San José.— El 11-A polarizó y hundió a Venezuela… en la duda. Al cumplirse hoy 20 años de una sacudida política, todavía hay nubarrones del 11 de abril de 2002 en Venezuela.

¿Cierto o falso que Hugo Chávez renunció? Si realmente se registró la dimisión, ¿fue necesario instalar una junta de gobierno para cubrir el vacío de poder? ¿Hubo una alianza militar, policial, empresarial y opositora que ejecutó un golpe de Estado que luego fracasó y propició el retorno victorioso de Chávez?

La revolución bolivariana que Chávez comenzó a instalar el 2 de febrero de 1999, tras ganar los comicios presidenciales del 6 de diciembre de 1989, aprovechó el 11-A para acelerar su radicalización política, reprimir a sus rivales y atarse a su estratégico aliado anti-Washington: la revolución comunista de Cuba.

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Electo en 1998 y reelecto en 2000, 2006 y 2012, Chávez murió el 5 de marzo de 2013 y heredó el mando a Nicolás Maduro como interino. Maduro ganó el 19 de abril de ese año los comicios presidenciales para completar el sexenio por el que Chávez fue electo en 2012. Maduro se reeligió en 2018 en comicios tildados como fraudulentos por más de 50 países y en 2019 asumió un segundo sexenio que concluirá en 2025.

Con lejanas opciones de que oposición y oficialismo logren un arreglo pacífico al conflicto, Venezuela se “africanizó” en 20 años: 96% de hogares en miseria, 79.3% en pobreza extrema, más de 22 millones de personas sin mínima nutrición y 7 de cada 10 familias en inseguridad alimentaria, según estudios de 2020 y 2021 de las universidades venezolanas Central y Simón Bolívar (públicas) y Andrés Bello (privada).

Misterio

“Queda mucho por saber (del 11-A). A partir de entonces se criminalizó el derecho a la protesta en Venezuela”, afirmó a EL UNIVERSAL la abogada venezolana Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano, grupo no estatal de Caracas de seguridad, defensa y fuerzas armadas. Advirtió que el 11-A “también fracasó el liderazgo opositor, que perdió la oportunidad de respetar la Constitución” y mostró “voracidad por el poder”.

La cúpula opositora “llevó al traste la oportunidad de canalizar, constitucionalmente, la mayor manifestación popular de rechazo del pueblo a un gobernante, nunca vista hasta entonces en Venezuela, expresada en una protesta multitudinaria que pedía su salida”, alegó.

Chávez regresó triunfante, afianzó su alianza con La Habana, intensificó su influencia hemisférica y cerró espacios a la oposición venezolana.

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Una ola de protestas

Con jornadas previas de honda conmoción, chavistas y antichavistas protagonizaron mortales choques el 11 de abril en Caracas. La crisis precipitó la intervención de un sector militar que promovió la “salida pacífica” de Chávez y anunció al amanecer del 12 que el gobernante fue trasladado al Fuerte Tiuna, principal cuartel de Caracas, y que renunció.

Un bloque militar, policial, empresarial y opositor emitió, el 12 de abril, el Acta de Constitución del Gobierno de Transición Democrática y Unidad Nacional que designó presidente al empresario Pedro Carmona, jerarca en turno de Fedecámaras, que aglutina a la iniciativa privada. Carmona juró el 12 en la tarde.

El Acta disolvió los poderes Legislativo y Judicial, autorizó a Carmona a gobernar por decreto y de facto y adoptó medidas para desmontar el aparato institucional que Chávez edificó en tres años y nueve días. El chavismo movilizó sus fuerzas a las calles, rechazó la versión de la renuncia de Chávez y denunció que el gobernante fue secuestrado. Acorralados, los opositores perdieron fuerza, huyeron el 13 y abrieron la vía para que Chávez regresara.

Chávez fue llevado ese día a una base naval del estado de Aragua, limítrofe al oeste con Caracas y desde allí proclamó que nunca renunció. Luego se le envió a la caribeña isla La Orchila, donde un comando de élite lo rescató y trasladó a Caracas para recuperar el timón.

“El 11-A enseñó el inicio de un sistema copiado de Cuba y sustentado en la represión como pilar del control político”, planteó el abogado Alfredo Romero, director presidente del (no estatal) Foro Penal, de Caracas y grupo defensor de los derechos humanos.

Al precisar que un saldo de los 20 años son 16 mil víctimas de la represión, Romero adujo a este periódico que el 11-A “fue la primera prueba de lo que hoy está totalmente establecido: el sistema represivo con asesinatos, violencia, detenciones arbitrarias y tortura ha sido tan efectivo que el régimen se ha mantenido usándolo como pilar de sustento”.