Cilia Flores es más que una primera dama.
La esposa del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, tiene una carrera política propia que desarrolló en paralelo a la de su marido, llegando incluso a superarlo en ocasiones al ocupar cargos que tenían más importancia desde el punto de vista institucional.
Ciertamente, Flores avanzó en la vida pública a la sombra de un hombre: el fallecido Hugo Chávez. Pero esa condición la comparte no solamente con su marido sino prácticamente con la totalidad de la dirigencia oficialista venezolana.
El propio Maduro la bautizó durante la campaña presidencial de 2013, tras la muerte de Chávez, como "la primera combatiente".
"Cilia no será la primera dama porque ese es un concepto de la alta alcurnia", dijo el entonces presidente encargado ante una multitud el día que inscribió su candidatura presidencial y advirtió que ella no sería ninguna "segundona".
Quizá por ello, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos decidió este martes imponer sanciones financieras contra Flores, como parte de un esfuerzo para golpear al entorno más próximo del mandatario venezolano.
"El presidente Maduro confía en su círculo cercano para mantenerse en el poder mientras su régimen saquea sistemáticamente lo que queda de la riqueza de Venezuela. Continuamos señalando a los partidarios que permiten que Maduro consolide su control sobre los militares o el gobierno mientras los venezolanos sufren", afirmó el secretario del Tesoro, Steven T. Mnuchin, en un comunicado.
Maduro respondió criticando las medidas contra su esposa. "Nunca se había visto algo así, si ustedes quieren atacarme, atáquenme a mí pero no se metan con Cilia, no se metan con la familia, no sean cobardes", dijo el presidente en un acto en Venezuela.
La primera dama venezolana ya había sido objeto de este tipo de medidas por parte del gobierno de Canadá, que la sancionó junto a otros 13 dirigentes chavistas a quienes considera "responsables del empeoramiento de la democracia en Venezuela".
Flores nació en 1956 en la localidad de Tinaquillo, en el estado Cojedes, "en un rancho con piso de tierra", según Maduro, quien ha contado que de "muy niña, a los cuatro años" su familia abandonó esa localidad del centro-norte del país para trasladarse a Caracas.
Allí, Cilia, la menor de seis hermanos, viviría junto a su familia en Catia y Boquerón, dos populosas barriadas del oeste de Caracas.
A los 32 años se graduó en Derecho en la privada Universidad Santa María. Después se especializó Penal y Laboral.
Su vida, sin embargo, tomaría un nuevo rumbo después del fallido intento de golpe de Estado que encabezó Hugo Chávez en febrero de 1992.
Flores se incorporó al equipo legal que asumió la defensa de los militares golpistas, a cuyo proyecto político terminó vinculándose.
Fue en esa época que conoció a Maduro, a quien se puede ver en fotos de la época acompañando a Chávez en actos públicos como una suerte de guardia de seguridad.
"Encontré a Cilia en la vida. Era abogada de varios militares patriotas presos. Pero era abogada del comandante Chávez, cuando bueno, ser abogada del comandante Chávez en la cárcel… duro", contó Maduro. "La conocí en esos años de lucha y después bueno, ella me empezó a picar el ojo. A hacer ojitos", ha relatado Maduro.
Desde entonces, la suerte de ambos quedó vinculada a Chávez y al chavismo.
En 1993, Flores fundó el Círculo Bolivariano de los Derechos Humanos y se alistó en el Movimiento Bolivariano MBR-200, fundado por Chávez, al que más tarde siguió en el Movimiento V República (MVR) y el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), de cuya dirección nacional forma parte.
Con la llegada al poder de Chávez en las elecciones presidenciales de 1998, le correspondería ocupar cargos de gran importancia.
En el año 2000, Flores fue electa diputada y, tras ser votada para un segundo periodo, se convirtió en 2006 en la primera mujer en presidir la Asamblea Nacional de Venezuela.
Durante seis años estuvo al frente de un parlamento prácticamente monocolor, debido a la decisión de los principales partidos de la oposición venezolana de no participar en los comicios legislativos.
Flores era entonces la cabeza de uno de los poderes públicos y se mostró como una combativa colaboradora de Hugo Chávez.
Su gestión frente a la Asamblea Nacional no estuvo exenta de polémica, incluyendo una relacionada con la decisión de prohibir el acceso de la prensa al hemiciclo parlamentario.
Esta medida se mantuvo hasta enero de 2016, cuando tras unas nuevas elecciones legislativas, la oposición venezolana logró el control de la Asamblea Nacional.
Flores también fue acusada de nepotismo por parte de organizaciones sindicales que la señalaron de haber influido en la contratación de hasta 40 personas, entre las cuales había numerosos miembros de su familia.
"Aquí ingresó mi familia y yo me siento bien orgullosa de que sean mi familia. Los defenderé en esta Asamblea Nacional como trabajadores y defenderé los concursos públicos", respondió a los señalamientos en una entrevista con un medio local.
A inicios de 2012, Chávez la nombró Procuradora General de la República, cargo en el que permaneció hasta marzo de 2013, cuando falleció el mandatario.
En julio de ese año, tres meses después de la elección de Maduro como presidente, Flores se convirtió formalmente en primera dama al contraer ambos matrimonio.
Así daban forma legal a una larga convivencia de muchos años, durante la cual criaron juntos a los hijos que ambos tenían de relaciones anteriores: tres de ella y uno de él.
En las elecciones legislativas de 2015, Flores volvió a ser electa como diputada de la Asamblea Nacional, en la que el chavismo era minoría por primera vez en 15 años.
Dos años más tarde, en agosto de 2017, terminó por dejar de lado ese foro y se incorporó como miembro de la controvertida y entonces recién electa Asamblea Nacional Constituyente.
"Con Cilia en familia"
En mayo de 2015, Flores estrenó un programa de televisión en la cadena pública Venezolana de Televisión al que llamaron "Con Cilia, en familia" y, un año más tarde, comenzó las transmisiones del programa radial "Decisiones", en la también estatal Radio Miraflores.
Pero durante estos últimos años, el verdadero protagonismo en los medios no sería de ella, sino de su familia.
En noviembre de 2015, un fiscal de Nueva York imputó por delitos de narcotráfico a sus sobrinos Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas.
Los hombres habían sido arrestados en Haití y entregados por las autoridades locales a agentes de la Administración para el Control de Drogas de EE.UU. (DEA, por sus siglas en inglés).
Flores reaccionó acusando a las autoridades estadounidenses de haber "secuestrado" a sus sobrinos y que buscaban desprestigiar su candidatura a la Asamblea Nacional.
Pese a ello, en diciembre de 2017, un juez condenó a los dos jóvenes a 18 años de cárcel por delito de narcotráfico.
La Fiscalía les había acusado de conspirar para utilizar el hangar presidencial del aeropuerto de Maiquetía de Caracas, desde donde presuntamente pretendían enviar 800 kilogramos de cocaína a Honduras que serían llevados después a Estados Unidos.
Este martes, Flores ha sido sancionada por formar parte del entorno cercano de Maduro.
Tiene ahora entonces otro quebradero de cabeza vinculado con la familia.
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