En las primeras dos décadas del siglo XXI, el mundo ha descubierto que los modelos de gobierno democráticos no son necesariamente los únicos que permiten alcanzar el progreso económico. Singapur , y Vi e tnam tienen gobiernos autoritarios que representan un camino alternativo hacia el crecimiento del bienestar material de sus pobladores. Esta realidad hace difícil para los promotores de la democracia argumentar que sólo los países con instituciones liberales pueden producir mejores resultados. Parece contraintuitivo tener que defender los beneficios de la democracia, pero los eventos disruptivos globales de los últimos años la han puesto a prueba. El orden internacional necesariamente es el reflejo de las circunstancias internas de los Estados que lo componen y de sus respectivos intereses nacionales, por eso es importante quién gobierna y cómo lo hace.

El presidente Joe Biden ha convocado a 110 jefes de estado y gobierno a una cumbre virtual por la democracia los próximos 9 y 10 de diciembre, el evento mismo es una promesa de campaña central en su plan de gobierno. La reunión puede ser infructuosa si solamente se presenta una elección binaria entre democracia y autoritarismo fundamentada en resultados económicos y de orden social. Entonces ¿por qué es preferible la democracia a otras formas de gobierno? Muy sencillo: la democracia es el único sistema político que institucionaliza la protección de las minorías, enarbola las libertades de sus gobernados y permite la rotación del poder público . Los regímenes autoritarios podrían intentar igualar la oferta, pero difícilmente tendrán éxito.

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