Nueva Delhi.- A pocos kilómetros del centro de Nueva Delhi, el Yamuna fluye cubierto por una espesa capa de espuma tóxica que convierte el tramo capitalino del río, uno de los más sagrados para los hindúes, en un caudal de aguas fecales sin tratar, vertidos industriales y agrícolas.
El río Yamuna, afluente del Ganges, forma parte de las postales habituales de este país asiático. En Agra, corre junto al célebre Taj Mahal, y 200 kilómetros antes, bordea la populosa Nueva Delhi, donde se ve afectado por la contaminación que afecta a sus aguas.
Sagrado para la cultura hindú y lugar de baño para los habitantes de algunos de los asentamientos más pobres de la capital (donde la disponibilidad de agua corriente es menor), el Yamuna también es fundamental para los agricultores de la zona y para la industria localizada en sus vertientes, que usa su agua como fuente de energía o en sus procesos de enfriamiento.
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Aunque solo recorre 48 kilómetros en el territorio de Delhi, el 79 % de la polución total del río proviene de este tramo, el más afectado, según un estudio elaborado por expertos de la Universidad de Delhi en 2023.
Tras su paso por la presa de Okhla, en un lugar de inmersión de fieles durante la festividad del 'Chhath' que se celebra cada año en los meses de marzo y diciembre, la acumulación de fosfatos, aguas residuales desechos industriales vertidos al río provoca la acumulación de espuma tóxica en el río, notablemente tras los meses de verano, cuando su caudal disminuye por el deshielo en el Himalaya.
"Desde hace tres décadas hemos visto cómo el río se degeneraba cada vez más", aseguró a EFE el activista Vimlendu Jha, miembro de la asociación Swechha India, especializada en temas medioambientales en este país asiático.
Sin embargo, Jha destaca que la espuma tóxica sobre el Yamuna no es más que un "síntoma" de la mala gestión ambiental del río, cuyas aguas están contaminadas todo el año.
"El agua del Yamuna está contaminada y a menos que esa contaminación se aborde y se controle no podremos resolver el problema", asegura a EFE, lamentando que las autoridades de la ciudad se limiten a rociar agua sobre la espuma para así disiparla, una suerte de solución visual para el problema de contaminación del río, donde la vida fluvial ha desaparecido casi por completo.
"Están haciendo desaparecer la espuma, pero en realidad solo están diluyendo agua en miles de millones de litros venenosos y tóxicos", apunta.
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Según las mediciones de las autoridades de Nueva Delhi, el río está deteriorado por contaminantes biológicos, metales pesados, materiales provenientes de las explotaciones y residuos domésticos.
Los surfactantes, presentes en elementos cotidianos como el champú o el jabón; los fosfatos procedentes de explotaciones agrícolas y el amoniaco, son los principales contaminantes del río, según los expertos.
Desde hace treinta años, la India ha puesto en marcha tres planes de acción para el río, dotados con grandes partidas económicas, pero las soluciones planteadas en ellos no se materializaron en grandes avances.
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Sin embargo, las autoridades de Nueva Delhi han tomado medidas en los últimos meses, como la prohibición de sumergir iconos religiosos en las aguas del Yamuna, como ocurre en varios rituales hindúes, para impedir la liberación de partículas y materiales contaminantes presentes en estos.
Además, desaconsejan reiteradamente el baño en el río, fuente de numerosas enfermedades, principalmente dermatológicas e intestinales, aunque las autoridades sanitarias indias y globales han demostrado que la exposición repetida a metales pesados puede provocar dolencias significativas en la mayoría de los órganos y sistemas del cuerpo humano.
En el ghat (espacio sagrado a la orilla del río) de Kalindi Kunj, frente a los rascacielos de las ciudades opuestos a Delhi, difuminados por la intensa niebla de la contaminación aérea, y bajo dos grandes viaductos muy transitados, la espuma se acumula en la arena con restos de papeles, prendas de ropa, juguetes abandonados y envoltorios.
La espuma, en pequeños montículos que recuerdan a nubes, corre río abajo sobre unas aguas marrones, casi negras, y espesas como el cieno.
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