Bruselas.- Luego del colapso del gobierno de, un dividido Partido Conservador está buscando a un líder que devuelva la integridad, la confianza y el profesionalismo a la bancada tory. 

Los parlamentarios conservadores están prometiendo un fresco arranque, comenzar de nuevo, luego de tres años de completo caos institucional. 

Sin embargo, expertos consultados por EL UNIVERSAL anticipan más de lo mismo, independientemente de que el próximo inquilino en el 10 de Downing Street sea un personaje leal o desertor del premier en funciones.  

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Particularmente no anticipan mejoras con relación a los lazos con la Unión Europea (UE), que pasan por sus horas más bajas. Tampoco se avizora menor tensión respecto a la unidad de  Gran Bretaña, amenazada por un movimiento independentista escocés que toma fuerza y el caos potencial en Irlanda del Norte como resultado del Brexit. 

En donde sí se esperan cambios es en el rubro institucional, considerando que Johnson recurría regularmente al “disfraz de payazo” para eludir responsabilidades frente a los escándalos y denuncias de abuso de poder. 

“La salida de Boris Johnson significa que por fin el Partido Conservador va a ser menos tolerante con una forma de gobernar bombástica, en la que todo es posible, en la que el mundo puede ser maravilloso sin soluciones reales”, sostiene Camino Mortera, jefa de la Oficina en Bruselas del think tank Centre for European Reform. 

“También va a ver menos tolerancia a temas de corrupción y Estado de derecho, al final, esto es la base de la crisis”. 

Lo que no habrá es un giro en el comportamiento de la clase política, al menos hasta nuevas elecciones. 

Mortera sostiene que el país necesita una “purga absoluta”, una desintoxicación de la forma como se hace política, hay una tendencia a no tomar decisiones debido a que resultan impopulares y cuestan votos. 

“El Partido Conservador en los últimos años ha demostrado que su primer interés es el partido, el segundo los gobernantes y al final el país. Este está gobernado por una fracción radical de un partido, por 20 o 30 personas, y desde un territorio muy específico, el sur de Inglaterra”. 

Tampoco se espera una mejora en las relaciones entre el Reino Unido y la  UE con la salida de Johnson, quien instrumentó su antagonismo hacia Bruselas para sacar capital político.  

“Todos los que están participando en el concurso de belleza de los conservadores son de la fracción más euroescéptica del partido”, sostiene Mortera. 

“Por el contrario, creo que llegaremos a un punto en el que las relaciones entre el Reino Unido y la UE empeoren, porque puede llegar un primer ministro en el que se tenga determinada esperanza y al final resulta que no es el caso, así que más vale un malo conocido que un bueno por conocer”.

Los problemas entre Londres y Bruselas no van a desaparecer, señala Emily Fitzpatrick, analista del European Policy Centre. 

“No hay demasiada esperanza en la UE de que un nuevo primer ministro tory reiniciará las relaciones. Hay que tomar en cuenta que la caída de Boris Johnson y la ola de dimisiones en su gabinete, no tuvo que ver con la línea asumida respecto a la UE, ninguno renunció por violación al derecho internacional, fue por escándalos internos y la forma como los manejó el gobierno”, indica Fitzpatrick.
 
“Mucho daño provocó (Johnson) en cuanto a confianza y credibilidad como socio. Pese a ello, hay un deseo real de la UE por hacer que la relación entre vecinos y aliados funcione”. 

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La preservación de la unidad de Gran Bretaña también seguirá siendo foco de tensión aún sin la presencia del exalcalde londinense. 

No se espera que Rishi Sunak o Liz Truss logren articular la tan necesaria conversación entre los diversos territorios del Reino Unido, los cuales se sienten ajenos a la política de Westminster.  

El caos provocado en Irlanda del Norte por el Brexit seguirá escalando, debido a que una opinión contraria a una renegociación del Protocolo con la Unión Europea es altamente impopular al interior del bloque conservador. “La tensión social continuará creciendo en Irlanda del Norte”, dice Fitzpatrick. 

Lo mismo anticipa para Escocia, aunque espera que la ministra principal, Nicola Sturgeon, reoriente la mira de sus ataques a favor de un segundo referéndum de independencia.  

Explica que con Johnson se manejó la idea de que Escocia era liderada por alguien con quien el pueblo escocés no se identificaba. Ahora que se va, en lugar de asociar el voto independentista como uno contra Johnson lo hará relacionándolo con uno en contra de Westminster en su conjunto. 

La incertidumbre en Gales tampoco se disipará. El líder del partido independentista Plaid Cymru, Adam Price, amenaza con poner sobre la mesa el futuro de la nación en el Reino Unido por la vía del referéndum si el Gobierno central continúa interviniendo en la política interna.

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