San José. – Luego de más de tres años de gobierno, el presidente mexicano,, reconstruyó un viejo nexo que México forjó con Cuba de 1959 a 1999 y que, tras el triunfo de la revolución cubana, se basó en una diplomacia de “torre de cristal”: esterilizada y acorazada… pero de techo frágil.

En apego a esa diplomacia, Cuba —con el mando vertical de Fidel Castro (1926-2016) y del Partido Comunista como único legal en la isla— y México —con el verticalismo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de 1929 a 2000— nunca le insertaron en 40 años el trío polémico de democracia, libertad y defensa de los derechos humanos ni nada que dañara su ligamen incondicional.

Cuba, que siempre fustigó a las dictaduras derechistas latinoamericanas y caribeñas de la segunda mitad del siglo XX, jamás denunció en ese periodo la falta de libertad y democracia o la violación a los derechos humamos en México con el PRI. México guardó silencio en esas cuatro décadas ante la ausencia de libertad y democracia y las violaciones a los derechos humanos en Cuba.

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López Obrador relanzó el diálogo, reiteró la no injerencia en asuntos internos de otros estados, calló ante el trío polémico en Cuba, privilegió el repudio al embargo que Estados Unidos impuso a La Habana en 1962 y minimizó la protesta que estalló el 11 de julio de 2021 en la isla para exigir… democracia, libertad y respeto a los derechos humanos.
El mandatario llegará el próximo sábado a Cuba, donde será recibido por el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, estará hasta el domingo y afianzará la política de total lealtad a la revolución que ejecutó desde diciembre de 2018 y que remitió a la diplomacia de 1959 a 1999.

“Las relaciones entre países no pueden estar en ‘torre de cristal’, ignorando la situación de sus pueblos”, alegó el disidente cubano Dagoberto Valdés, director de la revista digital Convivencia y exmiembro del Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano.

“La base debe ser el conocimiento profundo de la situación del país con el que se tiene relación. Sin respetar los derechos humanos no puede haber verdaderas y auténticas relaciones”, dijo Valdés a EL UNIVERSAL.

Para la periodista cubana Yoani Sánchez, directora del diario digital 14ymedio.com (ilegal en la isla), López Obrador “se hará en Cuba la fotografía de familia con Díaz-Canel, aislado diplomáticamente y cuyo pueblo no lo quiere, es carne de burla y escarnio y que, con una vuelta de tuerca, reforzó más la represión de la libertad”.

Al describir que López Obrador llegará mientras en Cuba hay centenares de presos políticos cubanos condenados por protestar en julio anterior, Sánchez narró a este diario que “la visita es muy lamentable: un espaldarazo diplomático y político a un régimen en agonía al que hace mucho tiempo, y por reprimir protestas populares, no se veía tan solitario, acorralado”.

“López Obrador dará un soplo de vitalidad y de oxígeno económico a la dictadura cubana. Vendrá con los bolsillos abiertos a la voracidad de la dictadura y los oídos cerrados a las voces críticas y de denuncia en Cuba que señalan la grave situación. No se entrevistará con los disidentes”, reprochó.

“Viene a hacerse la fotografía como si Díaz-Canel fuera un presidente electo (en las urnas) y querido. Como si nada hubiera pasada, la isla transitara por un camino de desarrollo y prosperidad y los cubanos gozaran de todos sus derechos”, recalcó.
Cuba niega esos ataques y los atribuye a enemigos pagados por EU.

Cuba y EU restablecieron en 2016 sus relaciones diplomáticas, rotas en 1961, por lo que, pese al reacercamiento de López Obrador, México perdió influencia para mediar con La Habana y Washington, como hizo de 1959 a 1999.

Un ejemplo se evidenció la semana anterior cuando López Obrador fracasó en lograr que el presidente de EU, Joe Biden, aceptara su insistencia de invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua a la Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, California, en junio próximo. Biden excluyó a esas tres naciones por irrespetar la democracia.

Fuentes políticas cubanas coincidieron en que la intervención de López Obrador se frustró por varios motivos. Por un lado, EU y Cuba tienen ahora diálogo directo sin necesidad de intermediarios, y, por el otro, la proyección internacional de México mermó pese al deseo del gobernante mexicano de servir de puente de Washington con La Habana.

En contraste, varios presidentes mexicanos procedentes del PRI conciliaron entre Washington y La Habana de 1959 a 1999 en conflictos migratorios, políticos o de impacto militar en Centroamérica, aunque tampoco avalaron el bloqueo de EU a Cuba.

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Torre de cristal

Por sus reglas diplomáticas, México y Cuba descartaron democracia, libertad y derechos humanos de su lenguaje bilateral de 1959 a 1999.

Cuba, que entrenó y patrocinó a las guerrillas comunistas de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Argentina, Chile o Uruguay desde la década de 1960, evitó avalar una subversión en México.

Aunque un bloque de EU, América Latina y el Caribe cortó con La Habana en el decenio de 1960, México nunca rompió lazos diplomáticos con Cuba.

México rechazó la política de la Organización de Estados Americanos (OEA) de suspender a Cuba por aliarse desde 1960 a la ahora desaparecida Unión Soviética como su satélite en América y establecer un sistema político marxista-leninista adverso a los valores democráticos interamericanos.

Pero la torre se derrumbó en noviembre de 1999. El entonces presidente de México, Ernesto Zedillo (del PRI), sacudió una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica que se realizó ese mes en La Habana y clamó sorpresivamente por libertad y democracia… en Cuba.

Para mayor malestar de Castro, la entonces canciller mexicana, Rosario Green (1941-2017), rompió en esa cumbre una tradición de su país de evitar contacto con la ilegalizada oposición de la isla y recibió en la embajada de México en Cuba al disidente cubano Elizardo Sánchez, uno de los principales de la época.

Por el lío con Zedillo en una cumbre a la que acudió el entonces presidente venezolano, Hugo Chávez (1954-2013), México dejó de ser en 1999 el más importante aliado de Cuba en América y ahora es Venezuela.

La conexión de Cuba y México retrocedió por los hechos de la cumbre de 1999 y se agravó cuando el opositor mexicano Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), derrotó al PRI y asumió la presidencia de México de 2000 a 2006.

Aunque los vínculos fueron estimulados por los presidentes mexicanos Felipe Calderón, del PAN y de 2006 a 2012, y Enrique Peña Nieto, del PRI y de 2012 a 2018, hubo distancias y de 1999 a 2018 nunca regresó la diplomacia de “torre de cristal”.