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Bruselas.— La primera ministra británica Theresa May deberá echar mano de toda su creatividad pragmática para evitar que la visita del presidente Donald Trump a Reino Unido termine heredándole otro incómodo expediente a su frágil administración.
“May tiene muchos frentes abiertos y lo menos que necesita es uno más”, dice a EL UNIVERSAL Camino Mortera, investigadora del Centre for European Reform, con sede en Londres. En el tema de la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE), el Brexit, la bancada conservadora del Congreso se ha fragmentado entre los que quieren un “Brexit duro” y los que prefieren uno “blando”, en tanto que el gabinete está sumido en el caos tras la renuncia del canciller, Boris Johnson, y el jefe negociador ante la Unión Europea, David Davis.
Hoy se prevé que miles de personas tomen las calles de Londres para reclamarle a May y decirle a Trump “no eres bienvenido”.
La denominada plataforma Stop Trump Coalition tiene programados varios “festivales de resistencia”, mientras que la manifestación organizada por el escritor Owen Jones suma en Facebook 62 mil registros de asistencia y 166 mil de interesados.
May fue el primer jefe de Estado extranjero recibido por Trump a su llegada a la Casa Blanca, sólo siete días después de la inauguración. La premier británica respondió a la cortesía devolviendo la invitación. El descontento de los británicos hizo que se pospusiera la visita de febrero a otoño de 2017, para luego quedar en la congeladora. En junio pasado se habló de un nuevo aplazamiento, pero no ocurrió.
Con su invitación, May juega con fuego. Mortera sostiene que puede rentabilizar la visita si Trump se compromete a un acuerdo comercial, reconoce a Londres como uno de los pocos socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que cumple con el gasto en defensa del 2% del PIB, y resalta los valores históricos y culturales que unen a los británicos y estadounidenses.
Por otro lado, al tener como interlocutor a un líder que pone nerviosos a todos, May corre el riesgo de que la situación salga de control, convirtiéndose en otro dolor de cabeza para el 10 de Downing Street. En “condiciones habituales”, de la reunión se esperaría la típica retórica sobre la relación especial entre Estados Unidos y el Reino Unido, y la fuerte cooperación en seguridad y defensa.
También un apoyo al Reino Unido frente al Brexit, con una mención a la importancia de la Unión Europea; incluso se podría llegar a pensar en una eventual mediación estadounidense para flexibilizar al frente más duro de la UE en las pláticas de divorcio con Londres.
“La visita se da en un contexto de cierto conflicto que tiene que ser manejado de manera muy inteligente por May. Por un lado, no debe alejarse de la posición de los europeos ante las políticas unilaterales de Trump pero, por el otro, debe mantener vigente la relación especial entre Reino Unido y EU. La tarea más difícil en esta visita sin duda la tiene May”, dice Mortera.
Trump llegó ayer por la tarde a Londres y en la noche él y su esposa Melania acudieron al Palacio Blenheim para una cena que May ofreció en su honor. Sin embargo, de entrada, advirtió que si se aprueba un plan como el de la británica para el Brexit, que implica cercanía con la UE, “estaríamos tratando con la Unión Europea, en lugar de con Reino Unido, y eso puede matar probablemente el acuerdo”. También dijo que el ex ministro de Relaciones Exteriores Boris Johnson, quien renunció a su cargo esta semana por el plan suavizado del Brexit, podría ser un “gran primer ministro”.
La premier invitó a Trump a trabajar juntos para “construir un futuro más próspero... No hay alianza más fuerte que la especial que tenemos con EU y no habrá otra más importante en los próximos años”. También dijo que el Brexit es “una oportunidad para alcanzar un acuerdo de libre comercio con EU”.
Trump tiene previsto reunirse con la reina Isabel en el castillo de Windsor. El sábado viajará a Escocia y el domingo a Finlandia, donde el lunes se reunirá con el presidente ruso Vladimir Putin.