Las relaciones de México con el mundo pasan por un momento complicado. El enfrentamiento entre Estados Unidos y China tiene un impacto para nuestro país, a la vez que ofrece oportunidades. Con Europa, las relaciones han caído en su punto más bajo en décadas, mientras que en el caso de Rusia, la denuncia de presunto espionaje en suelo mexicano genera resquemores en EU, pese a la negativa de la administración. El presidente Andrés Manuel López Obrador parece estar intentando cobrar protagonismo en Latinoamérica, con su postura respecto de la Cumbre de las Américas y su defensa de Cuba. Pero al mismo tiempo, el choque con EU puede costarle caro. Con las próximas elecciones en Colombia, y Brasil, donde encabeza la izquierda, quizá llegó el momento de que la nación decida qué tipo de izquierda quiere representar.

AMLO y su visión del sur

Raquel López-Portillo Maltos. Asociada Comexi 

La estrategia de integración latinoamericana del presidente Andrés Manuel López Obrador está plagada de incongruencias. El plan de una región unida frente a las turbulencias globales ha minimizado a aliados naturales como Colombia o Chile mientras que la defensa de dictaduras es prioridad. Pese al argumento ideológico detrás, esta visión recae en recursos simbólicos y retóricos ante la falta de una política exterior congruente. Mientras que el presidente se vislumbra como el líder indiscutible al mero estilo de Bolívar, sus acciones comprometen la posición de México en el balance regional.

Si bien ciertos países sudamericanos pueden gozar de una limitada independencia económica con Estados Unidos bajo el respaldo de China mediante el comercio de materias primas, en el caso de México cada jugada arriesgada dirigida al vecino del norte tiene un costo demasiado alto e innecesario. Con la posibilidad de que la mayoría de la región esté gobernada por la izquierda tras las próximas elecciones en Colombia y en Brasil, cabe preguntarse ¿con qué izquierda queremos empatar? Y sobre todo, ¿qué costo está dispuesto a pagar México en esta visión del sur?

Anticipación y mediación: la receta de AMLO

Emerson Segura. Periodista y asociado Comexi

El reciente anuncio sobre la invitación a España como observador a la Cumbre de las Américas por parte de Estados Unidos advierte el desesperado intento de la administración Biden por maniobrar diplomáticamente un terreno que se vislumbraba ya complejo en la región y sobretodo, en lo que atañe a la Organización de Estados Americanos (OEA). Es la primera vez que Estados Unidos acoge el encuentro desde su inauguración en 1994 en Miami, Florida y Bill Clinton fuese el anfitrión. Todos los países estuvieron invitados menos Cuba.

La ambivalencia de Estados Unidos respecto a la exclusión o no de ciertas naciones pone también entre dicho su relación con la burocracia de la OEA. La administración de Luis Almagro al frente de esta ha sido cuestionada sobre su capacidad para generar soluciones y puentes en la región en Venezuela y Nicaragua recientemente.

El gobierno de Joe Biden plantea la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero al mismo tiempo, suaviza sanciones sobre los dos primeros. Lo que sucede con la Cumbre de las Américas y la OEA puede ser lo que la académica de la Universidad de Pennsylvania, Julia Gray, denomina, “organizaciones zombis” en su propuesta “Life, Death, ¿or Zombie? The Vitality of International Organizations”. Para la académica, las “organizaciones zombis” mantienen un nivel de eficiencia muy por debajo de las expectativas, son semirregulares, se llegan incluso a cambiar el nombre en un intento de renovarse y, a pesar de sus pobres resultados, estas organizaciones persisten en lugar de disolverse por completo.

La postura del presidente López Obrador respecto a su participación en la Cumbre puede estar determinada por su ambición de fungir como bisagra y mediador sobre un nuevo intento del gobierno de Biden de normalizar las relaciones con Cuba y, por otro lado, conquistar un mayor protagonismo como líder en la región. En las próximas semanas Colombia decidirá si Gustavo Petro conquista la presidencia de dicho país y el próximo otoño, si Lula da Silva regresará a la presidencia de Brasil.

México frente a Centroamérica y el Caribe

Ricardo Smith. Internacionalista y asociado Comexi

La primera gira internacional del presidente de México mostró los alcances y límites de la influencia de nuestro país en Centroamérica y el Caribe. La visita a Guatemala, Honduras y El Salvador estuvo marcada por el interés de atender las causas estructurales de la migración centroamericana que transita por nuestro territorio con destino a Estados Unidos. Sin embargo, el apoyo mexicano al desarrollo de estos tres países se basa en la implementación de los programas Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro. La efectividad de ambos, al menos en México, ha sido cuestionada debido a sus efectos ambientales adversos, la opacidad en el manejo de cierta parte de los montos entregados y el mal manejo del padrón de beneficiarios. Más aún, los programas insignia del presidente no atienden los graves problemas de seguridad, ingobernabilidad y Estado de Derecho que enfrenta el Triángulo Norte.

