La variante del coronavirus identificada con la sigla P.1, que emergió en y dominó el escenario de la pandemia en apenas cuatro meses, ya cruzó las fronteras y fue encontrada en otros 36 países del mundo, 16 de ellos en Latinoamérica. Los científicos aún no pueden precisar si esta cepa del Sars-CoV-2 es más agresiva para el organismo humano, pero ya está claro que, por ser más transmisible, termina indirectamente provocando más muertes que la versión “original” del virus.

Hasta ahora en la región sólo han sido confirmados casos de transmisión local (no-importados) de la P.1 en México y en Colombia, además del propio Brasil, probablemente porque en esos países hay mejor vigilancia genómica. Naciones que sólo han encontrado casos importados de la variante concentran esfuerzos en el control fronterizo.

En cinco países latinoamericanos (Chile, Ecuador, Paraguay, Surinam y Costa Rica), la P.1 ya representa más de 10% de las muestras de coronavirus, cuya secuencia genética fue estudiada hasta la fecha, según estiman los datos de la colaboración GISAID de monitoreo global de gripe y enfermedades respiratorias.

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Mantener esta variante bajo vigilancia es importante, según los científicos brasileños, porque existen buenos indicios de que fue un ingrediente relevante de la segunda ola devastadora del Covid-19 en el país, aunque no el único. En Manaos, en el Amazonas, ciudad donde la P.1 emergió, la variante se tornó dominante en dos meses.

Variante brasileña: se amplía amenaza en América Latina
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Cruzando fronteras

La diseminación de la variante en Latinoamérica ocurrió a pesar de las restricciones de circulación que existen en la región.

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Según los epidemiólogos, los bloqueos de frontera ayudan, pero están lejos de ser impenetrables, principalmente cuando el blanco son apenas personas con síntomas.

“Es un error creer que las barreras sanitarias son útiles para las enfermedades virales. El Covid-19 se transmite antes del comienzo de los síntomas y en 40% de los casos se da a partir de casos asintomáticos”, explica Wanderson Oliveira, exjefe de la Secretaría de Vigilancia en Salud (SVS) de Brasil.

De acuerdo con la opinión del infectólogo Marcus Lacerda, de la Fiocruz Amazonia, la medida más importante debería ser establecer un robusto sistema de vigilancia genómica, capaz de secuenciar genéticamente una gran fracción de las muestras de coronavirus recogidas.

“Luego de que una variante de alta transmisibilidad entra en un país, aún siendo en apenas una persona o en pocas, es muy difícil impedir que se establezca ahí”, expone Lacerda, “pero la velocidad de entrada con que pasa por la frontera también ayuda a definir la velocidad con que se diseminará”.

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Bajo vigilancia

La vigilancia genómica, explican los investigadores, también es importante para monitorear nuevas variantes del virus que puedan surgir, un fenómeno que es más probable en países como Brasil y Perú, donde la pandemia del Covid-19 está fuera de control.

“Es importante seguirla de cerca, porque la P.1 debe desdoblarse luego en alguna variante nueva. En el futuro puede surgir un subgrupo P.1.1 y nosotros debemos notificar el importante aporte que significa la clasificación de linajes del virus”, comenta Gräf.

Otro trabajo importante de seguimiento en el escenario del surgimiento de nuevas variantes del virus es verificar la eficacia de las vacunas.

Un estudio reciente patrocinado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) está siguiendo a 67 mil individuos inmunizados con la vacuna china CoronaVac, en Manaos, para saber si continúa siendo eficaz frente a la P.1, la variante dominante en la ciudad.

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El trabajo, liderado por el infectólogo Julio Croda, exdirector del Departamento de inmunización y enfermedades transmisibles del Ministerio de Salud, emitió conclusiones preliminares señalando que la vacuna funciona. Tiene una eficacia global contra la infección de 50% en la ciudad, nivel similar al que obtuvo la dosis en los tests clínicos en San Pablo, antes de la emergencia de la P.1.

La noticia es importante para Latinoamérica, ya que dosis de CoronaVac fueron contratadas por países de la región (Brasil, Chile, México, Colombia, Ecuador, Uruguay, Perú y El Salvador).

Para Lacerda, la garantía de que la vacuna funciona contra una variante del virus no se extiende a otras posibles cepas que puedan surgir. Pero tiene sentido, dice el infectólogo, intentar contener la diseminación de la P.1 por vigilancia epidemiológica mientras sea posible.

“Lo que algunos países están tratando de hacer es ganar tiempo para tratar de vacunar la mayor parte posible de la población antes de que entren más casos de P.1”, considera.