La reunión en Los Ángeles obtuvo pocos progresos en migración, el tema que dominó el encuentro, y en economía. Además, reflejó que Estados Unidos “no tiene una nueva visión sobre las relaciones interamericanas” y lo que sobresalió fueron las ausencias como las del mandatario de México, Andrés Manuel López Obrador, consideran especialistas.

Parcos avances en el ámbito económico

Guadalupe González González. Internacionalista

En Los Ángeles, el presidente Joe Biden buscó desmarcarse de las políticas de Trump que dañaron la relación con América Latina y el Caribe. Sin embargo, sus propuestas económicas resultaron insuficientes respecto de lo que había anunciado en junio de 2021 en el G-20, en relación con un plan de inversiones en infraestructura para la recuperación económica y la contención del avance de China en el hemisferio.

Su propuesta de una Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica poco añade en materia comercial al no contemplar la suscripción de nuevos acuerdos de libre comercio con países de la región y en materia de inversión apuesta todo al sector privado sin añadir recursos públicos y no se toca el problema de la deuda. Su propuesta contiene cinco pilares: creación de cadenas de valor resilientes; mejoras regulatorias de gestión pública; transición a energías limpias y biodiversas; facilitación aduanera y, quizás lo más importante, revitalización y recapitalización del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

Si bien su propuesta no está ayuna de estructura y pertenencia, sí lo está de medidas específicas como montos, tiempos y condiciones que lleven al aterrizaje de las propuestas y que efectivamente sirvan de detonador para reactivar la economía de la región. Existe el riesgo de que la revitalización del BID enfrente oposición en el congreso de EUA. Frente al complejo entorno económico con recesión, inflación y ruptura de suministros, la oferta de Estados Unidos en la Cumbre de las Américas se queda corta frente a las exigencias de la realidad.

La Cumbre de las Américas y la migración

Luis Herrera Lasso M. Director del Grupo Coppan

La migración resultó ser uno de los temas más trabajados para esta Cumbre. Como resultado de varios meses de un esfuerzo coordinado por Colombia y Panamá, apareció la Declaración sobre Migración y Protección, suscrita por 20 países del continente, que no sólo plantea buenas intenciones, sino medidas específicas adoptadas por los países del hemisferio en tres ámbitos específicos: ampliación de vías legales para los migrantes; protección de los derechos humanos y condiciones de vida de los migrantes y combate al tráfico de personas.

La declaración hace referencia a medidas en curso para alcanzar estos objetivos por parte de Estados Unidos, Canadá, México, Guatemala, Belice y Costa Rica, en América del Norte, así como por países como Colombia y Ecuador, en relación con la recepción de refugiados venezolanos que ya rebasan los 6 millones de personas. Se anotan acciones, medidas y programas, así como recursos económicos adicionales para reforzar estos planes.

El documento aborda por primera vez el tema de la migración con ejes rectores, acordados por los países firmantes, con un lenguaje común y con el realismo que requiere un tema en el que las decisiones son todas de carácter soberano. El gran reto subsecuente será el seguimiento y profundización concertada sobre los contenidos de esta declaración, la continuación del diálogo y la construcción de un sistema que efectivamente mejore la gobernanza migratoria del hemisferio. Esta declaración puede convertirse en un punto de partida, sin precedente, para avanzar en esa dirección.

La Cumbre de las Américas, la política interior

Mario Melgar Adalid. Profesor de la UNAM

Si algo caracteriza al presidente López Obrador es su consistencia y obstinación. Había declarado que para su gobierno la mejor política exterior sería la interior y ha cumplido su curioso desiderátum. Su inasistencia a la Cumbre de las Américas está motivada probablemente por la convicción de que un número mayoritario de mexicanos ve con buenos ojos el desaire a Estados Unidos y la solidaridad con los sátrapas latinoamericanos. Para el otro sector del país, el que no entiende cómo el presidente inclina la balanza a favor de Venezuela, Cuba y Nicaragua en lugar de considerar el peso político, económico y estratégico que representa Estados Unidos, no estar presente en Los Ángeles es una más de las inconcebibles decisiones que podrían vulnerar gravemente el futuro del país.

La Cumbre le permitió al presidente hacer política interior, para ello mandó al Canciller a las Ligas Mayores Internacionales. Al día siguiente de las elecciones en que Morena prácticamente borra del mapa político a la oposición, Marcelo Ebrard da la versión oficial de la ausencia en un artículo de opinión, al mejor estilo priísta —el presidente siempre primero y adelante— se muestra ya con la seguridad necesaria para convertirse en candidato y próximo inquilino de Palacio.

La Cumbre de las Américas pasará sin pena ni gloria, como han pasado las cumbres. Generalmente se hacen en el peor momento (las complicaciones de Biden con la guerra en Ucrania, la inflación incontrolada y la expectativa económica a la deriva, la imposibilidad política de regular el mercado de las armas y las consecuentes matazones de inocentes) y en el lugar equivocado Los Ángeles (la ciudad con más mexicanos después de la CDMX, a la que no va el presidente mexicano).

La ausencia se AMLO será una mera efeméride sin consecuencias relevantes en el mundo internacional; pero provechosa, eso sí, para la 4T.

El fiasco de la Cumbre

Natalia Saltalamacchia. Profesora en Departamento de Estudios Internacionales, ITAM

Biden asumió la presidencia de su país anunciándole al mundo que “Estados Unidos está de regreso” y prometiendo que recuperaría un liderazgo responsable y reconocido a nivel internacional. Se esperaba que la IX Cumbre de las Américas fuera, precisamente, un paso en esa dirección en el contexto de nuestro continente. Particularmente, porque el sistema internacional parece ir configurándose hacia la existencia de varias potencias regionales, en lugar de una o un par de superpotencias globales. En ese sentido, es razonable pensar que Estados Unidos apueste por ejercer una influencia preponderante en América, más aún ante el progresivo avance de los intereses chinos en esta zona del mundo.

