Más Información
Trump declarará a cárteles como organizaciones terroristas; "fui muy duro con México, hablé con la nueva presidenta"
Sheinbaum responde a Trump sobre declarar a cárteles como organizaciones terroristas; rechaza injerencia extranjera
México lucha contra “río de hierro” que envía armas de EU a los cárteles; llegan hasta medio millón, según medios
Dictan 600 años de prisión a "El Negro" Radilla y "El Cone"; responsables de secuestrar al hijo de Javier Sicilia
Familias de desaparecidos en Mazatlán irrumpen en evento de Sheinbaum; mandataria promete atender peticiones
Operativo Enjambre: Detienen a 15 personas por obstruir captura del presidente municipal prófugo de Santo Tomás de los Plátanos
San José.— Postrada a una silla de ruedas, sin dinero y en abandono social, la hondureña Sonia García admitió que lo peor en su vida tampoco son sus limitaciones físicas y económicas. El trance más grave es la muerte de su hijo, Carlos Moisés López García, de 29 años, por dengue grave.
Desesperada y sin vivienda, debió velar anteayer a Carlos Moisés a la intemperie en la misma calle de Tegucigalpa en la que vive hace muchos años y en la que su hijo se dedicó a lavar y cuidar automóviles y en labores misceláneas informales que le permitieron comprar pañales, medicinas y otros bienes para su enferma progenitora.
“No tengo dónde vivir” y, por eso, lo veló “en la calle”, relató la mujer a La Prensa, de Honduras. Entre llantos, en un rincón de la acera de la avenida Gutenberg del capitalino barrio Guanacaste y junto al féretro en un quiosco de madera y techo de láminas de zinc, contó que su hijo pereció el lunes anterior.
“Primero se enfermó de diarrea y vómito, y se curó, pero sólo quedó vomitando, lo llevaba al [estatal] Hospital Escuela y sólo lo inyectaban y lo regresaban. La última vez se desmayó en la entrada del hospital, ahí sí lo aceptaron, pero sólo duró cuatro días, ahí murió mi hijo”, narró.
“Vivo en esta acera. Mi hijo se crió acá, él se ganaba la vida lavando carros, haciendo mandados y ayudando en las tiendas. Mi hijo era el que me ayudaba a comprar los medicamentos, pañales y muchas cosas más, era el único”, evocó, con amargura y pesar.
La escena alteró la cotidianidad en una de las ciudades más violentas de Honduras. “Es muy doloroso”, lamentó la hondureña Brenda Velásquez, amiga de la madre. “Tener que velar a su muchachito en la calle. A unos días de nacer acá estaba él. Era un joven muy trabajador y respetuoso”, recordó, citada por el periódico.
“Sobre una silla de ruedas, García hacía un esfuerzo por estirarse y con la punta de sus dedos tocar el ataúd, donde estaba su hijo”, relató al diario. Tras permanecer durante varias horas al aire libre, el ataúd fue subido a un camión y llevado a un cementerio.
Datos oficiales confirmaron que Honduras sobrepasó esta semana el centenar de muertos por dengue grave y que, de enero anterior a mediados de este mes, registró más de 55 mil contagios de los dos tipos (clásico y grave).
El gobierno hondureño declaró este año alerta epidemiológica por el dengue para evitar su propagación, en un país con agudas carencias socioeconómicas y en el que cifras oficiales mostraron que la miseria azota a 63% de sus 9.2 millones de habitantes.