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El movimiento político y social que vive Nicaragua desde abril pasado es una “revolución de pensamiento”, aseguran Zayda Hernández y Víctor Cuadras, estudiantes universitarios quienes se encuentran en México para dar a conocer la situación que viven en su país.
“Esta es una revolución de pensamiento. Nicaragua vivió una guerra y sabemos los estragos que deja. Eso fue lo que impulsó el diálogo”, señala Zayda, quien suspendió su tesis de licenciatura en Ingeniería Química para involucrarse en este movimiento.
“Hemos aprendido con sangre que esas no son las vías para encontrar una solución política adecuada y que nuestro país salga de la pobreza”, dice Víctor, estudiante de noveno semestre de Ingeniería Química en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). En entrevista con EL UNIVERSAL, dicen que en Nicaragua “ser estudiante es un delito” porque han tomado la iniciativa de “reconstruir a nuestro país y con base en esto el gobierno nos ha visto como enemigos, nos encarcela, ha torturado a cientos de compañeros y los acusa de terrorismo”.
Las protestas en Nicaragua iniciaron el pasado 18 de abril para rechazar las reformas a las leyes de pensiones que pretendía imponer el presidente Daniel Ortega. Pese a que el gobierno dio marcha atrás, las manifestaciones continuaron para exigir la renuncia del mandatario y su esposa, Rosario Murillo, también vicepresidenta. De entonces a la fecha la violencia ha dejado más de 400 muertos, según organismos no gubernamentales.
Zayda asegura que pueden demostrar “de forma contundente” que los grupos armados que atacan a la gente “son la policía nacional y el ejército de Nicaragua, con las turbas [grupos paramilitares] que el gobierno está financiando. Esto es triste y doloroso, tenemos 481 muertos en un país que ni tiene 7 millones de habitantes”.
Señala que a diario se viven violaciones a los derechos humanos que incluyen violaciones sexuales, “tenemos el caso de un muchacho que fue violado con un AK-47”, dijo.
Víctor expone que “cuando el Estado decide asesinar a su pueblo de forma brutal, en ese momento se rompe la relación Estado-pueblo y nosotros como ciudadanos estamos en todo derecho de desconocer a la autoridad”. Los jóvenes insisten en que la salida al actual conflicto es a través del diálogo y la vía pacífica.
Explican que lo que sucede en Nicaragua “es una cuestión de derechos humanos, de civismo, de igualdad. Estamos defendiendo la vida de toda nuestra población”. Sobre su lucha concluyen: “Nos vamos a mantener cívicos y pacíficos; lo que queremos es democracia y no la vamos a lograr con violencia”.