San José.— “Venezuela es hoy, como nación, una multitud de personas anímicamente deprimidas, sicológicamente traumatizadas, familiarmente separadas y espiritualmente fracturadas (…) ”.

La desgarradora radiografía quedó expuesta en un análisis que la Conferencia Episcopal Venezolana emitió el 13 de enero de 2023.

“Nuestra sociedad está paralizada por la inercia y una cierta resignación, por la desesperanza, por la experiencia acumulada de múltiples carencias, contradicciones reiteradas, violaciones impunes de derechos fundamentales, mentiras flagrantes, promesas incumplidas”, describieron los obispos católicos venezolanos.

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Casi un año después, la situación de Venezuela está igual o peor a la exhibida por la jerarquía católica en la primera quincena de 2023 y con un nuevo ingrediente: resonaron los tambores de guerra con Guyana por la disputa del Esequibo.

“El Índice de Malestar Social [IMS] de noviembre [de 2023] fue 37.50, más de 160 veces el que se calculó para el 27 de febrero de 1989, cuando ocurrió el llamado Caracazo: 0.17”, uno de los peores y más sangrientos y mortales estallidos sociales antigubernamentales en Venezuela del siglo XX, afirmó el economista venezolano Óscar Meza, director del (no estatal) Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas) de la Federación Venezolana de Maestros (FVM).

Al describir un escenario de “depresión social”, Meza dijo a EL UNIVERSAL que el IMS reflejó frustración, con factores de exclusión laboral y en una economía de sobrevivencia y advirtió que “en la primera ola de emigrantes venezolanos se fueron 7 millones 300 mil: 23% [de la población]. Una segunda ola puede repetir o superar esa cantidad”.

Tras precisar que una mayoría de países tiene un malestar social “que no supera el 1”, planteó un elemento crucial del descontento: un salario mínimo de 3 dólares y 29 centavos al mes y un costo de la canasta alimentaria familiar de 522 dólares para cinco miembros de un núcleo a noviembre de este año, por lo que se requirieron 148.6 sueldos mínimos para cubrirla.

La canasta básica familiar, que incluye alimentos y otros rubros básicos, como transporte, costó mil 75 dólares con 74 centavos a noviembre pasado, por lo que se necesitaron 326.9 salarios mínimos para poder pagarla, informó.

Venezuela, que en diciembre de 2021 salió de una hiperinflación en la que se hundió en 2017, registró una inflación de 303.4% de enero a noviembre de 2023, con 660% en 2021 y 305.7% en 2022 y cerraría mañana en el entorno anual de 340%. Venezuela entró en 2022 a una severa devaluación del bolívar, moneda venezolana, frente al dólar, de acuerdo con Cendas.

Meza relató que la inflación interanual publicada por el Banco Central de Venezuela fue de 282.8% de enero a noviembre de 2023 y que en ese periodo el tipo de cambio oficial aumentó 292.59% y el de mercado subió 183.14%. Un dólar llegó a valer 37 bolívares en este mes, con un poder adquisitivo salarial de apenas 0.7%, reveló.

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Maduro atribuyó la aguda crisis de su país a la “guerra económica” que EU le impuso entre 2014 y 2017 para intentar forzar su salida u obligarlo a negociar una solución política al conflicto con una revolución de tinte socialista que se inauguró en 1999 y que, estrechamente aliada al régimen comunista de Cuba, cumplirá 25 años en febrero próximo. Washington acusó a Maduro de violar los derechos humanos, de represión política y de romper el orden democrático.

Desconocido como presidente desde enero de 2019 por más de 50 países que adujeron que se reeligió en 2018 para un segundo sexenio consecutivo en comicios ilegítimos, Maduro rechazó repetidamente las acusaciones de EU, defendió su legitimidad y argumentó que Washington se dedicó a desestabilizar a su gobierno, que inició en 2013.

Maduro calculó en enero de este año que el impacto directo de las represalias de Washington llegó a 232 mil millones de dólares y el daño patrimonial a 642 mil millones de dólares. Al detallar que, desde 2015, las pérdidas por el acoso de EU fueron por 411 millones de dólares al día, acusó que “ha sido una estrategia de guerra criminal. Crímenes imperialistas de lesa humanidad”.

Urnas y guerra

Maduro exacerbó el nacionalismo de Venezuela con un referendo, el 4 de este mes, en el que los venezolanos aparentemente votaron en mayoría a favor de recuperar el Esequibo, de unos 160 mil kilómetros cuadrados, rico en petróleo, maderas y minerales, bajo control de Guyana y que Venezuela reclama desde 1899. El Esequibo está al este de Venezuela y ocupa el oeste de Guyana.

Reino Unido se apoderó a partir de 1814 de lo que hoy es Guyana, entonces Guayana Británica, y que incluyó al Esequibo. Luego de que Londres, en 1966, concedió la independencia a Guyana, el territorio quedó bajo dominio guyanés, pero Venezuela siempre lo reclamó.

Maduro reactivó un clima de guerra y garantizó que se lanzaría a tomar el Esequibo y crear el estado de Guayana Esequiba para cumplir el mandato del referendo. El 14 pactó con Guyana proseguir con el diálogo sobre el Esequibo, pero la crisis resurgió esta semana luego de que Reino Unido movilizó un buque de guerra que arribó ayer a aguas guyanesas.

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En respuesta, Maduro ordenó realizar maniobras militares combinadas en la frontera con Guyana.

La tensión bélica calzó con la electoral. Maduro y el bloque opositor acordaron en octubre de este año avanzar a comicios presidenciales libres y transparentes en el segundo semestre de 2024 y crear un contexto propicio para realizarlos.

EU flexibilizó las sanciones petroleras a Caracas, también en octubre. Pero el camino para concretar los acuerdos de oficialistas y opositores llegó al final de 2023 con una interrogante: ¿Se jugará Maduro la carta de permitirle a la derechista María Corina Machado ser la candidata presidencial opositora?

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