San José.- En la tarde del pasado jueves 6 de diciembre, un hombre, de 26 años, asesinó a su madre, de 55 , e intentó incendiar el cadáver. En la madrugada de ese mismo día, un padre, de 29, mató a su hijo, de 4 . En la mañana del pasado domingo 9 de diciembre, una adolescente, de 18 , que desapareció el sábado en la tarde, tras ser introducida a la fuerza a un vehículo por desconocidos, fue encontrada muerta y su cadáver desmembrado envuelto en sábanas.

Selladas con sangre, drama y dolor, l as tres historias se registraron en Guatemala y son solo una pincelada de la profunda violencia doméstica y criminal que azota a ese país y que, a diario, alimenta una masiva migración de guatemaltecos a México y Estados Unidos .

Aunque las noticias de asesinatos proliferan a diario en los medios guatemaltecos de comunicación, los tres homicidios—dos por agresiones domésticas—sacudieron a distintos ámbitos sociales en Guatemala.

“El Estado guatemalteco es incapaz de garantizar la vida”, advirtió la guatemalteca Julia González, coordinadora de la no estatal Mesa para las Migraciones de Guatemala (Menamig).

“Peor aún: hay desconfianza ante los funcionarios de instituciones que deberían ser los responsables de proteger la vida. La impunidad y la corrupción se suman a la falta de acceso a la justicia y a la falta de credibilidad de esas instituciones”, aseveró, en una entrevista con EL UNIVERSAL.

“Las estadísticas muestran que la migración desde Centroamérica es por causas económicas. Pero hay datos obtenidos en entrevistas en la frontera entre Guatemala y México a migrantes irregulares que dicen que la violencia es la causa fundamental por la que migran”, informó.

“Quienes migran por violencia prefieren pasar desapercibidos, en flujos mixtos. Evidentemente no quieren que se sepa que migraron por violencia. Quieren casi estar invisibles”, explicó.

Guatemala quedó atrapada desde hace más de 60 años en un escenario de muerte y desolación, primero por un conflicto armado que, de 1960 a 1996, enfrentó a guerrillas comunistas con las fuerzas armadas anticomunistas, y luego por una violencia generalizada por la penetración de las maras o pandillas juveniles en una mezcla con el crimen organizado—en especial la presencia de mafias del narcotráfico—y con la delincuencia común.

“La situación de violencia en Guatemala preocupa muchísimo”, dijo el guatemalteco Nery Rodenas, director de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala.

“Lamentablemente ya la sociedad no se sorprende por hechos como actuar en contra de un propio hijo y hasta cierto punto se está observando como normal o aceptable en la sociedad. En esas situaciones vemos el reflejo y los síntomas de una sociedad enferma que rechaza a los propios”, alegó, a consultas de este diario.

“En estos casos (recientes de asesinatos) se advierte una pérdida de los valores humanos, de respeto a la vida y a la integridad de las personas. Los hechos en los que se afectan a los propios familiares, obviamente reflejan un total irrespeto al derecho a la vida y una falta de respeto total a las personas más cercanas a uno”, añadió.

“Hay algún tipo de desajuste mental, que tampoco es algo que viene de la nada sino que viene de un proceso histórico de la vida personal de cada quien pero que tiene que ver también con el ambiente en el cual se viene a desarrollar.

Los hallazgos de cadáveres descuartizados, de restos humanos y de situaciones similares tenebrosas son frecuentes en Guatemala.

“Es un mensaje de terror, de miedo, para que se sepa que los delincuentes son capaces de causar algunos extremos de violencia tales en los que se genera pánico. Estos casos específicos en los que se afecta a la propia familia son tristes y terribles y”, añadió.

Historial de sangre. Guatemala, que el próximo 29 de diciembre conmemorará 22 años del fin de una guerra que dejó más de 200 mil muertos y desaparecidos, registró 17 mil 101 homicidios de 2014 a 2016 o 15,5 por día, según el estatal Instituto de Ciencias Forenses (INACIF), de ese país.

Con 5 mil 384 asesinatos en 2017 y 5 mil 459 en 2016, según el Instituto, Guatemala sufre un panorama de inseguridad por el acoso de las maras y del crimen organizado similar a los de Honduras y de El Salvador, sus vecinos hacia el sur y el suroriente con los que forma el Triángulo Norte de Centroamérica.

El número de homicidios de enero a noviembre de 2018 llegó a 4 mil 527, reportó INACIF. De un promedio de 14,75 asesinatos al día en todo 2017, se bajó a 13.55 de enero a noviembre de 2018, de acuerdo con los datos.

El pasado 7 de diciembre, al día siguiente de que un hijo asesinó a su madre y un padre mató a su hijo, el Ministerio de Gobernación de Guatemala anunció que del primero de enero al 30 de noviembre de 2018 fueron recibidas mil 70 denuncias por violencia intrafamiliar, lo que registró un descenso del 15.75% en comparación con el mismo periodo de 2017, con 2 mil 270 casos denunciados.

El gobierno guatemalteco recalcó reiteradamente en los últimos dos años que hay una baja en la incidencia criminal y que sus programas de seguridad son exitosos.

Pese a que la baja podría revelar una aparente tendencia hacia la reducción de los índices de violencia, el panorama es que persiste la inseguridad generalizada como factor generador de la masiva migración de guatemaltecos, con hondureños y salvadoreños, hacia Estados Unidos, vía México.

Aunque las autoridades pregonaron en los últimos años una merma en los números de homicidios, González sentenció: “No son disminuciones significativas”.

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