Bruselas.— Conscientes de que el presidente Vladimir Putin tiene el triunfo consolidado, a partir del viernes y hasta este domingo, los rusos acuden a las urnas para renovar su liderazgo por seis años más.
Putin obtendrá su quinto mandato, tercero en fila, luego de que en 2020 ilegalmente modificara la Constitución para eliminar los obstáculos que limitaban al Ejecutivo gobernar por un máximo de dos términos consecutivos.
El antiguo agente de los servicios secretos rusos ocupó el cargo presidencial de 2000 a 2008 y luego de prestárselo a su viceprimer ministro, Dmitry Medvedev, retomó las llaves del Kremlin en 2012 para no soltarlas más.
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Más allá de la ratificación de un cargo consolidado, la convocatoria electoral de 2024 tiene como objetivo mostrar que la ciudadanía apoya las políticas implementadas durante el último mandato, una especie de referéndum a favor de la campaña militar en Ucrania sin importar sus consecuencias.
La incursión armada ha tenido enormes implicaciones humanas. Hay más de 10 mil muertes de civiles confirmadas, aunque las cifras reales son considerablemente superiores. Ucrania estimó en febrero las bajas del ejército ruso por arriba de las 400 mil, de las cuales al menos 150 mil son muertos.
En contraparte, extraoficialmente, en agosto se estimaron las bajas ucranianas entre 170 mil y 190 mil, incluidas 70 mil muertes.
Desde la perspectiva económica los impactos son profundos. El gobierno ha tenido que realizar ajustes como consecuencia de las sanciones impuestas por la Unión Europea (UE), el Reino Unido y Estados Unidos en represalia a la agresión armada. Tan sólo la UE ha adoptado 13 paquetes de sanciones sin precedentes dirigidas a mil 706 personas y 419 entidades.
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La lista de personas sancionadas incluye a Vladimir Putin, su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, miembros del Consejo Nacional de Seguridad y de la Duma.
De acuerdo con el Banco Mundial, el PIB ruso se contrajo 2.1% en 2022, mientras que en 2023 habría tenido un crecimiento de 2.6%. Para este año el PIB ruso espera un crecimiento de 1.3 % y en 2025 de 0.9%.
Según algunos expertos, Rusia aprovechó 2022 para adaptarse a las sanciones y retomar el camino del crecimiento. Esto fue posible principalmente por los altos precios del petróleo, el corto alcance de las sanciones y una agresiva política fiscal. El presupuesto militar de Rusia para este 2024 muestra un crecimiento de 70%, equivalente a 6% del PIB. Los ajustes presupuestales y las medidas para evitar el colapso del rublo y la recesión, han permitido en casa mantener la apariencia de normalidad.
Sin embargo, la economía rusa se ha visto obligada a transitar hacia una guerra para contener las sanciones y la pérdida de su mayor cliente energético. La Agencia Europea de Estadísticas (Eurostat) sostiene que el valor de las importaciones de energía rusa por parte de la UE cayeron 81% entre febrero de 2022 y septiembre de 2023, mientras que la Universidad de Yale calcula que alrededor de mil empresas occidentales se han retirado del mercado euroasiático por motivos que van desde las sanciones hasta las implicaciones políticas por hacer negocios con los rusos.
Además el aislamiento por parte de Occidente ha provocado una mayor dependencia con respecto a China. “Los lazos comerciales sino-rusos conllevan riesgos para ambas partes. Existe un riesgo significativo para Rusia (...) que depende ahora mucho más de China de lo que China depende de Rusia. China es un socio del que Rusia desconfía profundamente”, sostiene Zach Meyers, subdirector del think tank Centre for European Reform.
Por otro lado, “Occidente sigue siendo para China un socio comercial mucho mayor que Rusia, y China tiene mucho que perder si las sanciones occidentales empiezan a afectar a un número significativo de empresas chinas”.
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La incursión militar también ha tenido severas consecuencias geoestratégicas para Moscú, terminó fortaleciendo a la OTAN. En dos años, el Consejo Atlántico sumó dos nuevos socios, Suecia y Finlandia, con lo cual tiene control absoluto de las aguas y el espacio aéreo de la región nórdica y báltica.
Simultáneamente desencadenó una carrera armamentista en países que no tenían ninguna intención en fortalecer y modernizar sus ejércitos, el caso más ilustrativo es el de Alemania. De acuerdo con la base de datos de la OTAN, Alemania gastó en defensa 64 mil millones de euros en 2023, mientras que en 2020 destinó 51 mil millones. Para este año espera alcanzar la meta de 2% del PIB en gasto en defensa, muy por encima de 1.57% del año pasado.
A diferencia de hace dos años, ahora el pueblo ruso es gobernado por un mandatario que es prófugo de la justicia internacional. Putin enfrenta una orden de entrega y captura emitida por el fiscal de la Corte Penal Internacional Karim Khan, quien dice tener pruebas de que la conducta de las Fuerzas Armadas rusas contra la población civil ucraniana “pueden representar un crimen de lesa humanidad”.
Al interior de la Federación rusa las cosas igualmente han cambiado. Putin ya no es un personaje inmune, por primera vez en 22 años su hegemonía fue desafiada por fuerzas bélicas de su propia creación, como es el Grupo Wagner, encabezado por el que un día fuera llamado el cocinero del Kremlin, Yevgeny Prigozhin. El mercenario estuvo a kilómetros de entrar a Moscú con sus blindados.
Si bien la fallida rebelión le costó a Prigozhin la vida —falleció en un accidente aéreo en agosto pasado—, la masiva movilización armada de su milicia y la exhibición de fuerza mostró debilidades nunca antes vistas en la estructura política y militar de Putin, al tiempo que sentó un precedente a imitar por otros oligarcas inconformes.
Durante una reciente visita a Bruselas, Evgenia Kara-Murza, esposa del preso político Vladimir Kara-Murza, dijo a EL UNIVERSAL que las democracias no deben reconocer a Putin como presidente legítimo tras los comicios.
Denuncia que la oposición y las voces disidentes están silenciadas por una campaña de represión sin precedentes y que hace que las elecciones tengan ganador desde antes de la apertura de las casillas.