de todos modos.

Los cinco hombres —“plomeros”— llevaban cámaras de fotos y grabadoras. Un día después, los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, del diario The Washing- ton Post, revelaban que uno de los detenidos, James McCord, era miembro del comité de reelección de Nixon y exmiembro de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). La investigación subsiguiente acabó abriendo una caja de Pandora que incluía el espionaje político, la falsificación de correspondencia e incluso el robo de un par de zapatos para intimidar a un rival de Nixon. Éste negó cualquier participación de su administración en el asunto, e inicialmente logró encrubrir sus huellas.

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Sin embargo, Woodward y Bernstein no cejaron en su investigación y una fuente, que se volvió mundialmente conocida, les dio todos los vínculos entre los detenidos y la campaña de Nixon. Era Garganta Profunda, apodada así por una película porno muy popular en ese momento, e identificada muchos años después, en 2005, como Mark Felt, subdirector del Buró Federal de Investigaciones (FBI).

Entre octubre de 1972 y noviembre de 1973 se encuentra seis veces con Woodward en un estacionamiento de Washington.

El 10 de octubre de 1972, los dos periodistas destaparon el escándalo masivo de espionaje y sabotaje político originado desde la mismísima Casa Blanca: se desviaron cientos de miles de dólares de donaciones a la campaña de Nixon para financiar un plan secreto dirigido a desestabilizar el campo demócrata.

A pesar de la controversia, Nixon resulta reelegido el 6 de noviembre frente a su rival demócrata George McGovern. Nixon, de hecho, arrasó al ganar 49 de los 50 estados.

Mientras el público había olvidado ya el escándalo, los líderes políticos no, y con base en la información existente, el 8 de enero de 1973 se abrió el juicio de los ladrones de Watergate. Casi un mes después, el 7 de febrero, la mayoría demócrata en el Senado creaba un comité encargado de investigar la campaña electoral de 1972. Transmitidas en vivo por televisión, las audiencias lograron atraer de nuevo la atención del público, que con cada nueva revelación quedaba paralizado.

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El 30 de abril, el fiscal general Richard Kleindienst y dos de los asistentes del presidente, Bob Haldeman y John Ehrlichman, renunciaron. Un tercer colaborador, John Dean, fue despedido. Pero fue justo Dean quien implicó por primera vez directamente a Nixon, al asegurar ante el comité investigador que el presidente estaba al tanto desde el 15 de septiembre de 1972 del encubrimiento del robo y que estaba dispuesto a gastar casi un millón de dólares para comprar el silencio de los ladrones.

El verdadero terremoto vino el 16 de julio, cuando un empleado de la Casa Blanca aseguró ante el comité, en una audiencia televisada, que la Oficina Oval está repleta de micrófonos ocultos, instalados desde 1970. Nixon se negó a proporcionar las grabaciones, citando su privilegio presidencial. Finalmente forzado a entregarlas, en noviembre se revelaría una donde hablaba el propio Nixon y mostraba su rol en el espionaje. Para marzo de 1974, Nixon era señalado de co-conspirador.

Pasarían todavía seis meses antes de que un Nixon, acorralado, renunciara al cargo, en el que hasta ahora ha sido el escándalo de espionaje más grande en la historia de EU.

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