Lima.— Pragmático, austero y sin vínculos con la élite empresarial o los partidos políticos tradicionales, el presidente de Perú, Martín Vizcarra, es considerado un tecnócrata político, una mezcla inusual en la escena peruana.
Su perfil es su mayor fortaleza en una nación donde la clase política está completamente desprestigiada por escándalos de corrupción. Sin embargo, el nuevo presidente es un desconocido para los peruanos. Un 81% no sabe ni su nombre, según un sondeo nacional de marzo de la firma Ipsos Perú.
Hasta el jueves era primer vicepresidente y embajador en Canadá, pero se convirtió en jefe de Estado luego de que Kuczynski renunció acosado por sus supuestas mentiras sobre sus nexos con la constructora brasileña Odebrecht en medio de los escándalos que han salpicado a la élite política latinoamericana.
Quienes lo conocen dicen que Vizcarra, ingeniero civil de 55 años, es pragmático y sabe negociar, características que afinó mientras fue gobernador de Moquegua (2011-2014), una de las regiones más pequeñas de Perú. Otros destacan que es un meticuloso gestor, cuidadoso con el gasto público y un convencido de que el desarrollo empieza por la educación.
En 2008 lideró en Moquegua una protesta durante 10 días contra la minera Southern (del grupo México), en demanda de una mejor distribución de los fondos sociales que genera la minería para su región.
Vizcarra fue ministro de Transportes y Comunicaciones entre junio de 2016 y mayo de 2017, cuando renunció para evitar ser destituido por el Congreso, dominado por el partido Fuerza Popular (FP). En una entrevista con El Comercio, en 2016, Vizcarra asguró que si entraba a la política, se dedicaría, sobre todo, “a escuchar”. La hora llegó.