Washington.— Finalmente se hizo público el informe del fiscal especial Robert Mueller sobre la investigación de la trama rusa, o Rusiagate, un documento de 448 páginas altamente censuradas que como se esperaba concluye que el presidente Donald Trump no conspiró con Moscú para afectar las elecciones, pero, en cambio, lo acusa de querer boicotear la pesquisa, bordeando el delito de obstrucción de justicia.
Hace un mes, cuando concluyó el trabajo de Mueller, se dijo que no había pruebas de colusión. El fiscal especial, en su informe, matiza ese aspecto: hay amplia evidencia de contactos entre la campaña de Trump y Rusia, pero no lo suficientemente amplia como para considerarla un crimen.
Mueller revisó potenciales delitos, además del de conspiración, incluyendo ilícitos bajo la ley de financiación de campañas y relacionados con individuos que pudieron haber actuado como agentes extranjeros ilegales para el gobierno ruso; no obstante, el reporte señala que “no había evidencia suficiente para acusar a algún funcionario de campaña como agente no registrado del gobierno ruso”.
En total, Mueller evaluó 10 “episodios” por posible obstrucción de justicia, incluyendo el despido del director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), James Comey, por órdenes de Trump.
En cambio, el informe deja abierta la opción de una conducta criminal del presidente sobre su papel para coartar una investigación que combatió desde el principio, hasta el punto que pensó que iba a acabar con su presidencia. “Oh, Dios mío. Esto es terrible. Es el fin de mi presidencia. Estoy jodido. Todo el mundo me dice que si tienes uno de estos, se arruina la presidencia. Toma años y no podré hacer nada. Es lo peor que me ha ocurrido”, habría dicho Trump al enterarse de la formación del equipo de investigación.
La Casa Blanca, en ese momento, aseguró que el presidente había reaccionado de forma calmada: una de las múltiples mentiras a la opinión pública que revela el informe.
Trump se sentía acechado y en más de una decena de veces habría intentado acabar con la investigación, abriendo la puerta a que su comportamiento fuera determinado como un delito de obstrucción de justicia.
Lo salvó que “los esfuerzos del presidente de influir la investigación fueron básicamente infructuosos, pero eso es porque en su mayoría las personas que rodean al presidente declinaron llevar a cabo sus órdenes o acceder a sus peticiones”, indica el documento. Uno de ellos, por ejemplo, cuando en junio de 2017 su asesor legal, Don McGahn, se negó a cumplir la voluntad del mandatario de pedir al vicefiscal Rod Rosenstein que despidiera a Mueller, lo que hubiera provocado algo parecido a la célebre “masacre del sábado por la noche” del Watergate, cuando el entonces presidente Richard Nixon despidió al fiscal especial, lo que derivó en las renuncias de dos fiscales. En la rueda de prensa de presentación del informe, el actual fiscal general, William Barr, trató de justificar los intentos de obstrucción (inexistentes, a su parecer) por la “frustración” y la “furia” del presidente con la investigación.
Mueller, en su conclusión, explica que decidió no presentar cargos criminales por la naturaleza de la investigación, que no quería ser procesal, pero insinúa que “si tuviera la “confianza” de que el presidente “no hubiera cometido obstrucción de justicia, lo habría manifestado”. No lo hizo.
Trump se felicitó e insistió en que queda “totalmente” vindicado de las acusaciones de colusión y obstrucción. “Estoy teniendo un buen día”, dijo el presidente tras la publicación del informe. En su Twitter, con letras simulando la tipografía de la serie Juego de Tronos, aseguró que había llegado el “fin de la partida”. Después tuiteó, aludiendo a sus supuestas intenciones de despedir gente para poner fin a la pesquisa, que “tenía todo el derecho de poner fin a la Cacería de Brujas, si hubiera querido. Hubiera podido despedir a todos, incluyendo a Mueller, si hubiera querido. Decidí no hacerlo. Tenía el DERECHO de usar el Privilegio Ejecutivo. ¡No lo hice!”.
Los demócratas no están satisfechos con el resultado y exigirán que se les remita el documento sin censura. En su opinión, el documento deja “claro que estuvo involucrado en obstrucción de justicia y otras malas conductas”. Por el momento ya han pedido la comparecencia de Mueller ante el Congreso antes del 23 de mayo.