Bruselas.— La nueva crisis que confronta al presidente turco Recep Tayyip Erdogan con la Unión Europea (UE) y que amenaza con desencadenar un nuevo éxodo migratorio hacia el Viejo Continente no toma por sorpresa a los expertos.
El desencuentro entre Ankara y Bruselas era uno esperado, como resultado de un efímero pacto migratorio y el desinterés de la UE y la OTAN por involucrarse en la estabilidad de Siria.
Para los académicos de la Universidad Libre de Amsterdam, Thomas Spijkerboer y Martijn Stronks, Erdogan sólo está jugando como lo ha venido haciendo Europa desde hace años. Turquía emergió como el guardián de las fronteras comunitarias en marzo de 2016, cuando asumió la responsabilidad de frenar los flujos migratorios hacia la Europa rica.
A cambio de cerrarle la llave a la migración, incluyendo la de refugiados y solicitantes de asilo, Europa acordó un paquete de ayuda por 6 mil millones de euros divididos en un periodo de cuatro años. También pactó librar a los turcos del requisito de visado para ingresar a la comunidad, acelerar las pláticas para la modernización de su Unión Aduanera, recibir un refugiado sirio de Turquía por cada migrante repatriado a territorio turco desde las islas griegas y crear canales para un flujo ordenado de solicitantes de asilo.
Sobre los dineros, a finales de 2017 los primeros 3 mil millones habían sido transferidos, el restante fue asignado en contratos y donaciones entre 2018-2019. Los recursos fueron destinados a educación, salud y asistencia humanitaria, y canalizados principalmente a través de ONG. En cuanto al resto de los compromisos: los turcos siguen requiriendo de visado para visitar la UE, el proceso de actualización de los lazos comerciales no ha registrado avances y tampoco se registró un reparto de responsabilidades sobre la población migrante en los términos pactados. De acuerdo con la European Stability Initiative (ESI, por sus siglas en inglés), con sede en Berlín, de abril de 2016 a diciembre de 2018, sólo mil 806 personas regresaron de Grecia a Turquía como parte del acuerdo con la UE; y desde Ankara sólo fueron reubicados en la fortificada Europa, 18 mil 100 refugiados sirios; 6 mil 447 en Alemania y sólo 13 en Bulgaria. Actualmente Turquía alberga 4 millones de refugiados.
Ante el vencimiento del programa, que se tradujo en un desplome radical de la llegada de migrantes a Grecia por la vía marítima, de 856 mil en 2015 a 32 mil en 2018, Erdogan recurrió nuevamente al tema migratorio como táctica para presionar a los europeos. El viernes pasado, luego de que al menos 33 militares turcos perdieran la vida durante un enfrentamiento con fuerzas sirias en la provincia de Idlib, Erdogan reclamó el apoyo de la UE y la OTAN. Amenazó con permitir el paso masivo de los migrantes de no recibir ayuda en Siria. El sábado dio un probadita de lo que puede venir. La Organización Internacional para las Migraciones reportó la llegada de más de 13 mil migrantes a la frontera entre Turquía y Grecia.
Bulgaria respondió reforzando su frontera con mil hombres adicionales, mientras que el premier griego Kyriakos Mitsotakis suspendió por un mes la emisión de solicitudes de asilo. “Los migrantes no deben ser utilizados como arma política”, denunció Francesco Rocca, presidente de la Federación Internacional de la Cruz Roja. Para diversos analistas, la UE es cómplice de la situación actual, por un lado, el pacto con Erdogan dejó al bloque expuesto al chantaje, por el otro, tuvo tiempo suficiente para crear una alternativa, es decir, una zona segura para que los refugiados no tuvieran necesidad de trasladarse hasta Europa.
Judy Dempsey, del think tank Carnegie Europe, recuerda que en octubre de 2019, la entonces ministra de Defensa de Alemania, Annegret Kramp-Karrenbauer, propuso crear en la frontera entre Turquía y Siria un “paraíso” seguro controlado por fuerzas internacionales y encabezado por la OTAN. De esta manera, se atendería el problema de los refugiados y las preocupaciones de seguridad de Turquía. Por eludir a sus responsabilidades exteriores, Dempsey afirma: “[La UE y la OTAN] pagarán un precio muy alto por el papel militar y político de Rusia, así como por el que tiene Irán en esta parte del Medio Oriente. Pagarán un alto precio por la forma como Turquía chantajea constantemente a la OTAN y la UE”.