No es novedad que un gobierno mexicano desdeñe las cumbres multilaterales, lo que sorprende es que más allá del desaire a la COP26 de Glasgow, la administración esté atentando contra sus propios intereses. En el fondo, tomar en serio el combate al cambio climático será tan importante para la competitividad del país como cumplir con los compromisos plasmados en los tratados comerciales internacionales de los que México es parte. Celebrar el éxito al renegociar la relación comercial en América del Norte y simultáneamente ser indiferente, en el mejor de los casos, sobre el cumplimiento de los compromisos establecidos en el Acuerdo de París , es incongruente. Primero, porque el capítulo ambiental del T-MEC contempla la posibilidad de represalias comerciales si se comprueba que una parte viola sistemáticamente su legislación nacional en una forma que afecte el comercio y la inversión; segundo, porque minan el atractivo de México como destino de inversión extranjera y; por último, el eventual establecimiento de un impuesto de ajuste por carbono en EEUU y la UE que castigue a los países que no tomen acciones para la descarbonización de la economía , dificultará el acceso a los dos principales mercados de exportación para México si el país no retoma la senda de la transición energética.
Concluir que el país no se juega mucho en Glasgow equivale a pensar que México es una isla en autarquía .
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