La presencia del presidente mexicano en Cuba –así como los gestos recientes de acercamiento al gobierno de Miguel Díaz-Canel– fortalece el discurso político e ideológico de sustenta su proyecto político. En ese sentido, la administración de Andrés Manuel López Obrador ha sido bastante exitosa en traer de vuelta a la agenda latinoamericana la demanda de retirar el embargo económico a la isla.


La nueva doctrina Monroe: América ¿para los chinos?

Renata Zilli. Investigadora en el European Center for International Political Economy (ECIPE)

La decisión del presidente López Obrador de ausentarse de la Cumbre de las Américas ha sido ampliamente respaldada por el gobierno chino. Además, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Zhao Lijian, aprovechó el desaire diplomático de México para enfatizar que la doctrina Monroe “no tiene audiencia en la América Latina de hoy”. Resumida en la frase “América para los americanos”, la doctrina Monroe ha sido severamente cuestionada, pues sirvió de instrumento para consolidar la hegemonía estadounidense en América Latina. Sin embargo, debido a la rápida penetración de China en la región y su actitud neoimperialista en otras secciones del mundo, el pronunciamiento de Beijing debe tomarse como una señal de alarma, más que en defensa de los intereses latinoamericanos.

China se ha convertido en la potencia económica con mayor influencia en América Latina después de Estados Unidos y se estima que para el año 2035, podría superarle. En tan solo dos décadas, el comercio entre China y América Latina creció en un dos mil por ciento. Repito. Dos mil por ciento. Actualmente es el principal socio comercial de Brasil, Chile, Perú y Uruguay. Para México, el crecimiento exponencial de China debe convertirse en un asunto de prioridad estratégica. Dado que el motor de la economía mexicana son los flujos económicos provenientes de Estados Unidos a través de exportaciones o remesas, un conflicto que atente contra la competitividad americana podría traer en el corto plazo, consecuencias económicas y sociales adversas al interior de México.

En días recientes, el presidente Joe Biden realizó su primera gira por Asia, en Japón y Corea del Sur. Entre los objetivos principales se encuentra implementar un marco de acción Indo-Pacífico, que incluirá novedosas reglas comerciales y provisiones en materia de comercio digital, infraestructura y cadenas de suministro seguras. Este nuevo mecanismo que busca consolidar el liderazgo de Estados Unidos en Asia también puede servir de pauta para México sobre cómo insertarse y navegar exitosamente en la nueva dinámica global encaminada hacia dos sistemas comerciales. Además, gracias al acceso preferencial que brinda el TMEC al mercado estadounidense, México puede beneficiarse como receptor de nuevos flujos de inversión, particularmente en el sector de las nuevas tecnologías que resultan cruciales para su desarrollo.

En suma, no existe mayor riesgo geopolítico para el futuro de México (y del mundo), que un posible enfrentamiento entre Washington y Beijing. Erróneamente, López Obrador le ha planteado a Estados Unidos que la manera de contrarrestar el avance de China es a través de la unión latinoamericana (emulando a la Unión Europea). Esta idea, aunque de gran atractivo sentimental, carece de lógica económica. En principio, porque la mayoría de los países del Cono Sur llenan sus bolsillos con capital chino. En realidad, la forma de balancear a China en América Latina es ampliando las ventajas que México ofrece a raíz de su relación privilegiada y su integración con Norteamérica. Esa, es la ventaja competitiva de México y la fuente de su liderazgo.

El espionaje ruso en México

Héctor Cárdenas Rodríguez. Embajador en retiro

El interés de México en Rusia, a partir de la revolución bolchevique, ha sido mínimo e insustancial, mientras que para Moscú, nuestro país representa un papel estratégico en su política exterior. Esto se explica en el marco de su relación y problemática con su némesis, los Estados Unidos. Desde 1918, al término de la Primera Guerra Mundial, la Rusia soviética, a través de su principal instrumento de propaganda, el COMINTERN, se propuso la creación de partidos comunistas en diversos países, entre ellos México. Fue así que, en 1919, se fundó el partido comunista mexicano gracias a la organización, financiamiento y penetración en las altas esferas del gobierno de enviados del Kremlin, particularmente de Mijail Borodin - personaje central de la novela La Condición Humana de André Malraux - y del nacionalista indio Nath Roy, en flagrante violación de la constitución y con el consentimiento del presidente Venustiano Carranza.

En 1924 México fue el primer país de América en reconocer a la URSS y, a partir de entonces, las actividades subversivas de los espías rusos se intensificaron con el propósito de desestabilizar el país, particularmente en el sector agrario y de paso provocar el distanciamiento con los Estados Unidos. Pronto México se convirtió en el centro de operaciones de las agencias de seguridad soviéticas para toda América. En enero de 1930, como consecuencia de las actividades subversivas de los diplomáticos soviéticos se produjo la ruptura de relaciones diplomáticas. A partir de su restablecimiento en 1942, el espionaje soviético en México se incrementó exponencialmente, particularmente en las actividades de la embajada soviética para reclutar jóvenes que eran entrenados para participar en los levantamientos de izquierda radical en varias regiones del país. El espionaje soviético quedó más que comprobado y en 1971, nuestro gobierno expulsó a varios funcionarios de la embajada soviética por su participación en los acontecimientos del Jueves de Corpus, lo que dio lugar a un enfriamiento de las relaciones soviético-mexicanas.

