Miami. La solicitud, por parte de 21 fiscales estatales del Partido Republicano en Estados Unidos para que el presidente Joe Biden declare terroristas a los cárteles de la droga mexicanos ha causado un nuevo debate sobre la posibilidad de que ello ocurra y las implicaciones para México y Estados Unidos.
“Lo primero es entender que sería muy difícil probar que los cárteles mexicanos de la droga cumplen con la descripción estadounidense de un grupo terrorista”, dice a EL UNIVERSAL el abogado internacionalista Jaime Ortiz, experto en seguridad binacional.
Los cárteles, en teoría, podrían ser declarados organización terrorista bajo la Patriot Act, o Ley Patriota, aprobada en octubre de 2001, después de los actos terroristas contra las Torres Gemelas de Nueva York. Esta nueva ley amplió la capacidad del gobierno estadounidense para combatir el terrorismo, descrito como aquellos actos realizados por organizaciones, grupos o individuos que buscan sembrar terror, por ideales políticos o religiosos.
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Según los especialistas, esta ley mejoró la capacidad de respuesta y coordinación de las diversas agencias que responden a un acto considerado terrorista y las fortaleció al darles mayores poderes de vigilancia. Los delitos considerados terroristas se ampliaron bajo esta nueva ley y se endurecieron las penas. Varias organizaciones locales e internacionales la han criticado porque aseguran que muchas de sus acciones violan los derechos humanos y las libertades civiles.
A pesar de que los cárteles recurren a tácticas que en la práctica siembran el terror, los fines en este caso sí importan, y no tienen nada qué ver con el tema de ideales políticos o religiosos que podrían aplicarse por ejemplo a Al-Qaeda , o a los neonazis que han perpetrado ataques en suelo estadounidense.
La idea de designar terroristas a los cárteles ha surgido de tanto en tanto: la más reciente, en 2019, cuando el entonces presidente Donald Trump se declaró “listo para hacer algo así”, pero desistió, dijo, por “la petición de una persona que me agrada y respeto; y que está trabajando muy bien con nosotros, el presidente Andrés Manuel López Obrador”.
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El año pasado, ante la crisis en Estados Unidos derivada por el consumo de fentanilo proveniente de México, el gobernador de Texas, Greg Abbott , unilateralmente y a nivel estatal, declaró a los grupos de narcos mexicanos como terroristas, sin que esta acción tenga en realidad una consecuencia legal, ya que el delito del tráfico de drogas a Estados Unidos es federal y cualquier acción tendría que ordenarse desde ese nivel.
A decir de Ortiz, declarar terroristas a los cárteles no daría muchas ventajas. “El gobierno de Estados Unidos puede detener a personas que considere asociadas al narcotráfico y puede congelar cuentas bancarias o decomisar bienes -en territorio estadounidense- de personas que considere que están involucradas de alguna manera con los carteles, sin que sean considerados terroristas”, explica.
Si acaso, al aplicar la Ley Patriota, detalla, Estados Unidos podría, en cualquier momento, “enviar asesores y equipos de inteligencia contra terroristas a México, podrían intervenir todos los teléfonos que consideren involucrados con los cárteles, hacer detenciones en territorio mexicano”.
¿Enviar tropas de manera unilateral? La posibilidad existe, indica Ortiz. La declaración de los cárteles como grupos terroristas activaría la actuación directa o indirecta de las siguientes áreas gubernamentales: Departamento de Seguridad Nacional, encargada de acciones antiterroristas; Departamento de Estado, encargada de las acciones antiterroristas en el extranjero; Dirección de Inteligencia Nacional, que coordina, recopila y analiza el intercambio de información entre sus agencias; la Oficina Federal de Investigaciones, que lleva a cabo la vigilancia y la investigación con otras agencias locales; la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés), que recopila, analiza y comparte información de inteligencia internacional que redunda en la política exterior de Estados Unidos; el Centro Nacional de Contraterrorismo, que coordina y planifica políticas y programas de contraterrorismo entre agencias, y la Agencia Antidrogas (DEA), que investiga, coordina, analiza y da apoyo en el extranjero.
Sin embargo, el envío de tropas sería un caso muy extremo, riesgoso y que colocaría las relaciones bilaterales en una situación demasiado complicada, demasiado tensa. Siendo un nexo clave en materia comercial, migratoria y de vecindad, que un presidente de Estados Unidos ponga todo eso en juego se ve imposible.
Eso, subraya Ortiz, sin contar con la otra cara de la moneda en materia de narcotráfico:
“La responsabilidad de detener a los cárteles de la droga es de ambos gobiernos y tan inepto uno como el otro; y no de ahora, de estos dos gobiernos –Andrés Manuel López Obrador y Biden-, es de siempre”, indica. “A esto hay que agregar que la droga, cuando ya está dentro de Estados Unidos, su distribución y venta final está en manos de estadounidenses. Habría que declarar terroristas también a quienes están en la línea final del narcotráfico mexicano dentro de Estados Unidos”. Luego, está el tema de la demanda. Sin ella, no hay oferta. Declarar terroristas a los cárteles no bastaría para resolver el problema.
La misiva al presidente Biden y a Blinken, describe de una manera dramática cómo los carteles de la droga mexicanos han declarado una “guerra química” contra la Unión Americana. Comparan los cárteles mexicanos como los grupos terroristas de Al-Qaeda, Estado Islámico, Hezbolá, entre otros. Los acusan de tener nexos directos con varios de ellos y recibir en territorio mexicanos a algunos de sus miembros.
“No me ha tocado ver pruebas o saber que extremistas de Medio Oriente o cualquier otro lugar del mundo considerados terroristas tengan presencia en los cárteles”, continúa Ortiz. El combate al narcotráfico, concluye, tiene que continuar, pero “de manera inteligente, donde les duele y se debilitan, congelando sus cuentas bancarias y destruyendo sus laboratorios, especialmente los de fentanilo. Ambos gobiernos -de México y Estados Unidos- saben perfectamente dónde están, al menos muchos de ellos, pero no han hecho gran cosa hasta ahora”.
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