Tel Aviv.— “¿Cómo estás?”, preguntan en español desde la recepción del de Tel Aviv a un grupo de periodistas que, gracias al tráfico, libraron un tiroteo ocurrido en la calle Jerusalén, en el centro de la ciudad, alrededor de las 19:00 horas.

Cuando llegaron, los reporteros pudieron ver el lugar rodeado de policías. Sonaban las sirenas y la recomendación fue entrar de prisa al hotel, porque había dos terroristas, autores del tiroteo y quienes luego fueron abatidos.

Los periodistas llegaron al hotel donde se ofrecería una carne asada con familiares de soldados. Pero la oportunidad de reunión se desvaneció al poco tiempo.

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En la terraza, donde se realizaría el encuentro, los periodistas se dedicaron a grabar y tratar de saber más del tiroteo. “Cuando acaben de cubrir el atentado aquí estamos con la carne asada”, dijeron los anfitriones.

La cena se quedó intacta, porque cinco minutos después comenzaron a sonar las sirenas.

Los familiares de los soldados dejaron sus cosas ahí y bajaron. “Amor, tranquila”, le dijo un hombre a su esposa, visiblemente nerviosa. Los periodistas bajaron al tercer piso del hotel. Ahí había un búnker donde se refugiaron.

En total, eran unas 20 personas, entre periodistas y jóvenes soldados. Afuera, casi dos centenares de . La gente ya se encontraba en los refugios y se reportó la muerte de un palestino y dos personas heridas por fragmentos de los proyectiles.

En el búnker, los periodistas intentaban mantener la calma, pero la tensión era notable. “Guys, how are you?” (Chicos, ¿cómo están?), se escuchó en un momento. “Bien” fue la respuesta unánime, nerviosa. El lugar estaba preparado para ser un refgio de larga duración: dos literas en los extremos, una cama en el centro, una televisión. Las ventanas estaban blindadas. Lejos de la calle, las versiones corrían. Como la de un segundo atentado, que resultó ser falsa alarma.

Una alerta gubernamental anunció que el peligro, por ahora, había pasado y era seguro salir. En el lobby, la misma pregunta, ahora en español. “¿Cómo estás?”. Y la misma respuesta, “bien”, esta vez con más confianza. De regreso, todo era silencio y las calles permanecían vacías. Lejos de pensar en dormir, había quienes verificaban en dónde había refugios antibombas. En dónde poder refugiarse en caso de otra oleada.

Para un periodista latinoamericano, es una escena extraña. Para los israelíes, es el día a día...

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