Recientemente el general Glen VanHerck, jefe del Comando Norte estadounidense, declaró que “la agencia de espionaje militar de Rusia (GRU) tiene en estos momentos desplegados en territorio mexicano más oficiales de inteligencia que en cualquier país del mundo con el objetivo final de influir en las decisiones que toma Estados Unidos”. Ante estas declaraciones, el canciller mexicano reaccionó con evasivas, limitándose a pedir pruebas de tal afirmación. El que calla otorga.

China y México, dos socios distantes

Los intercambios comerciales entre China y México, en el año de 2021 ascendió a una cifra cercana a los 120,000 millones de dólares, un número récord y en un año con el azote de la pandemia en pleno. Así, China se consolida sólidamente como el segundo socio comercial de México en el mundo, aún en ausencia de un tratado de libre comercio. Si bien es cierto que este intercambio económico nos otorga un importante déficit en nuestra balanza comercial ya que, el valor de las importaciones procedentes de China sumó 98,000 millones de dólares mientras las exportaciones mexicanas a ese país sumaron 18,900 millones de dólares. Sin embargo, según datos de la Secretaría de Economía, el 75% de las importaciones de China son bienes intermedios, insumos que utiliza la industria mexicana para manufacturar productos que luego exporta. Es improcedente poner barreras a esas importaciones so pena de dañar las exportaciones nacionales, China es un socio estratégico de México. Una política importante sería alentar a los proveedores chinos a venir a instalarse en México para producir esos insumos que demandan los industriales.

A pesar del destacado intercambio comercial bilateral, las inversiones chinas en México están a un nivel muy bajo comparado con otros países de América Latina. China mantiene la expectativa de que el gobierno mexicano presente iniciativas de adhesión a los varios esquemas de cooperación e inversión, planteados en los últimos años, como la Franja y la Ruta, la Iniciativa para el Desarrollo Global y la última, llamada la Iniciativa de Beijing, presentada por el sector empresarial organizado de China; propuestas encaminadas a impulsar el crecimiento del mundo en desarrollo y México se beneficiaría de créditos blandos para obras de infraestructura que tanto necesita.

Sergio Ley. Embajador en China (2001-2007)

El deterioro de la relación de México con Europa

Lorena Ruano. Profesora de la División de Estudios Internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE)

Las relaciones con Europa se encuentran en el punto más bajo desde que se firmó el Acuerdo Global México-Unión Europea en 1998. El tema de los derechos humanos, que históricamente ha sido un foco de fricción recurrente, alcanzó un nuevo nivel de tensión tras el pronunciamiento del Parlamento Europeo en relación con el asesinato de periodistas, pues, por primera vez, los eurodiputados se refirieron al papel del presidente en agravar la situación. El comunicado de respuesta que emitió éste enrareció más el ambiente.

Con España, segundo inversionista más importante y país puente en la relación con la Unión Europea (EU), la relación está en “pausa”: es su peor momento desde que se reestablecieron las relaciones diplomáticas en 1978. Además de exigir disculpas a la corona española por los agravios de la conquista, el presidente ha denunciado reiteradamente a las empresas españolas de energías renovables por su oposición a la reforma eléctrica. Esto se da en un marco de desencuentro general, pues la prioridad de Europa es la lucha contra el cambio climático, mientras México apuesta por las energías fósiles. La firma y ratificación del Acuerdo Global actualizado, que se terminó de negociar en 2020, está detenida desde entonces. Finalmente, la postura ambigua de México ante la guerra en Ucrania, que hoy es el tema dominante en la agenda europea, ha dejado perplejo a más de uno, aunque hay cooperación con Francia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Desfase en la relación México-Estados Unidos

Luis Herrera Lasso M. Director del Grupo Coppan

Desde su llegada a la Casa Blanca Joe Biden ha propuesto una serie de medidas para mejorar la gestión migratoria. Sin embargo, la ola antiinmigrante, exitosamente arraigada en ese país como tema de la contienda político electoral, se ha convertido en el gran obstáculo. Incluso la cancelación del Título 42 que permite el retorno inmediato de inmigrantes debido a la pandemia, se ha dificultado al momento de su implementación.

La posición del gobierno de México de alinearse a la posición dura de Estados Unidos en materia migratoria no ha cambiado. Inició en la administración de Enrique Peña Nieto y se ha endurecido con Andrés Manuel López Obrador. Hace unos días el canciller Marcelo Ebrard se presentó en Washington a recibir las actualizaciones de lo que se espera de México al respecto. No hay discusión ni mucho menos negociación sobre una gestión conjunta de la migración, sea a nivel regional o bilateral.

Paradójicamente el gobierno de México, con la política más dura por décadas en materia migratoria, aboga ahora frente a Biden por países que considera marginados de la Cumbre de las Américas. En su discurso predomina la retórica orientada a la política interna, pero queda a años luz de la construcción de una mejor relación entre México y Estados Unidos o de una mejor gestión migratoria a nivel bilateral o regional.

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