Miami.— Cuando Estados Unidos declaró el fin de la emergencia sanitaria por , gran parte de la Unión Americana respiró con alivio. Fue un momento simbólico en el que muchos consideraron que lo peor había pasado y que una vida normal comenzaba de nuevo. Sin embargo, la comunidad científica y los expertos en salud pública han dado información científica para que nadie baje la guardia frente al Covid, porque el mismo virus ha ido mutando y revelando realidades a las que la población tendrá que enfrentarse en los próximos años.

“Desde el avance de las vacunas hasta las nuevas amenazas biológicas, el camino por delante es tan importante como el recorrido que se ha dejado atrás”, dice el médico Enrique Martínez, desde California, a EL UNIVERSAL.

A medida que el virus se estabiliza y pasa de una crisis aguda a una enfermedad endémica, los expertos creen que la convivencia con el Covid-19 durará años o incluso décadas. “El virus no va a desaparecer”, ha advertido desde un principio el doctor Anthony Fauci, exdirector del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos y asesor principal del gobierno del presidente Joe Biden durante la emergencia de la pandemia.

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Asistente a una vacunación en Miami. Foto: American Medical Association
Asistente a una vacunación en Miami. Foto: American Medical Association

De acuerdo con Fauci, se espera que el Covid-19 continúe circulando de manera similar a la gripe estacional, con picos de casos en ciertas temporadas y la necesidad de vacunas anuales o periódicas que se adapten a las variantes más recientes. Una vez finalizada la emergencia en la Unión Americana, entre mayo de 2023 y julio de 2024, Estados Unidos registró entre 1 y 1.5 millones de nuevos casos de Covid-19, con cerca de 50 mil muertes adicionales relacionadas con el virus.

Estos números, aunque mucho más bajos que durante la etapa crítica de la pandemia, demuestran que el virus sigue siendo una amenaza latente, “especialmente para personas mayores y aquellas con enfermedades preexistentes”, señala el doctor Martínez.

Una de las principales preocupaciones de la comunidad científica es la aparición de nuevas variantes del virus. Después de la cepa original y la variante delta, ómicron y sus múltiples subvariantes (BA.2, BA.5, XBB.1.5, entre otras) dominaron gran parte de las infecciones recientes. “Estas variantes han mostrado una tendencia a ser menos letales, pero son mucho más transmisibles y se ha comprobado que pueden evadir parcialmente la inmunidad de vacunas anteriores”, explica el médico.

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Un centro de vacunación en un estacionamiento de Miami. Foto: EL UNIVERSAL
Un centro de vacunación en un estacionamiento de Miami. Foto: EL UNIVERSAL

En respuesta, las farmacéuticas han trabajado arduamente en la actualización de las vacunas para adaptarse a estas variantes. Pfizer-BioNTech y Moderna, que lideraron el uso de la tecnología de ARN mensajero, han desarrollado versiones actualizadas de sus vacunas específicamente diseñadas para combatir las variantes más recientes de ómicron.

El costo de las vacunas ha sido motivo de preocupación.

Con la finalización de los subsidios federales que cubrían las vacunas de manera gratuita durante la emergencia sanitaria, el precio de las dosis ahora recae en gran parte en el sistema de seguros de salud y en los propios consumidores.

Para el público, una dosis de Pfizer-BioNTech o Moderna puede costar entre 110 y 130 dólares por dosis. Otras vacunas, como Johnson & Johnson y Novavax, que usa una tecnología basada en proteínas en lugar de ARN mensajero, tienen precios que varían entre 20 y 60 dólares por dosis. Sin embargo, la accesibilidad sigue siendo un reto, especialmente para quienes no tienen seguros de salud.

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La accesibilidad de las vacunas sigue siendo un reto, especialmente para
quienes no tienen seguros de salud. Foto: Especial. Carlos Reusser
La accesibilidad de las vacunas sigue siendo un reto, especialmente para quienes no tienen seguros de salud. Foto: Especial. Carlos Reusser

Avance en dosis y tratamientos

Uno de los aspectos más positivos que ha dejado la pandemia es el rápido avance en la tecnología de vacunas de ARN mensajero. Antes de la pandemia, esta tecnología era experimental, pero se ha convertido en una herramienta crucial para controlar la propagación de enfermedades infecciosas, no sólo para el Covid y se esperan grandes avances. En el futuro, se espera que esta tecnología pueda ser aplicada a otras enfermedades, como el VIH, la malaria y algunos tipos de cáncer.

