Madrid.— Los tiempos en los que el VIH-sida era una enfermedad intratable y en la mayoría de los casos letal, han quedado atrás. Cada vez son más las personas que toman medicamentos para evitar que el virus progrese y dañe gravemente su sistema inmunológico.
La llegada de la triple terapia antirretroviral descubierta a mediados de los años 90 y que es capaz de frenar el desarrollo del VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), supuso el paso de una enfermedad mortal a una infección crónica, lo que redujo el número de fallecimientos por Sida y mejoró sustancialmente la calidad de vida de los pacientes, aunque muchos de los medicamentos son costosos y generan algún tipo de toxicidad a largo plazo.
Desde el pico alcanzado en 1997, las nuevas infecciones por el VIH se han reducido a la mitad, aunque los progresos han sido muy desiguales, por lo que en términos generales el mundo sigue estando muy atrasado en la prevención de nuevas infecciones.
Los países más afectados se ubican en África, sobre todo en su cono sur (Lesoto, Botsuana, Sudáfrica y Zimbabue), pero también en Asia Central y Oriental (India, Tailandia e Indonesia) y América Latina (Brasil), además de Europa del Este (Rusia).
El arribo del Covid-19 complicó la situación en muchas zonas del planeta, ya que obliga a redoblar esfuerzos para evitar el escenario más desfavorable: medio millón de muertes adicionales en el África Subsahariana relacionadas con el VIH, un aumento de las infecciones como consecuencia de las interrupciones en la atención al VIH durante la pandemia y la ralentización de la respuesta de salud pública al virus, advierte la OMS.
La pandemia ha afectado a las personas que padecen VIH entorpeciendo sobre todo los análisis preventivos, algo particularmente preocupante, ya que el diagnóstico tardío es la causa de la mayoría de las infecciones por este virus.
“Las urgencias de las personas con VIH son muy variadas, dependiendo del lugar donde residan. En España, un 55 por ciento de las personas que estamos atendiendo son extranjeras, que han tenido que migrar en busca de una mejor calidad de vida o por falta de acceso a los tratamientos en sus países, que en muchos casos no son tan eficaces como los que se están dispensando en Europa”, señala a EL UNIVERSAL Juan Ramón Barrios, presidente de OMSIDA, asociación para la ayuda a personas afectadas por el VIH.
“En los países con escasos recursos, además del acceso al tratamiento se debe garantizar la distribución de los medicamentos, sobre todo cuando la población está diseminada, lo que supone una dificultad añadida”, recalca.
El estigma es otro de los problemas que sigue afectando a las personas que han contraído el VIH, ya que los prejuicios apenas han retrocedido: un alto porcentaje de los afectados por VIH continúa siendo objeto de discriminación en distintos ámbitos.
“El estigma está provocado por la desinformación, porque sigue vigente el estereotipo de los años ochenta cuando el sida era igual a muerte y se asociaba solo a determinados grupos de riesgo. En realidad, contraer o no el virus depende de las prácticas sexuales que uno tenga y de las medidas preventivas que adopte. No es exclusivo de los trabajadores o trabajadoras sexuales, ni de los heroinómanos, ni de los homosexuales”, subraya el presidente de OMSIDA.
Las organizaciones humanitarias consideran que el estigma que todavía existe en torno al VIH, así como las desigualdades de acceso a los servicios de salud, la exclusión, y la falta de recursos de muchos de los países afectados, dificultarán la eliminación de la enfermedad en la próxima década.
Cuando se cumplen 40 años del primer caso detectado, la batalla contra el VIH-sida sigue estando presente en muchos frentes.
“Hay que continuar luchando contra el estigma y la discriminación de las personas con VIH, sobre todo mediante pactos sociales para involucrar a la comunidad, ya que las políticas tienen que ser coproducidas por los distintos colectivos y las administraciones”, apunta por su parte Anna Lara, sicóloga y coordinadora de la Asociación Comunitaria Anti Sida de Gerona.
“A la espera de la vacuna, hay que reforzar la prevención y trabajar con los colectivos más vulnerables, así como impulsar una educación afectivo-sexual desde edades tempranas, para que hablemos de este tema sin problemas y desde una perspectiva de género. También es importante el cribaje, para incrementar y facilitar el acceso a pruebas rápidas de VIH, poder tratar a las personas afectadas y disminuir las posibles vías de transmisión”, agrega la psicóloga, que forma parte de la Junta del Comité Primero de Diciembre de Cataluña, asociación que trabaja para garantizar los plenos derechos de las personas con VIH.
ONUSIDA estima que en 2025 se necesitarán 29 mil millones de dólares para dar respuesta a la enfermedad en los países de ingresos bajos y medianos, con el objetivo de que deje de suponer una amenaza para la salud pública mundial.
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