Desde este punto de vista, sin embargo, la Cumbre fue un fiasco para el país anfitrión.

En el terreno de las ideas Washington demostró que simplemente no tiene una nueva visión sobre las relaciones interamericanas, por qué los países del continente deberían reconocerle un papel de líder y/o qué ofrece para seducirlos. Si pensamos en dos de los temas discutidos –cooperación económica y migración- se observa que el enfoque regional es débil y los compromisos no se aterrizan.

La Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica es un listado de vaguedades, en donde lo único que sobresale es fortalecer la capitalización del Banco Interamericano de Desarrollo con mayores niveles de inversión privada.

Mientras que la Declaración sobre Migración y Protección tiene la virtud de invocar la responsabilidad compartida pero no va más allá de la enunciación de principios; podría decirse que este es al menos un arranque, pero desafortunadamente fue suscrita solo por 20 de 35 países.

Al parecer la Casa Blanca sobreestimó su poder de convocatoria y subestimó la complejidad de la política en América Latina y el Caribe. Los países de ALC llevan más de un lustro discutiendo sobre la ausencia/presencia de Cuba y Venezuela (y desde 2108 de Nicaragua) en las cumbres subregionales.

Por ejemplo, la diplomacia mexicana tuvo que hacer una labor sensible, larga y cuidadosa de negociaciones para por fin tener una Cumbre de la CELAC en 2021, sin exclusiones, que contó con 17 de 33 representaciones al más alto nivel. Sin embargo, Estados Unidos asumió que podía decidir unilateralmente sobre el asunto, organizar con pocos meses de anticipación, y encima sin ofrecer una agenda ambiciosa o incentivos claros que encarecieran el costo de la inasistencia a nivel de Jefes de Estado.

Cabe preguntarse entonces si hubo arrogancia o desconocimiento; en cualquiera de los dos casos fue una pifia porque permitieron que la narrativa de la Cumbre quedara secuestrada por las ausencias y, en cambio, los temas sustantivos pasaron a segundo lugar.

Por último, sabemos que la administración Biden tomó esta decisión de política exterior con un ojo a la política interior y las elecciones de noviembre. ¿Será que la profunda división bipartidista le cortará continuamente los pies a Estados Unidos para liderar en un hemisferio que no responde a una lógica de inmediato alineamiento con Washington?


Multilateralismo mexicano distorsionado

Ricardo Jasso Huezo. Politólogo

Los diplomáticos mexicanos matizan la irrelevancia política de sus acciones y se repiten que México es un país con “vocación multilateral”. El Estado mexicano evita las acciones independientes y se resguarda en el multilateralismo, pero no por llamado ni voluntad, sino por debilidad y necesidad. La diplomacia mexicana ––si acaso por necesidad profesional–– se ha esforzado en teorizar cómo México representa un peso político que no tiene y ha creído encontrar su relevancia en los grupos interestatales, en los que supone que influye, decide y moldea la política internacional. Esto, que es doctrina y no realidad, que se sustenta en evidencia escasa y momentos que fueron poco más que símbolos satisfactorios para el nacionalismo, ha llevado a este país a tener una visión exagerada de la relevancia de reuniones multilaterales cualquiera y de la importancia de la presencia mexicana en cuantos encuentros se convoquen.

En la Cumbre de las Américas de 2022, la doctrina del multilateralismo mexicano distorsionado que han difundido tradicionalmente los funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores hizo que la irrelevancia usual llevara a la torpeza. El gobierno actual, que se hunde en las historias míticas nacionales, intentó amedrentar con el supuesto peso multilateral de México y la realidad se impuso ––las dictaduras latinoamericanas no estuvieron, el presidente mexicano no acudió, la reunión que se planeó sin trascendencia ocurrió sin inconvenientes e innecesariamente, una vez más, la alianza de México con el eje autoritario de América Latina fue evidente. Este país, que se esconde en el multilateralismo, tiene doctrinas, y no estrategias.

AMLO pierde la paciencia con la política interna de EUA

Pedro Pablo Cortés
Periodista internacional y asociado Comexi

La polémica sobre la Cumbre de las Américas muestra que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha perdido la paciencia con la política interna de Estados Unidos. Más allá de sus críticas por la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela, López Obrador mostró su frustración con “los grupos de interés” que dominan la política estadounidense. En particular, destacan las críticas del mandatario mexicano hacia los líderes cubanos que, desde su perspectiva, tienen una influencia desproporcionada en las decisiones de Washington. López Obrador los ha nombrado de manera directa: los cubanos en Florida, el senador demócrata Bob Menéndez y los senadores republicanos Marco Rubio y Ted Cruz.

Aunque ya son conocidos los argumentos de López Obrador sobre la política de no intervención y la autodeterminación de los pueblos para defender a Cuba, Nicaragua y Venezuela, sus declaraciones sobre la política interna de Estados Unidos son una nueva arista de su política exterior. El presidente también ha cuestionado cómo es posible que si, según sus cálculos, hay 40 millones de mexicanos en Estados Unidos, no tengan el mismo poder político que los 4 millones de cubanos que él dice que viven ahí.

Pese a toda la controversia, López Obrador aclaró que él no considera a Joe Biden como el culpable de lo ocurrido en la Cumbre, sino de los republicanos y cubanos que no velan por su patria. ¿Será esto suficiente para aliviar la presión bilateral?