Además de las vacunas tradicionales, los científicos están explorando alternativas innovadoras, como “las vacunas nasales que podrían ofrecer una protección más eficaz al evitar que el virus se replique en las vías respiratorias superiores. También se están desarrollando vacunas multivalentes, que podrían proporcionar inmunidad contra varias variantes del virus o incluso contra diferentes enfermedades respiratorias en una sola dosis”, subraya el doctor Martínez.

Por otro lado, los tratamientos antivirales, como Paxlovid, se han convertido en una herramienta clave para mitigar la gravedad de los casos de Covid-19.

“Este medicamento ha demostrado ser muy efectivo en la reducción de las complicaciones graves y la mortalidad, especialmente cuando se administra en las primeras etapas de la enfermedad”, comenta Martínez. Sin embargo, al igual que las vacunas, el costo de estos tratamientos se ha incrementado a medida que los subsidios gubernamentales han desaparecido.

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Blísters que contienen una dosis del medicamento recetado Paxlovid para
la infección viral Covid-19 de un paciente. Foto: Patrick T. Fallon / AFP
Blísters que contienen una dosis del medicamento recetado Paxlovid para la infección viral Covid-19 de un paciente. Foto: Patrick T. Fallon / AFP

Preparación para futuras pandemias

Una de las lecciones más importantes que ha dejado el Covid-19 es la necesidad de mejorar la preparación global para pandemias. La comunidad científica insiste en que, aunque la situación ha mejorado, la vigilancia debe continuar. La reducción de pruebas masivas y la secuenciación genómica es motivo de preocupación. “Estamos volando a ciegas en algunos aspectos”, afirma el doctor Trevor Bedford, virólogo del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, al advertir sobre el peligro de no detectar a tiempo nuevas variantes.

La infraestructura de salud pública también debe fortalecerse. Los expertos señalan que se necesita una mayor inversión en hospitales, capacidades de respuesta rápida y sistemas de vigilancia epidemiológica. La pandemia también reveló profundas desigualdades en el acceso a la atención médica y los recursos. Las comunidades de bajos ingresos y las minorías, que fueron las más afectadas durante la pandemia, aún enfrentan dificultades para recuperarse, tanto en términos de atención médica como de estabilidad económica.

En respuesta, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras organizaciones internacionales han comenzado a trabajar en estrategias para una mejor colaboración internacional en futuras crisis sanitarias. Se espera que los países desarrollen planes conjuntos para la distribución equitativa de vacunas, tratamientos y suministros médicos, algo que fue una de las grandes fallas durante el Covid-19.

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Un reto adicional

Otro aspecto clave que la pandemia ha dejado al descubierto es el impacto profundo en la salud mental de la población. A lo largo de los últimos años, los casos de depresión, ansiedad y estrés postraumático han aumentado demasiado. “La pandemia no sólo fue una crisis sanitaria, sino también una crisis sicológica”, afirma la doctora Janet Wright, especialista en salud mental y trauma pospandémico.

Los efectos de largo plazo del llamado long Covid, que afecta a millones de personas con síntomas persistentes como fatiga, confusión mental y problemas respiratorios, están contribuyendo a esta carga sicológica. Investigaciones recientes han sugerido que el long Covid podría continuar afectando a las personas durante años y los sistemas de salud necesitarán prepararse para brindar atención a quienes sufren de estas secuelas a largo plazo.

Futuro incierto

A medida que avanzamos en esta etapa pospandémica, el futuro sigue siendo incierto. Si bien el Covid-19 se ha controlado en gran medida, el virus sigue evolucionando y desafiando la respuesta de las autoridades de salud pública. Al mismo tiempo, el riesgo de futuras pandemias sigue latente. La pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la globalización hacen que los brotes de enfermedades infecciosas sean una gran amenaza. “El mundo no puede permitirse bajar la guardia”, advierte el doctor Peter Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical. “El Covid-19 debe servir como una advertencia de que necesitamos una mejor preparación global, no sólo para las enfermedades conocidas, sino también para las nuevas amenazas biológicas que puedan surgir”, asegura Hotez.

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